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jueves, 24 de agosto de 2017

Kilómetro vertical Villafeide-Polvoreda 2017

Han pasado ya casi 3 lustros desde que disputé mi primera carrera de montaña y sin embargo hasta ahora nunca me había enfrentado a un kilómetro vertical. Y es que cuando tu  peso corporal ronda los 100 kilogramos, ascender 1000 metros positivos en el menor tiempo posible y de manera agónica,  se presenta como una labor titánica, convirtiendo la misión en  en una especie de versión rustica del Señor de los Anillos  donde alcanzar cumbre se presenta tan complicado como alcanzar las entrañas del mismísimo Mordor, claro que Frodo Bolsón sólo llevaba un pequeño anillo al cuello y a mi me han cargado con  una rueda de molino a la espalda, lo que dificulta seriamente  mi misión.

En cualquier caso la decisión ya está tomada, ha llegado el momento de enfrentarme a mi primer kilómetro vertical  y no se me ocurre mejor lugar  ni me mejor carrera para hacerlo, al fin y al cabo voy a correr en la montaña de 2000 metros que más veces he ascendido en mi vida, y en el seno de una prueba fantástica, de contrastada calidad organizativa y  donde siempre  se trata al corredor con un respeto reverencial.

Llego a la Villalfeide, recojo el dorsal, saludo a los compañeros y rápidamente me desplazo al punto de partida ya que  saldré  apenas 60 segundos  después de la pareja  que abre pista.  A las 17:15  y bajo un sol implacable, se abre el telón y comienza el espectáculo con  Victoria Santamaría y el ilustre Tomás Baños, mi habitual compañero de aventuras. Nervios, un último abrazo con mi  amigo Alfredo Álvarez,  quién hoy será mi pareja de baile,  y a las 15:16 suena el chupinazo y arranca nuestro improvisado encierro alpino.  Y es que Villafeide ha creado una nueva modalidad de encierro, si en el clásico encierro al estilo San Fermín  los mozos  corren despavoridos  delante de los toros por las calles de una población , aquí lo han hecho al revés, han decidido soltar un bisonte salvaje  monte arriba y detrás saldrán como postas los corredores  en intervalos de minuto con el objetivo de dar caza del susodicho animal, o dicho de otra manera en lugar de soltar una liebre para lanzar la prueba como es habitual en atletismo, en Villafeide han ido un paso más allá y han liberado un herbívoro de gran tamaño.
Saliendo en compañía de Alfredo Álvarez (foto Berto La Vid)
Saliendo al galope de toriles. Foto Sául Jiménez)
Primeros 100 metros de la prueba (foto de Berto La Vid)
Con pelaje marrón oscuro, 95,8 kgs de peso y su habitual uniforme de "camuflaje" rojiblanco,  sale al galope el Bisonte del Carvayedo, nuestro animal favorito del universo trail.

Atravesamos el pueblo por la calle principal y enlazamos con la senda de teirra que nos lleva a La Peñica. Salgo rapidísimo lo que me permite alcanzar a Tomás Baños cuando apenas llevamos disputados unos 850 metros.  A partir de aquí comienzo a caminar en los repechos y Tomas que corre a un ritmo constante  me vuelve a adelantar. He pasado el primer kilómetro en 4':37" y ese ritmo es absolutamente insostenible para mi. Unos 500 metros más adelante consigo superarle de nuevo  y ya en solitario aprieto los dientes, y como estaba previsto, trato de avanzar lo más rápido posible en este tramo de aproximación  que nos dejará a los pies del Picu Polvoreda. 
Por el camino que nos lleva a La Peñica con el Picu Polvoreda al fondo (foto de Verónides Moreno)
Finaliza el tramo sencillo de la prueba al paso por el paraje conocido como La Peñica. Llevamos 2'3 kms, estamos en cota 1200 aprox y mi reloj marca  14':55". Ya no hay vuelta atrás, comienza la durísima ascensión al Polvoreda . Si quiero bajar de 60 minutos, que es el exigente objetivo que me he marcado, debo salvar 800 metros positivos y  tocar cumbre en 45 minutos,  misión casi imposible si tenemos en cuenta que  mi mejor registro en este tramo es de 59 minutos.  
Tramo inicial de ascenso al  Polvoreda con   Tomás Baños a rueda (foto Sara Vega)
Después del calentón que me he metido en este tramo inicial, voy con sensación de sed,  lo que siempre es un indicador adelantado de que el proceso de deshidratación corporal ya ha comenzado,  y es que la temperatura es alta y  mi rendimiento siempre desciende alarmantemente con calor. ¡Que panorama más desolador! Soy un proyecto de corredor de montaña al que se le da mal correr con calor en verano y con barro en invierno, lo que vienen a ser condiciones habituales en la montaña, acabamos de descubrir una nueva modalidad de deportista al aire libre: el corredor-bailarina de salón.
En fin, ya en solitario y sin  ninguna referencia, agacho la cabeza y comienzo a ascender mientras disputo mi particular contrarreloj individual.

Por detrás me alcanza una corredora enfundada en una camiseta verde -  la salmantina Verónica Sánchez que a la postre resulto vencedora de la prueba-,  intento seguirla para usarla como liebre  pero apenas aguanto su ritmo  10-15 metros, poco después empiezan a adelantarme más corredores, y veo como uno tras otro se alejan sin poder seguir su marcha.

Vista de la dureza del tramo intermedio de subida al Picu Polvoreda (foto Sara Vega)
Esquiando en estilo alpino (foto Cundi Vega)
El calor aprieta y la sensación de sed se incrementa,  por eso vivo mi llegada al avituallamiento con la alegría de quien acaba de encontrar  un oasis en mitad del desierto. Me tomo un respiro, bebo abundantemente y arranco de nuevo. Llevamos disputados 3'5 kms de prueba, estamos a 1550 metros de altitud aprox y mi garmin indica 37':20".  Las sensaciones han mejorado y más al encontrar el descansillo que se encuentra en la cota 1600-1650, el único tramo de falso llano de toda la dura ascensión. Al paso por la cota 1700 metros comienza el extenuante tramo final de ascensión. Por delante tenemos la  agobiante misión de superar 300 metros positivos en menos apenas 835 metros de distancia. Llevamos disputados 4'35 kms y el reloj marca 50':00". La misión de bajar de la hora se antoja prácticamente imposible pero aquí no se rinde ni Dios. Los corredores que me han adelantado ya están muy lejos y por detrás no se me acerca nadie desde el avituallamiento. Agacho la cabeza y con disciplina espartana arranca tan hercúlea misión. Voy ganando altura y poco a poco  el cansancio va haciendo mella, el bravo Bisonte del Carbayedo lentamente va mutando su fisionomía animal hasta convertirse en poco menos que un tierno peluche,  se le empiezan a ver las costuras y hasta se le cae el relleno por el esfuerzo. Los segundos caen implacablemente y apenas avanzo hasta que al paso por la cota 1875 de altitud el reloj marca los 60 minutos añorados. Todavía quedan 135 metros positivos por delante y hay que mantener la concentración hasta el final. Toca pelear y no bajar los brazos, las piernas duelen, y a estas alturas me siento más pesado que una estatua de mármol pero toca continuar con disciplina espartana.
Últimos 20 metros de la prueba coronando el Picu Polvoreda (foto Javier Nistal)
Un último esfuerzo y por fin logro divisar la cumbre y en ella a  un montón de amigos que me animan y tratan de subirme en volandas. Intento correr esos últimos 30 metros para entrar en meta al trote pero el gemelo izquierdo me lanza dos advertencias de calambre, señal inequívoca de que ya vengo al límite de mis capacidades físicas, así  que tiro de bastones para descargar peso sobre mis maltrecho tren inferior  y alcanzo los 2.007 metros de tan ansiada  cumbre andando.

Al final  invierto un tiempo de 1h:07’:37” en superar los 5,18 km y 964 metros positivos, quedando a  22´:37” del alistano  Santiago Mezquita.
En la cumbre del  Polvoreda (foto Javier Nistal)
10 minutos en cumbre para recuperar el resuello, bajada rápida, ducha de agua caliente y sin apenas margen para disfrutar de la vida social en el tercer tiempo,  toca marchar con la familia. Esta extraña afición mía de correr por el monte, y mi empeño en poder disputar esta carrera a la que tanto cariño le tengo, ya les ha robado un día de vacaciones. Hora y media más tarde, y  llegando a Avilés, me llega un mensaje del maestro Tomás Baños,  indicando que contra toda lógica   él y yo nos hemos encaramado al pódium en la prueba combinada (Trail+Km) en categoría de “viejunos” A. ¡Manda cojones! (con perdon para las damas), 18 años después me subo a un podium y me encuentro a 150 kms de distancia, menos mal que pude enviar por transporte urgente a un "primo" mio que se encontraba en la Reseva Natural de  Riaño para que hiciera los honores de subir al podium en ese segundo cajón.
Podium combinada (Trail+Km Vertical) veterano A: 1.- Jose Manuel Suarez, 2.-Bisonte del Carbayedo, 3.- Tomás Baños

Como siempre llega la hora de extraer conclusiones:

1.- De la organización de la prueba ya no me queda nada por decir que no haya dicho antes, sencillamente es un lujo poder ser parte de una prueba de esta calidad deportiva y humana. Gracias a los fotógrafos por aguantar estoicamente a la solana durante horas y de manera altruista  con el único fin de inmortalizar nuestras pequeñas aventuras, a los muchos amigos que han subido al pico para animarnos durante la prueba, y a los que para mi son los auténticos protagonistas de la prueba: LOS VOLUNTARIOS. Hoy muchos me han reconocido a mi paso- no resulta difícil dado mi uniforme de camuflaje habitual  y mi colosal figura granítica  alejada de los cánones de este deporte-, me han felicitado y me han dado las gracias por mi crónica de su carrera, cuando en realidad soy yo el que les debería de dar las gracias a ellos por tratar a todos los corredores  con tanto cariño año tras año.

2.-A nivel personal me voy muy contento con el debut en esta disciplina y con la seguridad de que volveré a repetir en el futuro. No he conseguido mi objetivo y no hay disculpa posible, la montaña es justa y pone a cada uno en su lugar,  esos casi 68 minutos es lo que realmente valgo, aunque me voy con la sensación de que si las lesiones me respetan y logro controlar el peso, aún tengo un cierto margen de mejora.

3.-Alcanzar un podium ha sido una sorpresa completamente inesperada, no en vano la última vez que me subí a uno fue el 31/12/1998, en aquella ocasión conseguí una de mis típicas hazañas de conquistador de lo absurdo, venciendo tres San Silvestres en categoría absoluta el mismo día y en tres poblaciones diferentes. Después de aquello deje de competir, ya sólo quedan las cenizas (o quizás ni eso)  y ahora mi manera de entender  el  deporte es diferente. Todo podium es por definición  una victoria sobre otros rivales, y más allá de servir para incrementar el ego personal, carece de mayor significado, todos estos años luchando contra el corredor escoba y los controles de paso por alcanzar cada meta en carrera  me ha enseñado que las únicas victorias que realmente merecen la pena son las que se consiguen compitiendo contra uno mismo y las limitaciones propias. Según mis previsiones no volveré a subirme a un pocium hasta el año 2035, así que estadísticamente es más posible que veamos humanos colonizando el planeta Marte, que bisontes subidos en cajones de madera al finalizar una prueba deportiva.

No tengo ninguna carrera planificada hasta diciembre, así que me voy a tomar 2-3 semanas de descanso y ya habrá tiempo de pensar en nuevos retos para septiembre u octubre. 

Próxima parada del Bisonte World Tour 2017: ¿Peñacorada Trail,  Sanabria by Stages, Montaña Palentina?  ¡El tiempo dirá!...aunque escucho a escuchar sugerencias

Nos vemos en la montaña


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