.

.

lunes, 5 de marzo de 2018

La Paramada 2018


Amanece en La Geria con una temperatura que roza los 0ºC y  cielos despejados. Algo más de 800 corredores esperamos apelotonados en la línea de salida a que abran las puertas de nuestro particular encierro. Emoción, nervios y muchas dudas se concentran en ese reducido espacio físico. Es curioso cuando menos que precisamente el año en que tengo como objetivo carreras ultras con importantes desniveles acumulados, decida comenzar la  temporada alejado de la montaña y corriendo por las llanas tierras del páramo castellano, pero como postulaba el ilustre Albert Einstein:  “no es posible esperar resultados diferentes, si siempre se hace lo mismo”, así que este año tocaba cambiar de raíz y este es lugar elegido para comenzar temporada, abandonado la protección de las montañas del Reino de Léon, para cruzar la frontera y adentrarme en territorio del vecino Reino de Castilla.

Finaliza la cuenta atrás, y como si del chupinazo de los San Fermines se tratase, los corredores salen en estampida como era previsible en una prueba de estas características. Una vuelta inicial por las calles del pueblo para estirar el grupo, aproximadamente a los 600 metros pasamos de nuevo bajo el arco de meta, 600 metros llanos por carretera y comenzamos la primera ascensión de la jornada.  La práctica totalidad de los corredores que me preceden suben corriendo, y de repente  aparece uno de León que dice ser corredor de montaña y en la primera “cuestina” que encuentra deja de correr y se  pone a caminar. Esto no hace más que confirmar mi teoría de que tengo menos porvenir corriendo por montaña que Aramis Fuster trabajando como modelo de lencería femenina.  Apenas  500 metros más adelante los destinos de los corredores de la prueba corta y larga se separan, los atletas de la  prueba corta giran a la izquierda, mientras que los  disputamos la prueba de 20 kilómetros  giramos a la derecha. Entramos en un estrecho sendero que serpentea por medio del pinar en un constante subir y bajar con escasa pendiente, hasta que sin darte cuenta alcanzas el primer avituallamiento de la jornada (km 5).  Miro mi reloj y marca 25’:58”. Al correr en fila de a uno, sin darte cuenta tiendes a correr a ritmos elevados para tratar de pasar inadvertido entre tanta gacela. 


Salimos del avituallamiento y me veo corriendo rodeado de corredores con camiseta morada del Trail Sport Toro. Paradójico cuando menos, no obstante no parece mala ubicación para un bisonte correr insertado en una manada de “toros”. Enlazamos una rápida bajada por amplia pista de unos 500-600 metros, giro brusco a la izquierda de unos 135 grados y comenzamos a subir por un sendero en el lado opuesto de este pequeño valle, otro giro  a la  derecha y de nuevo a volar por senderos serpenteantes entre pinares hasta que te encuentras con el primer “muro”, una subida corta pero muy explosiva, que al ser sobre terreno de arena suelta te obliga a tirar de brazos para ganar tracción, coronas este fuerte repecho y alcanzas el segundo avituallamiento (km  10,2).


 Necesito perder unos segundos mientras recupero el resuello por esfuerzo acumulado en esta última cuesta, un rápido vistazo al reloj (54’:45”) y  de nuevo a correr. Se me está pasando la prueba volando y eso es señal inequívoca de que estoy disfrutando por los Montes Torozos.  600 metros de rápido descenso por una amplia pista camino de Simancas, llegamos de nuevo a los pies de la colina, un nuevo giro para enlazar una vez más con el estrecho sendero que se adentra en el pinar. Acabamos de superar el ecuador teórico de la prueba y es momento de calibrar la situación. Estoy corriendo mucho más rápido de lo habitual y no estoy seguro de que pueda aguantar este ritmo hasta meta, pero de lograrlo me plantaría en meta en 1h:50’, cuando en la  mejor de mis previsiones me iba a costar bajar de las 2 horas, sin embargo las sensaciones son muy buenas y parece que las piernas responden. Seguimos serpenteando, una veces subiendo, otras bajando, la mayor parte por falsos llanos a medida que giramos en la ladera del otero, podemos divisar en la distancia las edificaciones de Valladolid, la proximidad con una ciudad de tamaño grande explica en parte la gran afluencia de corredores a la prueba, aunque como voy poco a poco comprobando hay muchas más razones que explican el éxito de la prueba. Continuamos el de devenir hasta encontrar el tercer avituallamiento (km 15) tiempo 1h:20:24. Parada muy breve porque la temperatura es fresca, la sudoración escasa y consecuentemente la perdida de líquidos limitada. De nuevo arrancamos andando cuesta arriba por una amplia pista. Soy el único corredor de montaña que solo rinde en llano y es incapaz de correr cuesta arriba, menuda carta de presentación para un “montañero”,  un fenómeno paranormal tan extraño solo sería equiparable a ver a Sergio Ramos respondiendo con acierto las preguntas de Jordi Hurtado en “Saber y ganar”. A pesar de lo expuesto, el ritmo de ascenso y la longitud de la zancada me permiten adelantar algunos corredores,  y uno de ellos sorprendido al ser adelantado por un corredor de gran tamaño con camiseta de Wally me dice  “te tiene  que costar mucho mover tanto peso” .. y eso que ahora me coge en los “huesos” , si me ve hace mes y medio con 7 kgs más  llegaría a pensar que estaba siendo adelantado por un luchador de sumo.  700 metros de cómodo ascenso, coronamos  y siguiendo la misma pista nos enfrentamos a 2 km completamente llanos en la cota máxima de la prueba ( 845 metros de altitud), 2 kms  que se recorren por pistas completamente rectas, monótonas e infinitas para quien vaya con malas piernas, terriblemente gratificantes para alguien que venga con buenas piernas pues se puede correr muy rápido. Al final de la pista km 17,5 (1:30:54) se encuentra el último avituallamiento de la jornada, de nuevo nos adentramos por sinuosos senderos en el interior del pinar, las piernas ya empiezan a notar el castigo y está vez las subidas y bajadas o son más pronunciadas o al menos se hacen mucho más duras  lo que contribuye a romper el ritmo. 

Yo empiezo a notar que se me acaba el combustible pero la meta no puede estar lejos y los últimos kms se hacen más con el corazón que con las piernas.  Paso el km 19, última bajada y a meta….pero para mi sorpresa ¡no!, otro requiebro y de nuevo a subir, ¡venga bisonte, que ya está ya si que es la última. Bajada pronunciada,  paso por el km 20 en 1h:48…y ni rastro de meta,  y al paso por el km 20,5 otro giro brusco y de frente y a traición nos encontramos con otra  imponente cuesta de unos 200-300 metros. A estas alturas ya se encienden todos los pilotos de alarma en el cuadro de mandos ¡May Day, May day!¡Boing 747 llamando a torre, el depósito de queroseno está completamente vacío, o me buscáis pista para aterrizar urgentemente o el gran pájaro de hierro se estrella! Subo fundido y con paso de procesión de semana santa, viendo con cierta impotencia como me adelantan 4 o 5 corredores, coronamos y nueva bajada pronunciada, que esta vez si es la última. Por delante algo má de un kilómetro para volar, aunque voy con los primeros amagos de calambres en gemelo.



A 500- 600 metros de meta la organización todavía nos tiene preparada una última sorpresa al más puro estilo Spartan Race  y  nos hace  cruzar por debajo de un puente que sólo tiene 1,70 metros de altura, lo que dada mi atípica morfología de corredor,  y que  las piernas ya no están para muchos alardes, me deja plegado como un acordeón.  

Un último esfuerzo por las calles de La Gería  para cruzar la pancarta de meta esprintando con  un tiempo de  1h:58:18 (puesto 51 sobre 294 corredores en meta), a 26’:07” de un intratable Santiago Mezquita, que una vez más, y ya van tres en cuatro ediciones, ha vuelta a vencer en  la Paramada  con un fantástico tiempo de 1h:32’:11”.


A pesar de que los dos últimos kms se me han hecho eternos, me voy muy contento de tierras vallisoletanas. El tiempo empleado en completar esos 22 kms con sus 1010 metros de desnivel acumulado, y el puesto final superan con creces las expectativas de partida. En cuanto a la carrera, he de decir que me ha sorprendido muy gratamente. Es una prueba que reúne un  recorrido entretenido, una buena organización en todos los aspectos, un gran ambiente de carrera, una excelente bolsa del corredor y un ágape en la carpa de meta que ya si por si sólo bien vale una inscripción. Sin tener ningún aspecto especial, si es una prueba que engancha al corredor, además de ser por sus características técnicas una carrera ideal para aquellos que quieran dar el salto del asfalto al trail. Sinceramente me voy con la sensación de que me volveréis a ver corriendo La Paramada en futuras ediciones.


Nos vemos corriendo por montaña.