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domingo, 31 de diciembre de 2017

Resumen temporada 2017

Hoy finaliza un año con muchas más sombras que luces  en el aspecto deportivo. Los persistentes y en ocasiones incapacitantes problemas de soleo y gemelo han marcado el devenir de una temporada en la que apenas pude correr seis carreras y en las que sólo disputé un par de carreras de las inicialmente proyectadas al comienzo de temporada. En un alarde de demagogia podría echarle la culpa a la mala suerte, pero lo cierto es que la culpa la tiene la combinación de una mala planificación, un peso impropio de la disciplina y el retroceso físico propio de la edad que irremediablemente hace mella en la condición física de cualquier deportista. Sin embargo no todo han sido sombras, las escasas luces de la temporada han sido efímeras pero sorprendentemente luminiscentes. Dos momentos puntuales cumplen esta premisa: El segundo puesto en el cajón de la prueba combinada de Villafeide-Polvoreda, siendo mi primer podio en diecisiete años, y por encima de este momento, alcanzado más por demérito de otros competidores que por merito propio, me quedo con  la diputa de mi primera prueba por etapas y por parejas en la Babia Sherpa Tour. La experiencia  de recuperar la competitividad perdida muchos años atrás y verme luchando por entrar en el TOP 15 de la prueba en dos exigentes días de competición me hicieron recuperar sensaciones que creía olvidadas.

El año finalizado ya es historia, ahora sólo queda pensar en la temporada que comienza con algún nuevo proyecto en mente y dos grandes retos por delante: la 1ª maratón Biosfera Trail y la Maratón ReinoAstur Nembra que este año será todavía más difícil con la nada desdeñable cifra de 55 kms de alta montaña. Esperemos que los vientos nos sean propicios.

Aquí dejo un resumen de la temporada:




Os deseo salud y un prospero año 2018 a todos . ¡Nos vemos corriendo por montaña!

viernes, 8 de diciembre de 2017

Carrera por Montaña Matallana de Torío 2017

Los corredores de montaña somos en ocasiones una suerte de modernos conquistadores, y como tal nos comportamos  de manera completamente  inconsciente. Viajamos grandes distancias para llegar a pueblos recónditos y apartados de los circuitos turísticos habituales, lugares que en muchos casos nunca llegaríamos a conocer si no fuera por la existencia de carreras, corremos lo más rápido que podemos para conquistar esa ansiada pancarta de meta, y nos volvemos a casa con el botín conseguido, en algunos casos son botines materiales -trofeo, medalla de finisher o una  bolsa del corredor cargada de obsequios y productos locales- , en otros son botines de carácter intangible -recuerdos gravados en fuego en la memoría-, pero al igual que previamente hicieron  los  romanos con el oro de Las Medulas, o los españoles con la plata de Potosí, pocas veces nos paramos a pensar en el ingente trabajo que subyace bajo estos recursos que nos llevamos, o dicho de otra manera menos prosaica, no analizamos el ingente trabajo acumulado por organizadores y voluntarios para que esas carreras puedan existir. Lo vemos como una suerte de derecho personal, porque para eso pagamos una inscripción, y no como un  privilegio fruto de los desvelos de esos aborígenes locales que lo hacen posible. Solemos mirar pero somos incapaces de ver, y esto sucede de manera irremediable  hasta que un golpe de timón del destino  nos permite ver con claridad.  En mi caso, esto sucedió dos años atrás en este mismo lugar, cuando la nao comandada por este intrépido capitán de agua salada que buscaba desesperadamente el Dorado,  embarrancó en las dulces y poco profundas  aguas del curso medio del Río Torío, y allí tuvo su  primer contacto con  los aborígenes locales que habitaban estas tierras de media montaña, gentes amables, nobles y trabajadoras que luchaban por dar a conocer y por sacar adelante su incipiente proyecto de carrera por montaña. Y  ahora es cuando como buen colonizador, desde la visión etnocéntrica de hombre blanco, debería decir  sin rubor que yo decidí adoptarlos, nada más lejos de la realidad por otro lado, lo cierto es que al igual que los misioneros jesuitas que se adentraron en la selva amazónica buscando  evangelizar a las tribus locales, y sin darse cuenta acabaron ellos mismos  convertidos en indios, en mi caso fueron Miguel, Camino y Joaquín los que me adoptaron a mi, y desde entonces viajo cómodamente instalado en lo alto de este pequeño  icerberg de altruismo que navega a la deriva por el inmenso océano de interés económicos en el que por momentos se está convirtiendo nuestro mundo de las carreras por montaña, intentando no derretirse por el camino. He visto a los organizadores trabajar muy duro para sacar adelante este bonito proyecto contra viento y marea, abriendo a mano y sin la ayuda de ninguna maquinaria más de 5 kilómetros de sendas a través de espesos bosques, buscar lugares emblemáticos que permanecían abandonados -trincheras de la Guera Civil, antiguos castros astures, edificaciones civiles como el Calero o vías de comunicación en desuso como la Via Bardaya- para ponerlos en valor, les he visto aunar voluntades con la dificultad que eso entraña en una tierra como la nuestra,  para que la administración local y los habitantes locales  remarán todos juntos  en la misma dirección, consiguiendo  que todos se ilusionasen y se sintiesen importantes en este proyecto,  y por encima de todo consiguiendo  poner de nuevo a este pequeño y olvidado  municipio de la montaña leonesa en el mapa. No pueden devolver el empleo y  la vitalidad que esta tierra minera  tuvo en tiempos pasados, pero si pueden contribuir a pequeña escala a  dinamizar el comercio y la hostelería local, y lo más importante  a recuperar el orgullo y la autoestima  que la crisis del carbón se llevó por delante. Esta tierra acogedora es una maravilla, sus gentes cuando trabajan unidas son insuperables, y el futuro lo escribirán ellos y sus hijos con sus ganas de seguir luchando, esto es algo que no deben de olvidar.  Y todo lo anteriormente expuesto ha sido realizado desde el altruismo más absoluto, porque los organizadores no sólo no buscan el beneficio económico, sino que evitan el reconocimiento personal que se esconde detrás del ego individual que en mayor o menos medida todos los humanos tenemos. Cualquier  pequeño granito de arena que puedes haber aportado al proyecto, ellos te lo devuelven multiplicado por cien en forma de gratitud y reconocimiento, entenderéis  que no pueda ser objetivo con una prueba que he visto nacer y crecer, y con la que me siendo totalmente identificado, ya que siendo de fuera, me han hecho sentir uno más de la casa. Y tras el tostón que os acabo de colar como introducción, y por si todavía queda algún lector despistado por aquí, os voy a hablar de la carrera.

Tres Tractores y un destino en la salida: Tomás Baños, Kubota y el Bisonte del Carbayedo
 Llega el día marcado en rojo en  el calendario, todo  el trabajo acumulado durante los últimos 364 días se pone a prueba en apenas una mañana y todo debe salir perfecto, Como ante cualquier examen siempre llegan las dudas de última hora, lo que me lleva a estar  desde las 4 de la mañana despierto y dándole vueltas a la cabeza por los nervios. Y aquí estamos, en una fría mañana leonesa, con -5ªC de temperatura y un radiante cielo azul esperando a que todo el mecanismo se ponga en funcionamiento. A las 9 en punto se da la salida y arranca la prueba. Salimos  de Robles de la Valcueva, cogemos el camino de tierra y en menos de 300 metros  ya estamos pisando nieve, esa estrella invitada que nos acompañará durante más de un 90% de la prueba convirtiéndose en protagonista indiscutible de la jornada. Mi planteamiento inicial es correr muy rápido al principio para tener margen en el tramo final de la prueba que es muy duro y  donde con total seguridad voy a llegar reptando como una culebra, aún así a las primeras de cambio me detengo para hacerme fotos con Tomás Baños...y lo más  preocupante es que las fotos nos las hace Javi Villafeide  que ejerce de corredor escoba  lo que da una idea clara de la velocidad endiablada que llevamos.

Con el maestro Baños en la ascensión al Alto de la Cota con el Picu Polvoreda de fondo 
Primera ascensión de la jornada (foto gentileza de Boscox Trail)
 Ascendemos por una cómoda pista la primera de las 7 cumbres de la jornada, hacemos cumbre en el Alto de la Cota (km 1,35 - tiempo 15':10").  Bajada rápida por cortafuegos, un sencillo tramo llano por senda y carretera y alcanzamos  el pueblo de Pardavé. Cruzamos el puente sobre el Río Torío y tras pasar por un un túnel bajo la carretera  León-Coyanzo comenzamos la ascensión al Canto Sardón  (km 5,3 - tiempo  37':55")
Tramo incial de ascensión al Canto Sardón (Foto gentileza de Cundi Vega)
Por delante 1,7 kms de ascensión, con un tramo inicial  más pindio por terreno de piedra suelta, para posteriormente enlazar  con un  un estrecho sendero nevado  que a través de un bosquecillo de robles y encinas nos lleva a coronar esta cómoda segunda ascensión con una espectacular vista del Picu Polvoreda completamente nevado como telón de fondo (km 7- tiempo 1h:00':10")

Bajada rápida de nuevo por pistas hasta el pueblo de Naredo de Fenar donde se encuentra el primer avituallamiento solido del día (km 9,6 -1h:16':52"). Otro tramo llano por carretera para correr y tras cruzar las vías del tren comenzamos la tercera ascensión de la jornada, una doble cumbre que nos llevará primero al Alto del Castro y posteriormente a la Collada del Horno . De nuevo sendas nevadas  desbrozadas a mano entre bosque de robles centenarios hasta pisar una cumbre (km 10 - tiempo 1h:49':13"), donde se encuentran  los restos de lo que pudiera ser un antiguo castro astur, o  quizas los restos de trincheras de la Guerra Civil.
El Bisonte del Carbayedo perfectamente mimetizado con el entorno nevado durante la tercera ascensión
Sin tiempo que perder  iniciamos el descenso por una bajada corta pero muy pendiente y con algún tramo embarrado  entre felechos  que guarda ya una considerable dificultad técnica. Llegando abajo me encuentro con un corredor que se  ha caído durante el descenso con la mala fortuna de haberse  clavado un palo en la mano. El chico baja muy dolorido y la lesión no tiene buena pinta, va en compañía de otro corredor, por lo que lo más acertado es incrementar el ritmo y buscar con celeridad la ayuda de voluntarios para que  lo evacuen lo antes posible. Por mucho que nos digan que se trata de gajes del oficio, siempre te deja mal cuerpo ver a un compañero lesionado, más que nada por que es imposible no pensar que eso mismo te puede suceder a ti en cualquier momento.

Bajando de La Colada del Horno 
Casi sin darnos cuenta alcanzamos uno de los puntos más carismáticos  de la prueba, el cruce del rio Torio, y es que hay que estar un poco loco o te tiene que gustar mucho correr por montaña, para cruzar un río de montaña en el mes de diciembre y con el agua a una temperatura estimada de 10ºC, pero esto es León y aquí somos somos todos gente aguerrida. Lo cierto es que a mi me encanta y creo que este tramo concreto le aporta personalidad a la prueba, aunque habrá mucha gente que no este de acuerdo con mi opinión.  Hay mucha expectación,  y tengo que apurar al bueno de Tomás Baños que se ha detenido en mitad del río con el fin de posar ante los múltiples fotógrafos que se agolpan en el margen opuesto del curso fluvial y me está robando protagonismo, y es que los tractoristas correr no correremos un pijo, pero el postureo y una buena foto para la posteridad,  nos gustan más que un fotocall y una alfombra roja a las estrellas del cine.

Cruce del Río Torío 
Con cara de sorpresa: ¿Pero este "reguerín" ye el famosu río? 
Con 2h:14':06" en las piernas y al paso por el kilómetro 12 aproximadamente, el cruce del río marca el  fin del tramo de  calentamiento y el comienzo de la carrera en sentido estricto , y decir que hasta ahora hemos estado calentando cuando la  temperatura ambiente  ronda los 0ªC,  tras correr por nieve más de 10 kms  y llevar los pies mojados por haber cruzado un río de aguas gélidas  es para que a uno le encierren en el sanatorio mental más próximo. Abandonamos el  río por un sendero embarrado, pasamos al lado  de la estación de Matallana y enlazamos con la emblemática Via Bardaya, antigua ruta por la que se sacaba el carbón de la zona. Un tramo llano por la citada vía, giramos a la derecha y comenzamos la subida a Los Mapas, cuarta cumbre del día. El tramos inicial es el más complicado, se han formado placas de hielo sobre la piedra y el barro, y resbala mucho, además sopla una aire frío del norte que es mucho mejor y más barato  para mantener tersa la piel del rostro  que el todo el ácido hialurónico que se inyectan los famosos.  Finalizado este tramo inicial entramos de de nuevo en una preciosa senda que zizaguea entre robles y escobas hasta que por sorpresa alcanzamos  la cumbre a unos 1200 metros de altitud. De nuevo sin tiempo que  perder  rápida bajada  con algún tramo  técnico que nos lleva al primer control de paso de la jornada.

Al paso por Miranda de Matallana (km 15,3) donde se encuentra el primer punto de corte mi reloj marca 2h:43':06", por lo que llevo media hora ganada al cierre de control, y con ese margen se que salvo lesión grave,  voy a entrar en tiempo en meta aunque tenga que hacer lo que resta de carrera andando. Con la moral a tope y las piernas razonablemente intactas a nivel muscular comienzo la quinta ascensión de la jornada. Sin contratiempos y a un ritmo bastante aceptable consigo coronar el Alto del Calero (3h:05':48") y entramos en un tramo de falso llano entre escobas donde se puede  correr muy rápido, antes de alcanzar la pequeña bajada que nos lleva hasta  Valdesalinas.

Saúl Jiménez en el tramo de descenso camino de Valdesalinas
Al alcanzar ese pequeño tramo de descenso, me encuentro con que al ser cara norte y producto del paso de más de 250 corredores previamente, la nieve se ha compactado formando un tobogán de hielo en algunas zonas. Por falta de pericia y confianza, decido bajar sentado, lo que demostró ser una mala decisión.  Me siento y decido bajar de culo con los bastones en la mano, sin pararme a pensar que una vez que pones en marcha 98 kgs  por una superficie pendiente y altamente deslizante,  y tan pronto como la fuerza de la gravedad entra en acción,  es muy difícil detener semejante masa móvil,  así que pierdo el control,  suelto los bastones y bajo sin control hasta  me detengo en seco tras chocar contra unas escobas y unas piedras. ¡Un montón de años corriendo por el monte y las sigo liando como Amancio a las primeras de cambio! Por vergüenza ante tan maña  torpeza,  me levanto de un salto para que no se note mucho lo inútil que soy, , recojo los bastones e intento arrancar caminando mientras analizo las consecuencias de tan estúpido incidente.
Disfrutando del Aquapark de Benidorm momentos antes de pegarme el "hostión".
Escucho a Paquito Bañeza que viene justo detrás comentar: - Menuda raja que tienes.
Lo  primero que pienso es que me he cargado el pantalón y que voy entrar en meta enseñando el culo convertido en  stripper de Las Vegas.  Le pregunto  si es el pantalón , y me contesta  que la raja la tengo en ambos gemelos.  Me detengo a un lado, le dejo pasar  y compruebo lo expuesto. Efectivamente  al golpearme con alguna piedra, es como si alguien me hubiese cortado ambos músculos con un alambre,  veo  una fina  brecha que me atraviesa transversalmente ambos gemelos, aunque entre la tensión del golpe y el frío  lo cierto es que tengo la sensación de ir completamente anestesiado y no siento ni el más mínimo dolor. Sigo caminando con mucha precaución y confío en que se trate de un corte superficial que no me impida continuar.

Valle de Valdesalinas con la peña al fondo
Alcanzo  al amplio valle de Valdesalinas que luce un precisoso manto blanco y ante mi se abre una inmensa pradería con poca pendiente  donde se podría  correr muy rápido, pero opto por hacerla andando  hasta que pueda emitir un diagnóstico fiable de mi situación física. Al final de la vega se divisa la  peña donde otrora hubo una ermita y donde espera de voluntario Javier NistalAsciendo la peña,  nos descolgamos por una corta, pero muy complicada  canal que debemos descender agarrados a una cuerda y alcanzamos el avituallamiento situado en el km 17,5 (3h:09':37").

Llegando al alto de la peña con el Valle de Valdesalinas al fondo (foto gentileza de Javier Nistal)
Asciendo la peña,  nos descolgamos por una corta, pero muy complicada  canal que debemos descender agarrados a una cuerda y alcanzamos el avituallamiento situado en el km 17,5 (3h:09':37").

Tramo muy técnico de descenso de la peña 
Por delante  algo más de 10 kms y dos cumbres todavía por superar antes de alcanzar la meta. Comienza la ascensión al Coto Salón, que alcanzando la cota de los 1500 metros se convierte en el coloso alpino de la jornada. Salgo del avituallamiento y afronto los 2 kilómetros de ascensión que tras superar unos 450 metros de desnivel acumulado me permitan alcanzar esta bonita cumbre. Enciendo el MP3 para que la música me ayude con el esfuerzo, agacho la cabeza y comienzo la dura ascensión por un estrecho sendero que zigzaguea de nuevo por un tupido bosque de robles centenarios. Pongo la altitud en el reloj y me centro en ascender en solitario mientras veo subir la cota en el altímetro, porque aquí no hay deporte de equipo, ni ayudas externas, es un duelo a cara de perro entre la montaña y el que la asciende.

Tramo final de ascensión al Coto Salón

Bandera de León ondeando a escasos metros de la cumbre del Coto Salón
Poco a poco voy ganando altura  sin divisar en ningún momento la cumbre,  hasta que por sorpresa aparece una bandera de León que ondea al viento y que marca la cima. Acabamos de alcanzar la cumbre del Coto Salón (km 19,4 - tiempo 3h:51.56"). Estamos en el que sin lugar a dudas es el punto más emblemático de toda la carrera.  En medio de la espesa vegetación y  casi completamente oculta bajo la nieve  aparece la Casamata, el nido de ametralladoras de la Guerra civil que en perfecta simbiosis con la naturaleza se encuentra en un sorprendente buen estado de conservación y nos recuerda que hace apenas ocho  décadas   en este país hubo un terrible enfrentamiento entre hermanos por culpa de la puñetera política. Me detengo por espacio de unos 5 minutos, con tiempo para hacerme una foto con Paquito que viene unos metros por detrás , y para disfrutar con las increíbles vistas
Con Paquito en la Cumbre de Coto Salón
Al norte se presenta majestuosa esa imponente pirámide de piedra de 2007 metros que es el  Picu Polvoreda y que con su tupido manto blanco ejerce una fuerza magnética que hipnotiza.  Junto al Polvoreda, aparece un  pleyade  de cumbres nevadas,  cuya visión te traslada a otras latitudes con climas polares. Girando 180 grados, y mirando al sur aparece  la interminable  llanura leonesa que se presenta vestida de blanco y que nos muestra gráficamente porque el nido de ametralladoras se encontraba  casualmente  dispuesto en este preciso lugar. Las vistas son sencillamente sublimes y más en un día como despejado como el que tenemos hoy.

Así de esplendido luce el Picu Polvoreda (2007 metros) desde la cumbre del Coto Salón.
La parte inicial del descenso  discurre por un sendero en buen estado  entre escobas, y donde a pesar de estar cubierto de nieve se puede bajar relativamente  rápido, pero yo voy  muy despacio y con una inseguridad terrible. Entre el accidente del corredor evacuado en la tercera bajada y mi caída bajando camino de Valdesalinas, voy completamente cruzado, y tengo la sensación de bajar conduciendo  un tractor   con ruedas cuadradas. Poco a poco me van adelantando corredores que se escapan sin que les pueda seguir, y es que soy consciente de que estoy bajando de una manera lamentable, tanto que no no se había  visto nada más triste desde la muerte de Chanquete en Verano Azul.  Acabamos el tramo inicial de descenso y enlazamos  de nuevo con  sendas que atraviesan el bosque, la pendiente se incrementa, el barro se convierte en protagonista y mi problema empeora. Voy completamente bloqueado mentalmente, midiendo cada pisada como si estuviese escayolado de ambas piernas y en vez de bastones bajara apoyado en muletas, lo que hace que además de bajar muy despacio, vaya acumulando mucho cansancio por la tensión que me está generando la situación. La bajada se me hace interminable y noto los primeros amagos de calambre. Finalmente llego abajo y una sensación de alivio se apodera de mi, tanto que me permito el lujo de pasar  saltando y haciendo el tonto por delante del bueno de Cundi Vega que está ejerciendo de fotógrafo como en tantas otras ocasiones. Y es que al igual que el vídeo acabo con la estrella de la radio, el postureo va camino de acabar con el corredor popular.
El autentico y genuino  Cojo Manteca, el corredor que sólo tenía una pierna (foto gentileza Cundi Vega)
Llegamos a La Valcueva (km 22). He tardado 40 minutos en recorrer los apenas 2,7 kms de descenso, lo que significa  que he bajado a la deprimente  velocidad de 13,5 min/km, o lo que es lo mismo he marcado un nuevo hito tardando el mismo tiempo en bajar que en subir.

 Apenas un  kilómetro de falso llano descendente   por carretera  hasta alcanzar el avituallamiento de Palazuelo de La valcueva  donde sigo  completamente agarrotado . Y en este punto (km 24-   tiempo 4h:35':27"), me gasto todos los comodines que me quedan en la baraja: enantium, pastilla de magnesio e ingesta de bebida isotónica en abundancia, algo que había olvidado a lo largo de la mañana por las bajas temperaturas.

El tiempo no es un problema, pero el deterioro muscular es manifiesto y los casi 5 kms que quedan a meta se me van a hacer más largos que noventa  minutos en el Santiago Bernabeu.  El tramo de ascensión inicial  al Alto de la Cruz  es tendido  y muy sencillo, aún  así  en seguida empiezan los calambres en el basto interno de ambas piernas. Por experiencia sé que es imposible intentar estirar este grupo muscular completo  a estas alturas  porque los calambres  aparecen en otros grupos musculares reflejos. Solo queda bajar ritmo e intentar subir con calma esperando que el enantium  haga su trabajo y me ayude a relajar muscularmente.
Así de bonita se veía la subida al Alto de la Cruz
Tramo intermedio de ascensión al Alto de la Cruz
En compañía de Paquito  consigo coronar (km 25,2- tiempo 4h:58':34").  Una breve parada con los voluntarios, una pequeña pero técnica bajada y enfrentamos la última subida, pues para sorpresa de quien no conozca el recorrido,  se trata de una doble cumbre.

Posando con los voluntarios en el Altoide la Cruz
Corono el último repecho a 3 kms de meta, cuelgo los bastones en la espalda para bajar con ambas manos libres y  afronto el tramo final  . Por delante casi  un kilómetro inicial  por cortafuegos con poco desnivel  y donde se podría correr muy rápido si se tuviesen piernas, pero sigo con amago de calambres en el soleo-gemelo que me lleva dando guerra toda la temporada, y a 2 kms de meta te desvías de nuevo y comienzas la bajada por un sendero técnico que zigzaguea por el bosque. Lo afronto con temor dados los  antecedentes, sin embargo y para mi sorpresa, esta bajada la hago con mucha soltura y corriendo integramente. Han pasado tres cuartos de horas  desde el avituallamiento y parece que el magnesio y el enantium han hecho su trabajo, y ya sea por un efecto químico real,  por efecto placebo, o una combinación de ambos efectos, lo cierto es que por arte de magia han desparecido los calambres, y lo más importante de todo es que he recuperado la confianza bajando. Y entramos en un campo interesante que no todos los deportistas trabajan: la psicología. La cabeza es un 50% de los resultados en deporte, cuando la mente funciona, el cuerpo saca fuerzas de la más absoluta nada. Continuo el descenso, salgo del bosque y afronto el último kilómetro de bajada corriendo a ritmos muy elevados, para entrar en el pueblo y acabar la carrera, y por ende la temporada, esprintando como es habitual.

Cruzo la meta en el puesto 151 con un tiempo de 5h:22:05" a poco más de un suspiro  (apena s 2h:05':36"  de nada) del ganador Guzman Gonzalez Mantecón, joven atleta leonés que viene pisando muy fuerte y que pronto nos dará muchas alegrías en esta deporte donde apunta maneras de corredor de grandísimo nivel.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, y al aparecer bisontes que hablan y esas cosas, nuestro cuento cobra categoría de  fabula, y como tal  debe de tener una moraleja que la ilustre, así que hoy en vez de conclusiones, incluiremos moraleja:

1.- Acaba una temporada muy extraña, con pocas luces y muchas sombras, tantas y tan oscuras  que daría para escribir una trilogía que dejaría al mismísimo Grey convertido en cuento infantil. Sólo   he podido disputar 6 carreras por culpa de los persistentes problemas musculares. Habrá tiempo de analizar todo con calma, asumir los errores de planificación y plantear cambios. Lo que queda claro es que o cambio mi manera de afrontar está disciplina o me quedan  pocos años corriendo  por montaña.

2.- No soy objetivo porque estoy muy vinculado a la prueba, pero fuera  de los percances personales y más allá de los problemas que me han llevado a pasarlo muy mal en algún tramo de la prueba, ha sido uno de los días que más he disfrutado en mi vida corriendo por el monte. La nieve es un elemento mágico para cualquier corredor de montaña y hoy hemos tenido nieve en más de un 90% de la carrera. En muchos momentos de la prueba he tenido la sensación de estar reviviendo  mi participación en la que siempre ha sido mi carrera favorita - Carrera por montaña  Alto Sil-, con la particularidad de que Matallana es una carrera con una fuerte personalidad propia -el cruce temprano del río Torio, La Via Bardaya, el Calero y por encima de todos la  cumbre de Coto Salón hacen que esta prueba sea de esas que merece la pena correr. Yo seguiré colaborando con la prueba en todo aquello que me pidan y me resulte posible, y si los viejos dioses astures me son propicios, espero poder seguir viniendo una y otra vez por muchos más  años para seguir viendo crecer este fantástico proyecto deportivo del que a día de hoy resulta difícil vislumbrar cual es su techo. Por todo  ello quiere dar las gracias públicamente a Miguel, Camino y Joaquin, las 3 personas que han dado vida a esta criatura por todo lo que han conseguido hacer, y por mostrarnos  que sigue habiendo otra manera de entender el deporte, que es posible generar un proyecto de altísima calidad y sin coste para el corredor (la palabra GRATIS en el mundo de lo políticamente correcto puede generar suspicacias en ciertos estamentos de nuestra disciplina), porque lo importante es reducir al máximo lo gastos superfluos o prescindibles, y centrar todos los esfuerzos y conocimientos en maximizar los escasos recursos disponibles para atender al verdadero protagonista de esta fiesta que no es otro que  el CORREDOR, de manera que  todos los participantes,  desde el primero al último, se sientan igual de importantes, porque lo realmente lo son. Cuando dentro de algunos años, espero que muchos,  deje de correr, todo lo que quedará de mi paso por este deporte serán   un montón de batallitas contadas con mayor o menor tino en este blog, y a un montón de recuerdos grabados a fuego en la mente, y esta carrera tendrá un hueco especial entre ellos.

La temporada 2017 ya es historia, ahora toca descansar y con calma pensar en el año que pronto comenzará. Mientras nos quede ilusión y motivación, la montaña siempre seguirá  esperándonos y  guiando nuestros anhelos y  sueños de superación.

MUCHAS GRACIAS a todos los que habéis compartido kilómetros, esfuerzos  y momentos esta temporada. No se todavía ni donde, ni cuando...pero nos volveremos a ver en la alguna carrera en 2018

Perfil de la prueba

lunes, 27 de noviembre de 2017

La abuela "finisher" de Fabián Roncero y la falta de respeto al corredor popular

“Hasta mi abuela es finisher tardando 18 horas. ¿Qué mérito tiene eso?”  Esta contundente reflexión pronunciada recientemente por Fabián  Roncero es una  muestra más de la corriente crítica contra el deportista popular que sigue creciendo  dentro del mundo de  las carreras pedestres. Esta corriente de opinión, que al menos públicamente sigue siendo minoritaria, solía centrar sus críticas en las carreras de asfalto con andanadas del estilo ¿cualquier corredor que acaba una maratón debe de ser considerado maratonista?, pero  hasta ahora afortunadamente habían olvidado nuestro mundo de las carreras por montaña, probablemente porque para muchos practicantes del atletismo tradicional   los que corremos por montaña somos bichos raros que ni siquiera  merecemos la consideración de atletas.  No obstante algún palo nos suele caer,  a veces son atletas  de alto nivel cegados por su ego y brillo interior –como podría ser el caso que nos compete-, en otros casos son autoproclamados gurús del deporte guiados por su marcada falta de luces –Josef Ajram entraría en esta categoría- los que disparan sin piedad contra los corredores de menor nivel, esos a los que desprecian por su escaso desempeño físico y a los que despectivamente suelen  consideran “runners”, por no llamarlos directamente inútiles o globeros que suena más feo.
¿Y por qué empieza a suceder esto  cada vez con más frecuencia? Fundamentalmente porque ha comenzado a entrar dinero en el mundo de las carreras por montaña, y paradójicamente en algunas ocasiones no son los corredores elite los que se están beneficiando de manera exclusiva, dándose casos de corredores marcadamente populares que han conseguido importante repercusión a nivel mediático e incluso a nivel de patrocinios con su manera desenfadada  de entender este deporte y parece que esto no gusta a determinados deportistas de nivel que de alguna manera se sienten ninguneados por no alcanzar la repercusión mediática y la consecuente repercusión económica  que creen merecer.
Cabe reseñar que los ataques siempre vienen desde fuera del propio mundo del trail, disciplina donde la coexistencia entre élites y populares hasta el momento siempre  resulta ejemplar y donde aparentemente hay  una perfecta simbiosis entre ambos colectivos,  los populares admiran a los élite y los élite a su vez  muestran respeto por los populares. Este fenómeno probablemente derive  de   que todos los que corren por montaña, independientemente de su nivel físico, son conscientes de que el verdadero  rival al que uno se enfrenta en este tipo de pruebas de elevado desgaste físico es uno mismo, teniendo el mismo merito completar un carrera de 20, 60 o 100 kms para todos sus participantes, los primeros por el altísimo ritmo que son capaces de mantener durante muchos kilómetros,  y los últimos por la cantidad de horas que se mantienen activos para superar las dificultades orográficas, sumado a  las grandes dificultades personales que deben de afrontar antes de cruzar esa ansiada  línea de meta. Y es que aunque suene tópico  no todo el mundo tiene la genética, los medios y el tiempo necesario para entrenar como un atleta profesional, e intentar preparar pruebas de gran resistencia física, da igual que sean carreras por montaña, triatlones o pruebas ciclistas, compatibilizando entrenamientos con trabajos extenuantes, obligaciones personales de diversa índole y/o familias con niños, hace que las condiciones de partida ya sean diferentes para ambos colectivos. Quizá por eso duele ver a un atleta como el señor Roncero, que  por resultados y marcas conseguidas es sin lugar a dudas una de los mejores atletas españoles de toda la historia, lanzar gratuitamente  un comentario tan despectivo hacia todos aquellos  corredores que tanto le admiran. 
Estimado Fabián, posiblemente nunca llegará a leer estas líneas, sin embargo me permito la licencia de afirmar que no ha aprendido usted nada en los muchos años que ha estado practicando atletismo, y se lo digo desde el cariño que usted no muestra por otros compañeros de fatiga,  porque una de las máximas que se inculcaban a los atletas, al menos así era cuando yo entrenaba, era el RESPETO por todos y cada uno de los rivales con los que uno competía independientemente de su nivel competitivo. Alguien que ningunea a otros competidores, podrá correr muy rápido y será un buen corredor, pero siempre será un mal deportista, y si me apura un atleta pésimo, porque atletismo es sinónimo de  RESPETO, SACRIFICIO y HUMILDAD, y en el fondo de la cuestión   la única diferencia entre usted y esos corredores a los que ningunea y desprecia, es que usted es capaz de desplazarte a pie mucho más rápido que ellos, pero olvida que la distancia recorrida siempre es la misma para todos.
Y se lo digo yo que corriendo soy más malo que la carne de perro, que  no paso de senderista pretencioso porque mi nivel físico  no me da para ser considerado ni siquiera corredor – de atleta ya mejor ni hablamos- aunque hubo una época muy, muy  lejana donde era capaz de correr un poco menos despacio que ahora, nada especialmente destacable para cualquier atleta de nivel medio, sin embargo  bajar de 1h:15 en media maratón o de 33 minutos en 10.000 metros me permitió conseguir alguna medalla o algún buen puesto en categorías inferiores, lo cierto es que inexplicablemente  llegué hasta la categoría promesa  “haciendo que corría”, aunque siendo realistas  nunca prometí nada como deportista. Esos pequeños logros de los que le hablo se reducen hoy en día a unos cuantos trofeos herrumbrosos  en un rincón lúgubre y olvidado del trastero, sin embargo conservo intactos un montón de recuerdos asociados a las carreras por montaña, carreras como  Alto Sil 2012  donde peleando con terribles calambres desde que quedaban  10 kms a meta, disputando en compañía del escoba los último 3 kms, conseguí alcanzar la meta con apenas segundos de margen sobre el cierre de control, ese día lógicamente  no gané a nadie, posiblemente llegué muchos minutos detrás de su abuela don Fabián, sin embargo esa sensación de orgullo que acompaña a la  superación personal es algo que nunca sentirá usted señor Roncero, porque este deporte es mucho más que una marca o un buen puesto, es una batalla constante de superación personal, y  quién no entienda esta sencilla premisa de partida, no entiende nada de deporte.  Por lo anteriormente expuesto  creo que se ha equivocado de manera notable señor Roncero, si realmente piensa lo que ha dicho es usted una persona  soberbia, y si sólo lo ha dicho con el fin de crear cierta polémica con el fin de promocionar su nuevo libro, permítame que le diga que es usted muy torpe porque no se ha detenido a valorar que son precisamente esos corredores que minusvalora los compradores potenciales de  su libro ¿O acaso cree que a los corredores élite les importan sus peripecias vitales?

Por cierto señor Roncero, y ya por acabar esta breve reflexión personal en voz alta,  he leído un comentario de otro corredor contestándole en otra plataforma donde  aseguran que  participó usted en la Zegama-Aizkorri y abandonó sin llegar a meta, por más que he buscado este dato no lo he podido confirmar, si así fuera sería una lástima que su abuela no le hubieses esperado para marcarle el ritmo como a todos  esos corredores populares que si consiguieron llegar a meta ese día, populares que TE GANARON, porque el que llega a meta siempre está por delante del que abandona, y a su vez por delante de quién ni siquiera se molesta en intentarlo, y no he escuchado a ninguno de esos populares  criticarte por abandonar  ¿Qué cosas no?. Por eso es tan importante ser humilde en la vida, porque en el fondo tiene usted razón, hasta su abuela puede acabar un ultra en 18 horas…pero HAY QUE ACABARLA.

jueves, 24 de agosto de 2017

Kilómetro vertical Villafeide-Polvoreda 2017

Han pasado ya casi 3 lustros desde que disputé mi primera carrera de montaña y sin embargo hasta ahora nunca me había enfrentado a un kilómetro vertical. Y es que cuando tu  peso corporal ronda los 100 kilogramos, ascender 1000 metros positivos en el menor tiempo posible y de manera agónica,  se presenta como una labor titánica, convirtiendo la misión en  en una especie de versión rustica del Señor de los Anillos  donde alcanzar cumbre se presenta tan complicado como alcanzar las entrañas del mismísimo Mordor, claro que Frodo Bolsón sólo llevaba un pequeño anillo al cuello y a mi me han cargado con  una rueda de molino a la espalda, lo que dificulta seriamente  mi misión.

En cualquier caso la decisión ya está tomada, ha llegado el momento de enfrentarme a mi primer kilómetro vertical  y no se me ocurre mejor lugar  ni me mejor carrera para hacerlo, al fin y al cabo voy a correr en la montaña de 2000 metros que más veces he ascendido en mi vida, y en el seno de una prueba fantástica, de contrastada calidad organizativa y  donde siempre  se trata al corredor con un respeto reverencial.

Llego a la Villalfeide, recojo el dorsal, saludo a los compañeros y rápidamente me desplazo al punto de partida ya que  saldré  apenas 60 segundos  después de la pareja  que abre pista.  A las 17:15  y bajo un sol implacable, se abre el telón y comienza el espectáculo con  Victoria Santamaría y el ilustre Tomás Baños, mi habitual compañero de aventuras. Nervios, un último abrazo con mi  amigo Alfredo Álvarez,  quién hoy será mi pareja de baile,  y a las 15:16 suena el chupinazo y arranca nuestro improvisado encierro alpino.  Y es que Villafeide ha creado una nueva modalidad de encierro, si en el clásico encierro al estilo San Fermín  los mozos  corren despavoridos  delante de los toros por las calles de una población , aquí lo han hecho al revés, han decidido soltar un bisonte salvaje  monte arriba y detrás saldrán como postas los corredores  en intervalos de minuto con el objetivo de dar caza del susodicho animal, o dicho de otra manera en lugar de soltar una liebre para lanzar la prueba como es habitual en atletismo, en Villafeide han ido un paso más allá y han liberado un herbívoro de gran tamaño.
Saliendo en compañía de Alfredo Álvarez (foto Berto La Vid)
Saliendo al galope de toriles. Foto Sául Jiménez)
Primeros 100 metros de la prueba (foto de Berto La Vid)
Con pelaje marrón oscuro, 95,8 kgs de peso y su habitual uniforme de "camuflaje" rojiblanco,  sale al galope el Bisonte del Carvayedo, nuestro animal favorito del universo trail.

Atravesamos el pueblo por la calle principal y enlazamos con la senda de teirra que nos lleva a La Peñica. Salgo rapidísimo lo que me permite alcanzar a Tomás Baños cuando apenas llevamos disputados unos 850 metros.  A partir de aquí comienzo a caminar en los repechos y Tomas que corre a un ritmo constante  me vuelve a adelantar. He pasado el primer kilómetro en 4':37" y ese ritmo es absolutamente insostenible para mi. Unos 500 metros más adelante consigo superarle de nuevo  y ya en solitario aprieto los dientes, y como estaba previsto, trato de avanzar lo más rápido posible en este tramo de aproximación  que nos dejará a los pies del Picu Polvoreda. 
Por el camino que nos lleva a La Peñica con el Picu Polvoreda al fondo (foto de Verónides Moreno)
Finaliza el tramo sencillo de la prueba al paso por el paraje conocido como La Peñica. Llevamos 2'3 kms, estamos en cota 1200 aprox y mi reloj marca  14':55". Ya no hay vuelta atrás, comienza la durísima ascensión al Polvoreda . Si quiero bajar de 60 minutos, que es el exigente objetivo que me he marcado, debo salvar 800 metros positivos y  tocar cumbre en 45 minutos,  misión casi imposible si tenemos en cuenta que  mi mejor registro en este tramo es de 59 minutos.  
Tramo inicial de ascenso al  Polvoreda con   Tomás Baños a rueda (foto Sara Vega)
Después del calentón que me he metido en este tramo inicial, voy con sensación de sed,  lo que siempre es un indicador adelantado de que el proceso de deshidratación corporal ya ha comenzado,  y es que la temperatura es alta y  mi rendimiento siempre desciende alarmantemente con calor. ¡Que panorama más desolador! Soy un proyecto de corredor de montaña al que se le da mal correr con calor en verano y con barro en invierno, lo que vienen a ser condiciones habituales en la montaña, acabamos de descubrir una nueva modalidad de deportista al aire libre: el corredor-bailarina de salón.
En fin, ya en solitario y sin  ninguna referencia, agacho la cabeza y comienzo a ascender mientras disputo mi particular contrarreloj individual.

Por detrás me alcanza una corredora enfundada en una camiseta verde -  la salmantina Verónica Sánchez que a la postre resulto vencedora de la prueba-,  intento seguirla para usarla como liebre  pero apenas aguanto su ritmo  10-15 metros, poco después empiezan a adelantarme más corredores, y veo como uno tras otro se alejan sin poder seguir su marcha.

Vista de la dureza del tramo intermedio de subida al Picu Polvoreda (foto Sara Vega)
Esquiando en estilo alpino (foto Cundi Vega)
El calor aprieta y la sensación de sed se incrementa,  por eso vivo mi llegada al avituallamiento con la alegría de quien acaba de encontrar  un oasis en mitad del desierto. Me tomo un respiro, bebo abundantemente y arranco de nuevo. Llevamos disputados 3'5 kms de prueba, estamos a 1550 metros de altitud aprox y mi garmin indica 37':20".  Las sensaciones han mejorado y más al encontrar el descansillo que se encuentra en la cota 1600-1650, el único tramo de falso llano de toda la dura ascensión. Al paso por la cota 1700 metros comienza el extenuante tramo final de ascensión. Por delante tenemos la  agobiante misión de superar 300 metros positivos en menos apenas 835 metros de distancia. Llevamos disputados 4'35 kms y el reloj marca 50':00". La misión de bajar de la hora se antoja prácticamente imposible pero aquí no se rinde ni Dios. Los corredores que me han adelantado ya están muy lejos y por detrás no se me acerca nadie desde el avituallamiento. Agacho la cabeza y con disciplina espartana arranca tan hercúlea misión. Voy ganando altura y poco a poco  el cansancio va haciendo mella, el bravo Bisonte del Carbayedo lentamente va mutando su fisionomía animal hasta convertirse en poco menos que un tierno peluche,  se le empiezan a ver las costuras y hasta se le cae el relleno por el esfuerzo. Los segundos caen implacablemente y apenas avanzo hasta que al paso por la cota 1875 de altitud el reloj marca los 60 minutos añorados. Todavía quedan 135 metros positivos por delante y hay que mantener la concentración hasta el final. Toca pelear y no bajar los brazos, las piernas duelen, y a estas alturas me siento más pesado que una estatua de mármol pero toca continuar con disciplina espartana.
Últimos 20 metros de la prueba coronando el Picu Polvoreda (foto Javier Nistal)
Un último esfuerzo y por fin logro divisar la cumbre y en ella a  un montón de amigos que me animan y tratan de subirme en volandas. Intento correr esos últimos 30 metros para entrar en meta al trote pero el gemelo izquierdo me lanza dos advertencias de calambre, señal inequívoca de que ya vengo al límite de mis capacidades físicas, así  que tiro de bastones para descargar peso sobre mis maltrecho tren inferior  y alcanzo los 2.007 metros de tan ansiada  cumbre andando.

Al final  invierto un tiempo de 1h:07’:37” en superar los 5,18 km y 964 metros positivos, quedando a  22´:37” del alistano  Santiago Mezquita.
En la cumbre del  Polvoreda (foto Javier Nistal)
10 minutos en cumbre para recuperar el resuello, bajada rápida, ducha de agua caliente y sin apenas margen para disfrutar de la vida social en el tercer tiempo,  toca marchar con la familia. Esta extraña afición mía de correr por el monte, y mi empeño en poder disputar esta carrera a la que tanto cariño le tengo, ya les ha robado un día de vacaciones. Hora y media más tarde, y  llegando a Avilés, me llega un mensaje del maestro Tomás Baños,  indicando que contra toda lógica   él y yo nos hemos encaramado al pódium en la prueba combinada (Trail+Km) en categoría de “viejunos” A. ¡Manda cojones! (con perdon para las damas), 18 años después me subo a un podium y me encuentro a 150 kms de distancia, menos mal que pude enviar por transporte urgente a un "primo" mio que se encontraba en la Reseva Natural de  Riaño para que hiciera los honores de subir al podium en ese segundo cajón.
Podium combinada (Trail+Km Vertical) veterano A: 1.- Jose Manuel Suarez, 2.-Bisonte del Carbayedo, 3.- Tomás Baños

Como siempre llega la hora de extraer conclusiones:

1.- De la organización de la prueba ya no me queda nada por decir que no haya dicho antes, sencillamente es un lujo poder ser parte de una prueba de esta calidad deportiva y humana. Gracias a los fotógrafos por aguantar estoicamente a la solana durante horas y de manera altruista  con el único fin de inmortalizar nuestras pequeñas aventuras, a los muchos amigos que han subido al pico para animarnos durante la prueba, y a los que para mi son los auténticos protagonistas de la prueba: LOS VOLUNTARIOS. Hoy muchos me han reconocido a mi paso- no resulta difícil dado mi uniforme de camuflaje habitual  y mi colosal figura granítica  alejada de los cánones de este deporte-, me han felicitado y me han dado las gracias por mi crónica de su carrera, cuando en realidad soy yo el que les debería de dar las gracias a ellos por tratar a todos los corredores  con tanto cariño año tras año.

2.-A nivel personal me voy muy contento con el debut en esta disciplina y con la seguridad de que volveré a repetir en el futuro. No he conseguido mi objetivo y no hay disculpa posible, la montaña es justa y pone a cada uno en su lugar,  esos casi 68 minutos es lo que realmente valgo, aunque me voy con la sensación de que si las lesiones me respetan y logro controlar el peso, aún tengo un cierto margen de mejora.

3.-Alcanzar un podium ha sido una sorpresa completamente inesperada, no en vano la última vez que me subí a uno fue el 31/12/1998, en aquella ocasión conseguí una de mis típicas hazañas de conquistador de lo absurdo, venciendo tres San Silvestres en categoría absoluta el mismo día y en tres poblaciones diferentes. Después de aquello deje de competir, ya sólo quedan las cenizas (o quizás ni eso)  y ahora mi manera de entender  el  deporte es diferente. Todo podium es por definición  una victoria sobre otros rivales, y más allá de servir para incrementar el ego personal, carece de mayor significado, todos estos años luchando contra el corredor escoba y los controles de paso por alcanzar cada meta en carrera  me ha enseñado que las únicas victorias que realmente merecen la pena son las que se consiguen compitiendo contra uno mismo y las limitaciones propias. Según mis previsiones no volveré a subirme a un pocium hasta el año 2035, así que estadísticamente es más posible que veamos humanos colonizando el planeta Marte, que bisontes subidos en cajones de madera al finalizar una prueba deportiva.

No tengo ninguna carrera planificada hasta diciembre, así que me voy a tomar 2-3 semanas de descanso y ya habrá tiempo de pensar en nuevos retos para septiembre u octubre. 

Próxima parada del Bisonte World Tour 2017: ¿Peñacorada Trail,  Sanabria by Stages, Montaña Palentina?  ¡El tiempo dirá!...aunque escucho a escuchar sugerencias

Nos vemos en la montaña


lunes, 14 de agosto de 2017

Carrera de montaña Villafeide-Polvoreda 2017


En una temporada cargada de lesiones musculares y en la que he tenido que renunciar a casi todas las  carreras planificadas, paradójicamente acabo volviendo al punto de partida, y es que aunque dicen que todos los caminos conducen a Roma, en este pequeño y apartado reino montañoso nuestro, tardía y escasamente romanizado, todos los caminos parecen conducir irremisiblemente a Villalfeide. En ese pequeño pueblo colgado de esa emblemática montaña que es el Picu Polvoreda, y que nada tiene que envidiar a la aldea gala de Astérix, resisten un grupo de cazurros irreductibles que dirigidos por  Javier Perez, y haciendo honor a su nombre (cazurro viene del término árabe "Cad Ur" que significa "el que no cesa"), se dejan la piel para que año tras año salga adelante contra viento y marea una de las mejores carreras por montaña de León, una de esas pruebas donde todos los corredores, desde el primero al último, se sienten protagonistas por lo bien que son tratados.
Con Tomás Baños, Jesús Linares y Estrella Alonso en la salida
A las 8:45 arranca la prueba. Salimos por una pista ligeramente descendente en dirección a la zona conocida como El Calvillo, a 800 metros cruzamos saltando sobre piedras un riachuelo que se convierte en una boca de embudo y provoca un pequeño atasco , subimos un pequeño repecho, enlazamos con un sendero llano entre escobas donde se corre muy deprisa y en el kms 2 comienzo la primera ascensión de la jornada en compañía de Tomás Baños.

El paso por el riachuelo en el km inicial de la prueba
Subimos sin dificultad hasta la cota 1300 metros, giramos a la derecha y cogemos el clásico sendero de todas las ediciones que atraviesa un bosque de robles hasta que al paso por el kilómetro cuatro y medio, en lugar de coger la pista que baja al pueblo como otros años, giramos a la izquierda y comenzamos la primera subida del día. Se trata de una ascensión dura y constante, muy similar al Polvoreda aunque mucho más corta, donde en apenas 1000 metros de distancia se superan 300 metros positivos. Este tramo lo realizo en compañía de nuestra maratoniana leonesa Nary Ly, y par mi representa todo un honor, dado que no todos los días se tiene la posibilidad de compartir kilómetros en competición con toda una deportista olímpica. Alcanzamos la cota de 1600 metros y en lugar de seguir ascendiendo hasta cumbre, superamos el primer control de paso situado en Enrasadas (km 5'5) con un tiempo de 56':03" y comenzamos el descenso. Nada más comenzar a bajar, a mi espalda escucho el rugido de un motor de elevada cilindrada, me giro y resulta ser Tomás Baños que me supera a la velocidad de un avión de reacción. No pasan ni 300 metros y escucho de nuevo rugir otro vehículo a propulsión en esta ocasión es Jesús Linares quien me supera a velocidad de crucero. ¡Por fin se junta de nuevo la comunidad del tractor!...aunque a juzgar por lo visto, estos dos viejos tractores Massey Fergusson van trucados y utilizan motor Ferrari. Me pongo a su rueda y trato de seguirles como buenamente puedo hasta alcanzar el avituallamiento de La Peñica en un tiempo de 1h:11':58" (km 7 aprox.)
Los 3 mosqueteros del tractorismo leonés  en la base del Picu Polvoreda
Parada lenta en boxes para reponer fuerzas y arrancamos la dura ascensión al Picu Polvoreda. Por delante tenemos la complicada misión de superar unos 900 metros positivos en apenas 3 kms de distancia. Serpenteando entre peñas comenzamos a ganar altura.

Vehículos pesados  en el tramo inicial de ascensión al Picu Polvoreda
Jesús se queda un poco rezagado, mientras yo le cojo rueda a Tomás que tiene buenas piernas y ejerce de guía mientras con voz de barítono nos ameniza la ascensión entonando el nuevo himno del tractorismo leones y que dice algo tal que asi: “pa calentar les muyeres ya nun fai falta carbón, se calienten elles soles viendo subir al tractor”. Siempre genio y figura el amigo Tomasín.

Vista del tramo inicial de subida al Picu Polvoreda
A ritmo constante vamos ascendiendo sin contratiempos, e incluso somos capaces de adelantar a algún otro compañero como como Saul Jimenez que suben a un ritmo más lento. Superamos el descansillo situado ligeramente por debajo de la cota 1700 y enfilamos los durísimos 300 metros positivos finales de ascensión. Toca agachar la cabeza y apretar los dientes, si bien se agradecen los ánimos de los voluntarios y sobre todo la presencia de Alfredo Alvarez que nos espera a unos 100 metros de cumbre para hacernos fotos y darnos un último empujón.
Al paso por la cota 1900 metros, muy cerca de la cima del Picu Polvoreda (2007 metros)
Finalmente alcanzo cumbre en un tiempo de 2h:11':12" (km 10). Las vistas desde la cima de esta privilegiada pirámide de piedra caliza son sencillamente espectaculares en el día de hoy, con cielos completamente despejados al sur que permiten divisar un inmenso porcentaje de la provincia de León y una preciosa vista en dirección norte de un denso mar de nubes sobre el emergen multitud de cumbres como si de un improvisado archipiélago de islas volcánicas se tratase. Toco cumbre como manda la tradición y comienza un descenso muy técnico, con mucha piedra suelta y donde se debe de mantener en todo momento la concentración para evitar ningún percance. Muy pronto me adelanta de nuevo Tomás que baja con la agilidad de un corzo. Se nota que tiene en esta montaña su particular centro de alto rendimiento y trasmite una sensación de seguridad que asusta. Me resulta imposible seguir su ritmo de descenso, así que me limito a ver como se aleja irremisiblemente.
Decido bajar con mucha calma y tratando de cuidar las piernas, ya que la experiencia de mis cuatro participaciones previas me dice que siempre llego abajo con calambres, y por eso bajo con mucha precaución, casi con respeto reverencial a esta montaña, pues es fácil por descuido o cansancio acumulado cometer un error y sufrir un percance de consecuencias imprevisibles.

El descenso se hace muy llevadero siguiendo las precisas instrucciones y sintiendo los ánimos del ejercito de voluntarios estratégicamente desplegados a lo largo de toda la bajada. Acabando el tramo técnico de descenso escucho a lo lejos los gritos de ánimo de un voluntario que me indica que apenas me faltan 200 metros para el avituallamiento más cercano donde tienen agua y un poco más abajo comida, le contesto en broma que yo no necesito agua, que lo que realmente necesito es una cerveza fría, y cual no será mi sorpresa cuando llego a su altura y me esta esperando con una cerveza Mahou en la mano. Apenas bebo un par de tragos para no bajar lo que queda de descenso haciendo eses, pero esos dos sorbos son más valiosos para mi que el champán francés más caro del mundo. Esta anécdota describe perfectamente la humanidad que rebosa en todos y cada uno de los voluntarios que nos atienden en esta carrera.

Supero el control de paso de Valmerín con un tiempo de 2h:39':42"(km 12'5 aprox), llegamos a pie de puerto, superamos el último control de tiempo estipulado al paso por La Mata del Espino 2h:55':01" (km 14) y comenzamos la ascensión a la tercera cumbre, a priori la más sencilla de la jornada.

El Bisonte del Carbayedo al paso por La Mata del Espino
Por mi cabeza empieza a circular la descabellada idea de bajar de 4 horas en meta para lo que deberé recorrer los últimos 8 kms en apenas 65 minutos, y eso teniendo en cuenta que tengo que superar todavía 2 cumbres y que mi ritmo tras 3 horas de carrera apenas supera los 4,5 km/h
Ascendiendo a buen ritmo los primeros metros de la tercera cumbre de la jornada
Por pista de tierra voy ganado altura cómodamente. Al llegar al punto más alto en ediciones previas consigo dar alcance a Jesus Fidalgo que hoy no viene con buenas sensaciones, pero este año la prueba esta repleta de agradables sorpresas, y la organización nos desvía por un estrecho y serpenteante sendero que discurre por un espeso bosque de robles y que nos lleva hasta una bonita cumbre coronada por el regio Pendón de Villafeide que se encuentra flanqueado a ambos lados por una gran bandera de León y otra del club de montaña villafeide. Nos encontramos de nuevo a 1300 metros en el Pico del Castro, otro de los nuevos aciertos de la prueba, ocasión que Tomas y yo aprovechamos para  inmortalizar el momento en tan emblemático lugar.

Coronamos en 3h:11':37" (km 16). Me veo con mucha fuerza y buenas piernas, muy alejado de mis habituales problemas musculares, así que moralmente crecido me lanzo por delante de Tomás en la bajada. El sendero es bastante cómodo en su mayor parte, si bien hay un pequeño tramo que atraviesa de nuevo una mata espesa de robles donde hay ramas bajas y pasos estrechos, que teniendo en cuenta mi corpulencia, me obliga a realizar extraños escorzos y giros imposibles, que el Ministerio de Eduación y Ciencia bien me podrían convalidar por un título de grado superior en contorsionismo por  la escuela nacional de tiririteros.

Salimos del bosque, un último tramo de descenso muy rápido y enlazamos con un sendero llano donde se continua corriendo muy deprisa y que nos permite alcanzar el último avituallamiento de la jornada sin contratiempos en 3h:21':52" (km 17 aprox). Última parada rápida en boxes y con celeridad toca enfrentarse a los últimos 4500 metros de la prueba. Cruzamos la carretera y comenzamos la última ascensión de la jornada que coincide con el tramo inicial de las dos ediciones previas pero en sentido inverso. La subida es sencilla, apenas se deben superar unos 200 metros positivos en 1,5 km, por lo que solo es cuestión de llegar con fuerzas y hoy parece que a estas alturas de carrera las conservo casi integras. En solitario voy ganando altura serpenteando por el bosquecillo entre escobas y carbayos centenarios con la compleja misión de bajar de 4 horas en meta. A medida que ascendemos también se incrementa la pendiente, hasta encontrarnos de frente con la escombrera que marca el punto final de la ascensión. Apretamos los dientes y subimos como podemos los apenas 100 metros que nos recuerdan el pasado minero de esta tierra que hoy pisamos.

Finalmente Consigo coronar esta cuarta cumbre con un tiempo de 3h:42':04" (km 18,5). Por delante unos 3,5 kms de terreno muy favorable hasta meta que debo hacer en algo menos de 18 minutos, o lo que es lo mismo, debo correr a un ritmo aproximado de 5 min/km. Por fortuna para mi este tramo discurre por una pista descendente con pendiente no muy pronunciada y con buen firme donde se puede ir deprisa si te acompañan las fuerzas. Me lanzo con ganas y para mi sorpresa las piernas responden como hacia muchos años que no lo hacían. Comienzo a adelantar corredores con una facilidad pasmosa. Poco a poco me voy inflando como un globo aerostático por culpa del efecto Kilian Jornet, y es que al ir en un puesto tan retrasado en carrera, a nada que aceleras un poco tienes la sensación de ser hasta corredor de montaña de los buenos, nada más lejos de la realidad por otro lado. Miro el reloj y descubro con cierto estupor que por momentos estoy corriendo a ritmo de 3:30- 3:20 min/km y con el único contratiempo de que me arden las plantas de los pies, cosa que a estas alturas y tan cerca de meta es un problema menor. Un último tramo de bajada de unos 300 metros más complicado por tener más pendiente y mucha piedra suelta, un pequeño repecho y accedemos al pueblo por la carretera que une Villafeide con Correcillas.

¡Uffff! ¡Qué bonito es correr cuando se tienen piernas, y que pena que no quedan otros 3 kms de carrera para seguir disfrutando! Miro el reloj y veo que todavía me quedan 5 minutos para las 4 horas. ¡Ya lo tengo! No puedo evitar pensar que quizá con un entrenamiento adecuado podría aspirar a posiciones más decorosas en carrera. Cargado de moral entro corriendo como un toro por la calle principal del pueblo, chocando la mano con los niños que me voy encontrando a mi paso, para escribir una última oda al absurdo cuando afronto los 150 últimos metros de carrera esprintando como si me estuviese jugando el campeonato de Europa de carreras por montaña.

Esprintando en meta como si me persiguiese una manad de lobos hambrientos
Finalmente consigo acabar los 22 kilómetros de carrera con 3800 metros de desnivel acumulado (1900 positivos y 1900 negativos) en el puesto 62 (sobre 111 corredores en meta) con un tiempo de 3h: 56':30", a 1h:27':50" de un intratable Pablín Villa que ha conseguido su quinta victoria en una prueba donde corre más fácil que yo por le pasillo de mi casa.
Con mis compañeros del Cumbres de León que han conseguido el primer puesto por equipos

Tiempo de extraer conclusiones:
1.- Lo primero es dar las GRACIAS con mayúsculas a todos y cada uno de los voluntarios, que por cierto son legión en esta carrera, no en vano el ratio corredores-voluntario se aproxima a 1:1, cosa que no he visto en ninguna otra carrera que haya disputado hasta el momento, por su trabajo arduo y desinteresado. Esta carrera siempre ha tenido un nivel organizativo impresionante que nada tiene que envidiar a ninguna otra carrera nacional, pero este año con los cambios efectuados ha conseguido mejorar aún más. Un recorrido espectacular y mucho más montañero que en ediciones previas, duchas de agua caliente en meta, un nuevo menú que ha resultado ser todo un acierto, y todo esto endulzado con el buen hacer y el cariño de todo un pueblo que se vuelca con la prueba y hace que todos  los corredores se sientan como en su propia casa.
2.- La parte negativa para mi es pensar que una carrera con este altísimo nivel no agote dorsales y eso me entristece profundamente. Sabemos que la fecha es mala, que hay muchas carreras donde elegir y mucha gente de vacaciones, no obstante soy incapaz de explicarme porque está carrera que se disputa a unos 30 kms de León capital, que tiene un precio muy ajustado y que cuenta con todos los alicientes del mundo, no acaba de ser correspondida por los corredores. Aquí es donde entono el mea culpa, en un mundo dominado por el marketing quizás los que conocemos la carrera no hemos sabido vender la excelencia de la misma, quizás no hemos sido capaces de convencer a otros corredores de lo grande que es esta carrera para hacerla crecer en participación año tras año, y quizá un día esta gente se canse de luchar contra molinos de viento, de pelear contra las trabas de las administraciones y el poco apoyo que muchas veces reciben, y decidan dejar de organizar la prueba, cosa que ojalá no suceda nunca porque estoy seguro que si sucediese lo acabariamos lamentando.
3.- A nivel personal he completado mi mejor carrera en Villafeide y me voy muy contento con las sensaciones experimentadas. Las 4 ediciones previas entré en meta reptando como una culebra de río y hoy he acabado deprisa y muy entero. Si consigo entrenar con algo de criterio y controlar el peso, quizá en otoño pueda dar un pequeño salto de calidad, aunque esto sólo el tiempo lo dirá.

Próxima parada del Bisonte World Tour 2017: kilómetro vertical de Villalfeide. Tras muchos años corriendo por montaña, creo que ha llegado la hora de debutar en esta disciplina y no se me ocurre un lugar mejor