Reconozco que tras mi sorprendente desempeño en La Batallona 2015 fui vilmente poseído por algún fantasma o ente sobrenatural, quiero creer que fue por el espíritu del fanfarrón que todo asturiano lleva dentro. Si entrenando escasamente, de manera caótica y con medios paleolíticos, consigues quedar en la posición 36 sobre algo más de 500 corredores en meta, en la primera carrera que te tomas en serio en los últimos 15 años, corres el riesgo de perder la perspectiva de que solo eres un sencillo corredor popular y que tu objetivo es DISFRUTAR, y al perder la referencia te puedes inflar como un pez globo, volverte gilipollas y creerte una especie de Kilian Jornet en versión cantábrica y entonces empiezas a a preguntarte tonterías del tipo ¿y que pasaría si me pongo a entrenar en serio? o ¿hasta donde podría llegar si me buscase un entrenador o me tomase medio en serio esto de correr?". Afortunadamente la posesión me duro solo unas 24-48 horas, justo el tiempo que tardé en contratar un exorcista cualificado recién llegado del Vaticano con beca Erasmus, y en expulsar de mi cuerpo a tan insolente y etéreo ocupante . Y a partir de ese momento y dado que todavía no han creado ninguna ONG ac-hoc para tratar a los que pierden el norte producto de correr por montaña (Corredores de montaña anónimos, trailrunners sin fronteras, etc) y dado que el Centro Reto no te admite porque estar enganchado a la montaña todavía no es considerado adicción por la OMS, la única cura posible es una terapia de choque agresiva y como parte del tratamiento para no recaer, me propuse desconectar completamente del deporte por un tiempo y volver al mundo al cual pertenezco: el TRACTORISMO.
Y aquí estamos, por tercera vez consecutiva en la linea de salida de Villafeide, para disputar una de las 3 carreras sagradas de mi escaso calendario de competición (junto con Alto Sil y Biosfera Trail). Pasamos el arco de control de chips, entramos en el cercado y me coloco en las últimas posiciones. Mis compañeros tractoristas me miran raros y desconfían de mi presencia en tan noble posición. De alguna manera obvian el hecho de que soy el introductor de esta modalidad deportiva en tierras de León, por culpa de la Batallona ya no me ven como uno de los suyos y creen que voy de farol, ¡malditos resultados!. Ellos no saben que en los últimos 30 días solo me he calzado las zapatillas en 3 ocasiones y que este es lugar a dudas mi lugar real y no la efímera posición de La Batallona.
Dan la salida y tras un cómodo primer kilómetro, cogemos un sendero por la Reguera Oscura y comenzamos el ascenso a la cara norte del Cueto Salón. Me coloco a cola de pelotón en compañía de esta pintoresca comunidad del tractor que hemos creado para la carrera de hoy y que está compuesta por Javi Reguera, Juanjo Prieto, Laurina Blanco, Ana Midgley y el dorsal 40.
Parada y fonda larga, de las que a mi me gustan con mantel y cubiertos en el avituallamiento de La Peñica. Tiempo que me sirve para intercambiar unas breves palabras con Jairo y su fiel compañero Bul, enciendo la música, miro el crono y para arriba. El reloj marca 2h:12':58", con lo cual ya me despreocupo del cierre de control. ¡Ufff! que dura es esta subida. Me siento como Frodo Bolsón tratando de entrar en Mordor por el paso secreto a través de sus montañas con el anillo a cuestas, claro que Frodo era un hobbit y al ser de tamaño mediano le pusieron un anillo, y se ve que a mi como me ven extragrande, me han colgado una rueda de molino al cuello. El problema es que en montaña no hay ni magos, ni enanos, ni elfos que te puedan echar una mano, así que animo y para delante mi estimado bisonte.
Voy devorando metros de altitud sin nada reseñable que destacar (salvo los ánimos y las fotos de Chano y de Carlos Pérez y su grupo) hasta alcanzar el avituallamiento del descansillo que está a 1600 metros de altitud. En mitad de una ladera pelada y a la solana están mis 2 voluntarias favoritas de la prueba Nerea y Amanda, que me atienden con su mejor sonrisa. Aquí reside el verdadero secreto de esta fantástica prueba: sus voluntarios.
Dan la salida y tras un cómodo primer kilómetro, cogemos un sendero por la Reguera Oscura y comenzamos el ascenso a la cara norte del Cueto Salón. Me coloco a cola de pelotón en compañía de esta pintoresca comunidad del tractor que hemos creado para la carrera de hoy y que está compuesta por Javi Reguera, Juanjo Prieto, Laurina Blanco, Ana Midgley y el dorsal 40.
Primera subida del día en antepenúltima posición |
Ascendemos lentamente bajo la atenta supervisión de nuestro guardaespaldas privado el corredor escoba hasta coronar esta primera cumbre en el km 4. Estamos a 1300 metros de altitud y las vistas son espectaculares. Me descuelgo del grupo, dejo marchar por delante al corredor escoba y me detengo a inmortalizar la imponente visión del Picu Polvoreda que tengo delante.
Comienza la bajada, desciendo surfeando la escombrera y circulo a buen ritmo por el sendero que atraviesa el bosquecillo de hayas y robles hasta que a la altura del Pontón Cimero me encuentro de nuevo con Javi y Juanjo. La abultada experiencia acumulada tras muchas carreras a cola de pelotón me permiten constatar que nos hemos pasado con el ecoturismo y vamos bastante mal en nuestra lucha contra el crono. Les comento que vamos fatal de tiempo, que me da la sensación que Laurina no va a ser capaz de llegar en tiempo (ojala me hubiese equivocado con mi predicción). y prácticamente me los llevo a rastras para que no se me queden fuera en el cierre de control. Tras 2 km muy corribles llegamos de nuevo a Villalfeide (km 8) y cruzamos el arco de meta en 1h:03':56", con con apenas 11 minutos de margen sobre el tiempo establecido para cierre de control. Al pasar por meta me emociono con los comentarios que me dedica el gran Gobitu Bode, un fenómeno de persona que hoy ejerce labores de speaker. Correr no correré un pijo, pero nunca me faltan los ánimos y las palabras de cariño de la gente y eso siempre congratula.
Cogemos la Vía Bardalla y comienzo la segunda ascensión del día en la grata compañia de Miguel Bernardo Sariego. Subimos con calma hasta coronar a 1300 metros de altitud en 1h:35':10", Llegamos a mi tramo favorito de la prueba, me despido de Miguel y entro el bonito bosquecillo de robles por donde decido correr a ritmo vivo por primera vez en la prueba. Supero a mis compañeros de expedición Cañi y Javi Cancelo y en solitario me lanzo con cierta precaución en la bajada camino de Villafeide para no machacar los cuadriceps por descender a fuego como en ediciones anteriores.
Alcanzamos la parte alta del pueblo de Villafeide, parada rápida en avituallamiento y seguimos ruta camino del coloso alpino de la jornada. El primer tramo de subida es muy sencillo, hasta llegar al avituallamiento de La Peñica que esta a pie de montaña (km 16). Llegando al mismo veo en lontananza a mi fiel compañero de aventuras Jesus Linares con quién he escrito alguna de las paginas más gloriosas del tractorismo leonés (Peña del Tren 2014) y que hoy ejerce labores de fotógrafo. Como voy con los depósitos llenos y por puro postureo, me permito el lujo de subir los últimos 100-150 metros corriendo con el brío de una gacela... y Jesús me obsequia con alguna espectacular instantánea donde incluso me hace parecer atleta. Afortunadamente las fotos son estáticas y no revelan que a estas alturas detrás mía no venían más de 15 corredores (contando al escoba).Comienza la bajada, desciendo surfeando la escombrera y circulo a buen ritmo por el sendero que atraviesa el bosquecillo de hayas y robles hasta que a la altura del Pontón Cimero me encuentro de nuevo con Javi y Juanjo. La abultada experiencia acumulada tras muchas carreras a cola de pelotón me permiten constatar que nos hemos pasado con el ecoturismo y vamos bastante mal en nuestra lucha contra el crono. Les comento que vamos fatal de tiempo, que me da la sensación que Laurina no va a ser capaz de llegar en tiempo (ojala me hubiese equivocado con mi predicción). y prácticamente me los llevo a rastras para que no se me queden fuera en el cierre de control. Tras 2 km muy corribles llegamos de nuevo a Villalfeide (km 8) y cruzamos el arco de meta en 1h:03':56", con con apenas 11 minutos de margen sobre el tiempo establecido para cierre de control. Al pasar por meta me emociono con los comentarios que me dedica el gran Gobitu Bode, un fenómeno de persona que hoy ejerce labores de speaker. Correr no correré un pijo, pero nunca me faltan los ánimos y las palabras de cariño de la gente y eso siempre congratula.
Cogemos la Vía Bardalla y comienzo la segunda ascensión del día en la grata compañia de Miguel Bernardo Sariego. Subimos con calma hasta coronar a 1300 metros de altitud en 1h:35':10", Llegamos a mi tramo favorito de la prueba, me despido de Miguel y entro el bonito bosquecillo de robles por donde decido correr a ritmo vivo por primera vez en la prueba. Supero a mis compañeros de expedición Cañi y Javi Cancelo y en solitario me lanzo con cierta precaución en la bajada camino de Villafeide para no machacar los cuadriceps por descender a fuego como en ediciones anteriores.
Llegando al avituallamiento de La Peñica. Foto gentileza de Jesús Linares |
A unos 1500 metros de altitud en la subida al Picu Polvoreda (foto Coyança trail) |
Amanda y Nerea en el avituallamiento de altura y siempre atendiendo con una sonrisa ¡Un lujo! |
Superamos el descansillo de los 1600 metros y entramos en la parte más dura de la ascensión. Faltan 400 metros verticales a cumbre y la montaña ya no da ningún respiro hasta la cima.
Tomás Baños que hoy vuelve a competir tras 9 meses en le dique seco. Le digo que me coja rueda, que si quiere le marco la trazada en el tramo complicado de bajada. Prefiere bajar más despacio y arranco llevando a mi compañero Luis Regales de guardaespaldas. Es una bajada muy técnica por fuera de pista y hay que tener precaución. Bajo cómodo, pero con mucha precaución por miedo a quedarme sin piernas como en las tres ediciones previas. Llego al último avituallamiento sin contratiempos y lo más importante CON PIERNAS. Tomo un enantium que llevaba de reserva y me lanzo a deborar el último km de bajada antes de afrontar la última subida del día. Para mi sorpresa me quedo sin piernas a falta de unos 500 metros para llegar abajo. La misma historia de siempre pero está vez cuando menos lo esperaba. Los cuadriceps se me agarrotan y se me ponen duros como piedras. Me detengo e intento estirar sin ningún éxito. Toca tirar de experiencia y hoy no tengo ningunaa presión por el cierre de control. Arranco andando hasta llegar abajo (3h:52:24), con la esperanza de relajar piernas en él último km de subida. Afortunadamente subiendo la cosa mejora sobremanera, entiendo que el enantium ha hecho efecto (creo que tenía que haberlo tomado media hora antes). Corono el último pico en 4h:02:58 y me lanzo para abajo con más miedo que vergüenza. Me gusta bajar y la bajada es para correr a muerte, pero tengo miedo a quedarme tirado dados los antecedentes. Corro muy raro, con las piernas lo más estiradas posibles para limitar el trabajo de los grupos musculares superiores de las piernas. Atravesamos una pradería y veo delante a un grupo de 5-6 corredores. Mira que yo corro extraño, pero es que ellos no aparentan ir mucho mejor. Parecemos una secuencia rodada con zombies en "The Walking Dead". A medida que voy bajando me voy encontrando mejor, voy adelantando corredores y voy ganado confianza. Consigo alcanzar a gente conocida como Ramón Medina, Veronica Moreno (que todavía me debe las pegatinas que me quito en la pasada que me dió en Aquilinos) o Arcadio Sanchez.
Tomás Baños que hoy vuelve a competir tras 9 meses en le dique seco. Le digo que me coja rueda, que si quiere le marco la trazada en el tramo complicado de bajada. Prefiere bajar más despacio y arranco llevando a mi compañero Luis Regales de guardaespaldas. Es una bajada muy técnica por fuera de pista y hay que tener precaución. Bajo cómodo, pero con mucha precaución por miedo a quedarme sin piernas como en las tres ediciones previas. Llego al último avituallamiento sin contratiempos y lo más importante CON PIERNAS. Tomo un enantium que llevaba de reserva y me lanzo a deborar el último km de bajada antes de afrontar la última subida del día. Para mi sorpresa me quedo sin piernas a falta de unos 500 metros para llegar abajo. La misma historia de siempre pero está vez cuando menos lo esperaba. Los cuadriceps se me agarrotan y se me ponen duros como piedras. Me detengo e intento estirar sin ningún éxito. Toca tirar de experiencia y hoy no tengo ningunaa presión por el cierre de control. Arranco andando hasta llegar abajo (3h:52:24), con la esperanza de relajar piernas en él último km de subida. Afortunadamente subiendo la cosa mejora sobremanera, entiendo que el enantium ha hecho efecto (creo que tenía que haberlo tomado media hora antes). Corono el último pico en 4h:02:58 y me lanzo para abajo con más miedo que vergüenza. Me gusta bajar y la bajada es para correr a muerte, pero tengo miedo a quedarme tirado dados los antecedentes. Corro muy raro, con las piernas lo más estiradas posibles para limitar el trabajo de los grupos musculares superiores de las piernas. Atravesamos una pradería y veo delante a un grupo de 5-6 corredores. Mira que yo corro extraño, pero es que ellos no aparentan ir mucho mejor. Parecemos una secuencia rodada con zombies en "The Walking Dead". A medida que voy bajando me voy encontrando mejor, voy adelantando corredores y voy ganado confianza. Consigo alcanzar a gente conocida como Ramón Medina, Veronica Moreno (que todavía me debe las pegatinas que me quito en la pasada que me dió en Aquilinos) o Arcadio Sanchez.
Últimos metros de la bajada final, antes de entrar ene el pueblo de Villafeide (foto Cundi Vega) |
Finalmente he completado los 27,7 km con 3480 metros de desnivel acumulado (1790 positivos y 1790 negativos) de la prueba con un tiempo de 4h:15':09" un puesto 126 en categoría masculina sobre 168 en meta (191 en la salida) y apenas a 107 insignificantes minutos del ganador que fue un intratable Pablín Villa con nuevo récord de la prueba incluido 2h:28':33"
Tras cruzar el arco de meta |
En meta un niño me mira sorprendido al recogerme mi chip y con inocencia me dice "¡Jo! que alto eres". No puedo evitar que se me escape una sonrisa. Hay corredores buenos, rápidos, duros, lentos y luego estamos los ALTOS. Esas palabras resumen como me siento hoy. No es que sea alto, es que vengo crecido. Me han sobrado unos 45 minutos para el cierre de control y es la carrera que más he disfrutado en mucho tiempo.
Para finalizar llega la hora de extraer conclusiones:
1.- Poco me queda por decir de esta prueba que no haya dicho ya mil veces. Un recorrido espectacular, subiendo a una de las montañas más bonitas del Reino de León, con un entorno natural privilegiado como marco de fondo, si a estos ingredientes de partida le sumas el ingrediente secreto, que no es otro que una legión de voluntarios armados con su mejor sonrisa y unas tremendas ganas de colaborar y un pueblo volcado con una carrera que les ha puesto en el mapa merced al extraordinario trabajo del señor Javier Perez y el Club de Montaña Villafeide, el resultado final solo puede ser una prueba que no deja indiferente a nadie y a la que resulta muy complicado sacarle algún pero. Mientras nos sigan tratando así de bien, habrá que seguir viniendo año tras año.
2.- A título personal estoy muy contento. . Decía Aristóteles que debía de ser un tío muy espabilao en su época, que la virtud se encontraba en el mesotes o termino medio (también conocido como justo medio Aristotélico). El día que encuentre el equilibrio entre entrenar en serio y no entrenar apenas nada y acabar todas las carreras arrastrándome como una culebra, esto va a ser la leche porque hay que ver que bonito y que fácil es correr cuando tienes piernas y para muestra la carrera de hoy.
Cara de satisfacción en meta tras haber disfrutado de una carrera fantástica ( gentileza de Francisco Arcibo) |
Y dado que con la carrera de hoy he completado todos los objetivos del año, y que hasta la Transcandamia 2016 no tengo ya nada en mente, ahora a descansar como poco hasta septiembre (o hasta que me vuelva a apetecer correr de nuevo) y luego ¿quien sabe? Sayambre, Redes, Peñacorada, Calderones, Fontañan Express.... Time Will tell!
Nos vemos corriendo por montaña
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