La Batallona de Somiedo es una carrera diferente. Tengo serias dudas que con 1000 metros de desnivel acumulado negativo pueda ser considerada una carrera por montaña en sentido estricto, pero lo cierto es que me divierte mucho y el resto carece de la mínima relevancia. Para mi es una fiesta de confraternización entre las 2 mitades de un mismo pueblo, los astures cismontanos o leoneses que habitan al sur del cordal y los astures transmontanos o asturianos que habitan al norte . La carrera es solo la disculpa para disfrutar de estas imponentes montañas que a modo de columna vertebral nos unen y de estos preciosos paisajes con los que los viejos dioses de nuestros ancestros nos han obsequiado.
A nivel personal llego en mi mejor momento de forma de los últimos 20 años. Cuatro semanas han pasado desde que disputé los Aquilinaos en su modalidad larga. La sensación de euforia que se apoderó de mi tras cruzar la meta en mi primera ultra (60 km) y encima acabando con muy buenas sensaciones, se había tornado en decepción tras haber soportado molestias en la rodilla izquierda que me tuvieron completamente parado por espacio de 15 días. Afortunadamente las molestias remitieron e inexplicablemente, como si los 15 días de reposo hubiesen servido para regenerar mi organismo y estuviese envuelto en una especie de proceso de "supercompensación", había vuelto con una fortaleza física inusitada y con la moral por las nubes.
Llevo desde enero con ganas de poner a prueba este oxidado organismo y creo que hoy es el día para tratar de probar si todavía me queda un mínimo atisbo del atleta que fui cuatro lustros atrás. A estas alturas de mi vida ya no tengo nada que demostrarle a nadie, pero si me gustaría demostrarme a mi mismo que este prehistórico bisonte todavía puede actuar como telonero de ese fantástico elenco de galgos (Diego Alonso, Javi Pascal, Manu Caballero, Pablo Merino, Jose Enrique Villacorta, Sergio Natal, Victor Garcia y Omar Álvarez) con los que tengo la suerte de compartir equipo en el Club de Montaña Cumbres de León.
Salida de la Batallona en el Alto de la Farrapona |
En el Alto de La Farrapona se encuentra la salida. A la izquierda relinchan los asturcones y a la derecha rugen los leones. Ocupo mi lugar en las primeras lineas del cajón reservado para las huestes leonesas y me noto sorprendentemente tranquilo. Suenan los himnos de Asturies y LLión, momento tradicional y en mi caso especialmente emotivo por tener como diría Alejandro Sanz el corazón partío. Mi alma y el 100% de mi sangre es azul como la bandera de la tierra que me dio la vida, pero a día de hoy mi corazón y mi gente es la que lleva el León impreso en el costado izquierdo de estas camisetas rosas, más propias del día del orgullo gay que de los colores de la bandera que deberían representar, con las que la organización ha tenido a bien equipar a las huestes del Reino de León.
Finaliza la cuenta atrás y salimos como toros en un encierro de San Fermín. El primer kilómetros es bestial. A pesar de bajar reteniendo zancada tengo la sensación de bajar muy rápido, sin embargo veo como constantemente me sobrepasan corredores por ambos costados y debo ir concentrado para no tropezar con ninguno de los que se me cruzan buscando un espacio donde poder correr todavía más deprisa. Al paso por el primer km veo con estupor que mi reloj marca 3':15" (frente a los 7':00" que tardé el año pasado). ¡Por la sotana de lino de San Francisco de Asís, patrón de las bestias pardas! ¡Sooo, Bisonte sooo!!! que esto es muy largo y vas muy deprisa.
Bordeamos el Lago de la Cueva y comenzamos la ascensión a Cerveriz. Inevitablemente hecho pie a tierra y subo andando. A mi lado llevo a Henar González, quién a la postre resultará digna vencedora absoluta de la carrera y con quién tuve la suerte de compartir carrera hasta el Lago del Valle. Paso por el km 2 en 10':20" (frente a los 17':02" del año pasado) y me encuentro con Nary Ly, último gran fichaje del equipo leones. Intercambiamos unas palabras y seguimos marcha. Corono el puerto corriendo y ante mi aparece una preciosa vista de la Majada de Cerveriz.
Trato de seguir como buenamente puedo la estela de Henar, que corre con la agilidad de una gacela y al mismo tiempo trato de mantener un ritmo asequible para mi nivel. Llego al primer avituallamiento (km 5), donde apenas me detengo por espacio de unos 30 segundos.
Un último esfuerzo y abandonamos la Vega de Camayor. Llevamos 5,6 km aprox y mi Gramin marca 31':31" (a 5':39" km/h).
Comenzamos el descenso al Lago del Valle por las Divisas. Es el único tramo supuestamente técnico de todo el recorrido, aunque siendo objetivos la dificultad no es elevada. La mayor parte del recorrido es por un estrecho sendero de tierra y rocas donde se circula en rigurosa fila de a uno. Nada más comenzar el descenso consigo adelantar a 4 corredores en una acertada elección de trazada y este hecho incrementa mi confianza, elemento indispensable para afrontar con garantías una bajada de estas características. Continuo bajando y consigo sobrepasar a algún otro corredor hasta que un par de malas pisadas me recuerdan lo fácil que es estropear una carrera de montaña por un exceso de confianza y decido moderar el ritmo y dejar de hacer el cafre.
Finalmente alcanzamos el Lago del Valle y tras bordear un lateral del mismo llegamos al segundo avituallamiento del día. Estoy en el km 9 aprox y llevo un tiempo de 53'28". Decido tomarme un respiro y hago una parada de unos 2-3 minutos. Bebo un par de botellines de agua, aprieto los cordones de ambas zapatillas, estiro cuadriceps y arranco de nuevo ya en solitario.
Por delante tengo unos 13 kms de terreno muy favorable y voy con la sensación de tener las energías casi intactas, momento en el que decido poner mis 93,5 kg al servicio de la física. Alargo zancada y dejo que la teoría de la gravedad de Newton se encargue del resto. Por el km 10 paso en 59':50" y por mi cabeza pasa una idea completamente descabellada apenas una hora antes ¿Y si consigo bajar de las 2 horas?. Quedan 12 km y para ello debería correr a 5 mim/km, una velocidad de crucero impensable en fechas recientes, pero si las piernas me respetan a nivel muscular, ciertamente alcanzable en la jornada de hoy. Vuelvo a la vieja escuela, apenas consulto el reloj y me limito a correr por sensaciones, tratando de avanzar lo más rápido posible, pero disfrutando al máximo del entorno y de cada momento de la prueba.
Vista del Lago del Valle y de la pista que nos adentra en el Valle del Lago |
Llegando al Pueblo de Valle del Lago alcanzo a Sergio Natal lo cual me sorprende una barbaridad. Es un corredor con un nivel muy superior al mio, por lo que lo primero que pienso es que viene lesionado. Le pregunto si esta bien y me comenta que solo viene desmotivado porque algún gracioso ha movido una baliza del recorrido y se ha perdido, echando al traste con toda su carrera. Le adelanto y sigo hasta que llegando al avituallamiento me encuentro de nuevo con Henar que sigue volando en compañía de 2 liebres de lujo Mauro Tezza Y Hector Gómez. En el momento de alcanzarlos escucho a un niño que cuenta a nuestro paso 42, 43, 44 y 45... ¿estará el niño cantando nuestras posiciones en carrera? No puedo creerme que llegando al km 15 vaya en semejante posición. Sea o no cierto, lo cierto es que me da un subidón de moral de los que hacen época. Por mi cabeza pasa la descabellada idea de acabar en el TOP 50. Paso el avituallamiento de Valle de Lago (km 15) y apenas me detengo por espacio de 20-30 segundos, tiempo justo para beber un par de tragos de agua y tirarme le resto por la cabeza
Llegando al pueblo de Valle del Lago |
Con las fuerzas intactas y la moral por las nubes me encomiendo de nuevo a nuestra señora de los bisontes desamparados y me lanzo al galope. ¡Que los cuadriceps aguanten! que ya me había olvidado de lo bonito que es correr cuando las piernas responden y estoy disfrutando como un enano. Poco a poco voy deborando kms y adelantando no sin dificultad algún contrincante, y todo a pesar de que a estas alturas la fuerzas son parejas y el nivel de mis rivales es muy alto. A unos 2 km de meta pisamos carretera por primera vez entoda la prueba y siento como si me atrapasen en un campo magnético. Tengo la sensación de pesar 135 kgs y de haberme quedado pegado al suelo. Las piernas protestan y voy incómodo pero el caso es que debe ser más un efecto psicológico que puramente físico porque sigo avanzando a muy buen ritmo. Abandonamos la carretera y entramos en un estrecho sendero y escucho pasos por detrás. Es algún corredor que baja más rápido que yo, me adelanta y compruebo que es Sergio Natal. Intentó seguir su ritmo pero este tio es muy , muy bueno y mis piernas son incapaces de ir más deprisa, aún así procuro mantener la referencia visual hasta que aproximadamente un km de meta aparece un pequeño repecho donde tengo imperiosamente que parar y subir andando. Me adelanta un nuevo corredor leonés y aunque tampoco le puedo seguir, al menos si me quedo con su referencia visual. Un último tramo de carretera, una rápida bajada por un estrecho sendero y entrando en Pola de Somiedo veo al gran capitán Salva Calvo. Apenas me quedan unos 500 metros a meta y aunque el gemelo izquierdo me amenaza con acalambrarse por primera vez en toda la prueba, ya nada me puede detener. Un último esfuerzo, cruzo el puente, enfilo la larga recta de meta, cuando para mi sorpresa noto el aliento de un corredor que viene como un avión y trata de adelantarme por mi derecha. Aprieto los dientes y esprinto con todas mis fuerzas como si me persiguiese la mismísima muerte, consiguiendo superarle por apenas unas centésimas de segundo. Cuando trás tras cruzar la pancarta de meta miro para atrás, veo que es el leones Alberto Garcia quién me ha puesto el motor a 3500 revoluciones por minuto. Creo que es la primera vez en las 4 ediciones disputadas de la prueba en que necesitan usar la foto finish para dilucidar un puesto.
Con Marío Rego y Javi Jañez del Club Maratón Benavides |
En meta con Jose de Pepe |
Hora de extraer conclusiones:
1.- En cualquier deporte de resistencia hay 3 características básicas que son necesarias para progresar: la calidad física, la capacidad de entrenamiento y la constancia y por último la fortaleza mental. La calidad es innata y no la poséo. La capacidad de entrenamiento se trabaja pero nunca la he tenido. Ni siquiera en mis tiempos de juventud, cuando me subía a un árbol del Parque de Ferrera mientras mis compañeros entrenaban y solo me bajaba 3 o 4 semanas antes de las competiciones importantes. Afortunadamente me queda la tercera variable y esa fortaleza mental es precisamente lo siempre me ha permitido competir. Si la cabeza dice que se puede, se puede y hoy es un claro ejemplo de lo expuesto.
2.- Enlazando con el punto anterior: un tractor no deja de ser un tractor aunque le cambies la caja de cambios y las 4 ruedas. Lo de hoy solo es un espejismo y lo cierto es que todavía no he empatado con nadie en esto de correr. Cualquier atisbo de euforía no es aceptable y la realidad es que la próxima carrera volveré a mi posición habitual a cola de pelotón.
2.- Aunque me quede por aguantar mecha en mi casa de avilés y me lluevan los palos por haber competido contra Asturias, algo inaceptable desde la perspectiva de una familia integramente asturiana, siento un profundo respeto por la bandera del León y para mi es un orgullo defender sus colores, así que creo que en 2016 volveré a competir defendiendo sus colores....aunque mi representante escucha ofertas ¡¡¡¡¡eh!!!!!
Próxima parada del Bisonte World Tour 2015: Carrera de Montaña Villalfeide-Polvoreda
Próxima parada del Bisonte World Tour 2015: Carrera de Montaña Villalfeide-Polvoreda