Los corredores de montaña somos en ocasiones una suerte de modernos conquistadores, y como tal nos comportamos de manera completamente inconsciente. Viajamos grandes distancias para llegar a pueblos recónditos y apartados de los circuitos turísticos habituales, lugares que en muchos casos nunca llegaríamos a conocer si no fuera por la existencia de carreras, corremos lo más rápido que podemos para conquistar esa ansiada pancarta de meta, y nos volvemos a casa con el botín conseguido, en algunos casos son botines materiales -trofeo, medalla de finisher o una bolsa del corredor cargada de obsequios y productos locales- , en otros son botines de carácter intangible -recuerdos gravados en fuego en la memoría-, pero al igual que previamente hicieron los romanos con el oro de
Las Medulas, o los españoles con la plata de
Potosí, pocas veces nos paramos a pensar en el ingente trabajo que subyace bajo estos recursos que nos llevamos, o dicho de otra manera menos prosaica, no analizamos el ingente trabajo acumulado por organizadores y voluntarios para que esas carreras puedan existir. Lo vemos como una suerte de derecho personal, porque para eso pagamos una inscripción, y no como un privilegio fruto de los desvelos de esos aborígenes locales que lo hacen posible. Solemos mirar pero somos incapaces de ver, y esto sucede de manera irremediable hasta que un golpe de timón del destino nos permite ver con claridad. En mi caso, esto sucedió dos años atrás en este mismo lugar, cuando la nao comandada por este intrépido capitán de agua salada que buscaba desesperadamente
el Dorado, embarrancó en las dulces y poco profundas aguas del curso medio del
Río Torío, y allí tuvo su primer contacto con los aborígenes locales que habitaban estas tierras de media montaña, gentes amables, nobles y trabajadoras que luchaban por dar a conocer y por sacar adelante su incipiente proyecto de carrera por montaña. Y ahora es cuando como buen colonizador, desde la visión etnocéntrica de hombre blanco, debería decir sin rubor que yo decidí adoptarlos, nada más lejos de la realidad por otro lado, lo cierto es que al igual que los misioneros jesuitas que se adentraron en la selva amazónica buscando evangelizar a las tribus locales, y sin darse cuenta acabaron ellos mismos convertidos en indios, en mi caso fueron
Miguel, Camino y Joaquín los que me adoptaron a mi, y desde entonces viajo cómodamente instalado en lo alto de este pequeño icerberg de altruismo que navega a la deriva por el inmenso océano de interés económicos en el que por momentos se está convirtiendo nuestro mundo de las carreras por montaña, intentando no derretirse por el camino. He visto a los organizadores trabajar muy duro para sacar adelante este bonito proyecto contra viento y marea, abriendo a mano y sin la ayuda de ninguna maquinaria más de 5 kilómetros de sendas a través de espesos bosques, buscar lugares emblemáticos que permanecían abandonados -trincheras de la Guera Civil, antiguos castros astures, edificaciones civiles como el Calero o vías de comunicación en desuso como la Via Bardaya- para ponerlos en valor, les he visto aunar voluntades con la dificultad que eso entraña en una tierra como la nuestra, para que la administración local y los habitantes locales remarán todos juntos en la misma dirección, consiguiendo que todos se ilusionasen y se sintiesen importantes en este proyecto, y por encima de todo consiguiendo poner de nuevo a este pequeño y olvidado municipio de la montaña leonesa en el mapa. No pueden devolver el empleo y la vitalidad que esta tierra minera tuvo en tiempos pasados, pero si pueden contribuir a pequeña escala a dinamizar el comercio y la hostelería local, y lo más importante a recuperar el orgullo y la autoestima que la crisis del carbón se llevó por delante. Esta tierra acogedora es una maravilla, sus gentes cuando trabajan unidas son insuperables, y el futuro lo escribirán ellos y sus hijos con sus ganas de seguir luchando, esto es algo que no deben de olvidar. Y todo lo anteriormente expuesto ha sido realizado desde el altruismo más absoluto, porque los organizadores no sólo no buscan el beneficio económico, sino que evitan el reconocimiento personal que se esconde detrás del ego individual que en mayor o menos medida todos los humanos tenemos. Cualquier pequeño granito de arena que puedes haber aportado al proyecto, ellos te lo devuelven multiplicado por cien en forma de gratitud y reconocimiento, entenderéis que no pueda ser objetivo con una prueba que he visto nacer y crecer, y con la que me siendo totalmente identificado, ya que siendo de fuera, me han hecho sentir uno más de la casa. Y tras el tostón que os acabo de colar como introducción, y por si todavía queda algún lector despistado por aquí, os voy a hablar de la carrera.
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Tres Tractores y un destino en la salida: Tomás Baños, Kubota y el Bisonte del Carbayedo |
Llega el día marcado en rojo en el calendario, todo el trabajo acumulado durante los últimos 364 días se pone a prueba en apenas una mañana y todo debe salir perfecto, Como ante cualquier examen siempre llegan las dudas de última hora, lo que me lleva a estar desde las 4 de la mañana despierto y dándole vueltas a la cabeza por los nervios. Y aquí estamos, en una fría mañana leonesa, con -5ªC de temperatura y un radiante cielo azul esperando a que todo el mecanismo se ponga en funcionamiento. A las 9 en punto se da la salida y arranca la prueba. Salimos de
Robles de la Valcueva, cogemos el camino de tierra y en menos de 300 metros ya estamos pisando nieve, esa estrella invitada que nos acompañará durante más de un 90% de la prueba convirtiéndose en protagonista indiscutible de la jornada. Mi planteamiento inicial es correr muy rápido al principio para tener margen en el tramo final de la prueba que es muy duro y donde con total seguridad voy a llegar reptando como una culebra, aún así a las primeras de cambio me detengo para hacerme fotos con
Tomás Baños...y lo más preocupante es que las fotos nos las hace
Javi Villafeide que ejerce de corredor escoba lo que da una idea clara de la velocidad endiablada que llevamos.
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Con el maestro Baños en la ascensión al Alto de la Cota con el Picu Polvoreda de fondo |
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Primera ascensión de la jornada (foto gentileza de Boscox Trail) |
Ascendemos por una cómoda pista la primera de las 7 cumbres de la jornada, hacemos cumbre en el
Alto de la Cota (km 1,35 - tiempo 15':10"). Bajada rápida por cortafuegos, un sencillo tramo llano por senda y carretera y alcanzamos el pueblo de
Pardavé. Cruzamos el puente sobre el
Río Torío y tras pasar por un un túnel bajo la carretera León-Coyanzo comenzamos la ascensión al
Canto Sardón (km 5,3 - tiempo 37':55")
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Tramo incial de ascensión al Canto Sardón (Foto gentileza de Cundi Vega) |
Por delante 1,7 kms de ascensión, con un tramo inicial más
pindio por terreno de piedra suelta, para posteriormente enlazar con un un estrecho sendero nevado que a través de un bosquecillo de robles y encinas nos lleva a coronar esta cómoda segunda ascensión con una espectacular vista del
Picu Polvoreda completamente nevado como telón de fondo (km 7- tiempo 1h:00':10")
Bajada rápida de nuevo por pistas hasta el pueblo de
Naredo de Fenar donde se encuentra el primer avituallamiento solido del día (km 9,6 -1h:16':52"). Otro tramo llano por carretera para correr y tras cruzar las vías del tren comenzamos la tercera ascensión de la jornada, una doble cumbre que nos llevará primero al
Alto del Castro y posteriormente a la
Collada del Horno . De nuevo sendas nevadas desbrozadas a mano entre bosque de robles centenarios hasta pisar una cumbre (km 10 - tiempo 1h:49':13"), donde se encuentran los restos de lo que pudiera ser un antiguo castro astur, o quizas los restos de trincheras de la Guerra Civil.
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El Bisonte del Carbayedo perfectamente mimetizado con el entorno nevado durante la tercera ascensión |
Sin tiempo que perder iniciamos el descenso por una bajada corta pero muy pendiente y con algún tramo embarrado entre
felechos que guarda ya una considerable dificultad técnica. Llegando abajo me encuentro con un corredor que se ha caído durante el descenso con la mala fortuna de haberse clavado un palo en la mano. El chico baja muy dolorido y la lesión no tiene buena pinta, va en compañía de otro corredor, por lo que lo más acertado es incrementar el ritmo y buscar con celeridad la ayuda de voluntarios para que lo evacuen lo antes posible. Por mucho que nos digan que se trata de gajes del oficio, siempre te deja mal cuerpo ver a un compañero lesionado, más que nada por que es imposible no pensar que eso mismo te puede suceder a ti en cualquier momento.
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Bajando de La Colada del Horno |
Casi sin darnos cuenta alcanzamos uno de los puntos más carismáticos de la prueba, el cruce del r
io Torio, y es que hay que estar un poco loco o te tiene que gustar mucho correr por montaña, para cruzar un río de montaña en el mes de diciembre y con el agua a una temperatura estimada de 10ºC, pero esto es León y aquí somos somos todos gente aguerrida. Lo cierto es que a mi me encanta y creo que este tramo concreto le aporta personalidad a la prueba, aunque habrá mucha gente que no este de acuerdo con mi opinión. Hay mucha expectación, y tengo que apurar al bueno de
Tomás Baños que se ha detenido en mitad del río con el fin de posar ante los múltiples fotógrafos que se agolpan en el margen opuesto del curso fluvial y me está robando protagonismo, y es que los
tractoristas correr no correremos un pijo, pero el postureo y una buena foto para la posteridad, nos gustan más que un fotocall y una alfombra roja a las estrellas del cine.
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Cruce del Río Torío |
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Con cara de sorpresa: ¿Pero este "reguerín" ye el famosu río? |
Con 2h:14':06" en las piernas y al paso por el kilómetro 12 aproximadamente, el cruce del río marca el fin del tramo de calentamiento y el comienzo de la carrera en sentido estricto , y decir que hasta ahora hemos estado calentando cuando la temperatura ambiente ronda los 0ªC, tras correr por nieve más de 10 kms y llevar los pies mojados por haber cruzado un río de aguas gélidas es para que a uno le encierren en el sanatorio mental más próximo. Abandonamos el río por un sendero embarrado, pasamos al lado de la estación de Matallana y enlazamos con la emblemática Via Bardaya, antigua ruta por la que se sacaba el carbón de la zona. Un tramo llano por la citada vía, giramos a la derecha y comenzamos la subida a Los Mapas, cuarta cumbre del día. El tramos inicial es el más complicado, se han formado placas de hielo sobre la piedra y el barro, y resbala mucho, además sopla una aire frío del norte que es mucho mejor y más barato para mantener tersa la piel del rostro que el todo el ácido hialurónico que se inyectan los famosos. Finalizado este tramo inicial entramos de de nuevo en una preciosa senda que zizaguea entre robles y escobas hasta que por sorpresa alcanzamos la cumbre a unos 1200 metros de altitud. De nuevo sin tiempo que perder rápida bajada con algún tramo técnico que nos lleva al primer control de paso de la jornada.
Al paso por
Miranda de Matallana (km 15,3) donde se encuentra el primer punto de corte mi reloj marca 2h:43':06", por lo que llevo media hora ganada al cierre de control, y con ese margen se que salvo lesión grave, voy a entrar en tiempo en meta aunque tenga que hacer lo que resta de carrera andando. Con la moral a tope y las piernas razonablemente intactas a nivel muscular comienzo la quinta ascensión de la jornada. Sin contratiempos y a un ritmo bastante aceptable consigo coronar el
Alto del Calero (3h:05':48") y entramos en un tramo de falso llano entre escobas donde se puede correr muy rápido, antes de alcanzar la pequeña bajada que nos lleva hasta
Valdesalinas.
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Saúl Jiménez en el tramo de descenso camino de Valdesalinas |
Al alcanzar ese pequeño tramo de descenso, me encuentro con que al ser cara norte y producto del paso de más de 250 corredores previamente, la nieve se ha compactado formando un tobogán de hielo en algunas zonas. Por falta de pericia y confianza, decido bajar sentado, lo que demostró ser una mala decisión. Me siento y decido bajar de culo con los bastones en la mano, sin pararme a pensar que una vez que pones en marcha 98 kgs por una superficie pendiente y altamente deslizante, y tan pronto como la fuerza de la gravedad entra en acción, es muy difícil detener semejante masa móvil, así que pierdo el control, suelto los bastones y bajo sin control hasta me detengo en seco tras chocar contra unas escobas y unas piedras. ¡Un montón de años corriendo por el monte y las sigo liando como Amancio a las primeras de cambio! Por vergüenza ante tan maña torpeza, me levanto de un salto para que no se note mucho lo inútil que soy, , recojo los bastones e intento arrancar caminando mientras analizo las consecuencias de tan estúpido incidente.
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Disfrutando del Aquapark de Benidorm momentos antes de pegarme el "hostión". |
Escucho a
Paquito Bañeza que viene justo detrás comentar: - Menuda raja que tienes.
Lo primero que pienso es que me he cargado el pantalón y que voy entrar en meta enseñando el culo convertido en stripper de
Las Vegas. Le pregunto si es el pantalón , y me contesta que la raja la tengo en ambos gemelos. Me detengo a un lado, le dejo pasar y compruebo lo expuesto. Efectivamente al golpearme con alguna piedra, es como si alguien me hubiese cortado ambos músculos con un alambre, veo una fina brecha que me atraviesa transversalmente ambos gemelos, aunque entre la tensión del golpe y el frío lo cierto es que tengo la sensación de ir completamente anestesiado y no siento ni el más mínimo dolor. Sigo caminando con mucha precaución y confío en que se trate de un corte superficial que no me impida continuar.
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Valle de Valdesalinas con la peña al fondo |
Alcanzo al amplio valle de
Valdesalinas que luce un precisoso manto blanco y ante mi se abre una inmensa pradería con poca pendiente donde se podría correr muy rápido, pero opto por hacerla andando hasta que pueda emitir un diagnóstico fiable de mi situación física. Al final de la vega se divisa la peña donde otrora hubo una ermita y donde espera de voluntario
Javier Nistal. Asciendo la peña, nos descolgamos por una corta, pero muy complicada canal que debemos descender agarrados a una cuerda y alcanzamos el avituallamiento situado en el km 17,5 (3h:09':37").
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Llegando al alto de la peña con el Valle de Valdesalinas al fondo (foto gentileza de Javier Nistal) |
Asciendo la peña, nos descolgamos por una corta, pero muy complicada canal que debemos descender agarrados a una cuerda y alcanzamos el avituallamiento situado en el km 17,5 (3h:09':37").
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Tramo muy técnico de descenso de la peña |
Por delante algo más de 10 kms y dos cumbres todavía por superar antes de alcanzar la meta. Comienza la ascensión al
Coto Salón, que alcanzando la cota de los 1500 metros se convierte en el coloso alpino de la jornada. Salgo del avituallamiento y afronto los 2 kilómetros de ascensión que tras superar unos 450 metros de desnivel acumulado me permitan alcanzar esta bonita cumbre. Enciendo el MP3 para que la música me ayude con el esfuerzo, agacho la cabeza y comienzo la dura ascensión por un estrecho sendero que zigzaguea de nuevo por un tupido bosque de robles centenarios. Pongo la altitud en el reloj y me centro en ascender en solitario mientras veo subir la cota en el altímetro, porque aquí no hay deporte de equipo, ni ayudas externas, es un duelo a cara de perro entre la montaña y el que la asciende.
Tramo final de ascensión al Coto Salón
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Bandera de León ondeando a escasos metros de la cumbre del Coto Salón |
Poco a poco voy ganando altura sin divisar en ningún momento la cumbre, hasta que por sorpresa aparece una bandera de León que ondea al viento y que marca la cima. Acabamos de alcanzar la cumbre del
Coto Salón (km 19,4 - tiempo 3h:51.56"). Estamos en el que sin lugar a dudas es el punto más emblemático de toda la carrera. En medio de la espesa vegetación y casi completamente oculta bajo la nieve aparece la
Casamata, el nido de ametralladoras de la Guerra civil que en perfecta simbiosis con la naturaleza se encuentra en un sorprendente buen estado de conservación y nos recuerda que hace apenas ocho décadas en este país hubo un terrible enfrentamiento entre hermanos por culpa de la puñetera política. Me detengo por espacio de unos 5 minutos, con tiempo para hacerme una foto con Paquito que viene unos metros por detrás , y para disfrutar con las increíbles vistas
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Con Paquito en la Cumbre de Coto Salón |
Al norte se presenta majestuosa esa imponente pirámide de piedra de 2007 metros que es el
Picu Polvoreda y que con su tupido manto blanco ejerce una fuerza magnética que hipnotiza. Junto al Polvoreda, aparece un pleyade de cumbres nevadas, cuya visión te traslada a otras latitudes con climas polares. Girando 180 grados, y mirando al sur aparece la interminable llanura leonesa que se presenta vestida de blanco y que nos muestra gráficamente porque el nido de ametralladoras se encontraba casualmente dispuesto en este preciso lugar. Las vistas son sencillamente sublimes y más en un día como despejado como el que tenemos hoy.
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Así de esplendido luce el Picu Polvoreda (2007 metros) desde la cumbre del Coto Salón. |
La parte inicial del descenso discurre por un sendero en buen estado entre escobas, y donde a pesar de estar cubierto de nieve se puede bajar relativamente rápido, pero yo voy muy despacio y con una inseguridad terrible. Entre el accidente del corredor evacuado en la tercera bajada y mi caída bajando camino de
Valdesalinas, voy completamente cruzado, y tengo la sensación de bajar conduciendo un tractor con ruedas cuadradas. Poco a poco me van adelantando corredores que se escapan sin que les pueda seguir, y es que soy consciente de que estoy bajando de una manera lamentable, tanto que no no se había visto nada más triste desde la muerte de
Chanquete en
Verano Azul. Acabamos el tramo inicial de descenso y enlazamos de nuevo con sendas que atraviesan el bosque, la pendiente se incrementa, el barro se convierte en protagonista y mi problema empeora. Voy completamente bloqueado mentalmente, midiendo cada pisada como si estuviese escayolado de ambas piernas y en vez de bastones bajara apoyado en muletas, lo que hace que además de bajar muy despacio, vaya acumulando mucho cansancio por la tensión que me está generando la situación. La bajada se me hace interminable y noto los primeros amagos de calambre. Finalmente llego abajo y una sensación de alivio se apodera de mi, tanto que me permito el lujo de pasar saltando y haciendo el tonto por delante del bueno de
Cundi Vega que está ejerciendo de fotógrafo como en tantas otras ocasiones. Y es que al igual que el vídeo acabo con la estrella de la radio, el postureo va camino de acabar con el corredor popular.
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El autentico y genuino Cojo Manteca, el corredor que sólo tenía una pierna (foto gentileza Cundi Vega) |
Llegamos a
La Valcueva (km 22). He tardado 40 minutos en recorrer los apenas 2,7 kms de descenso, lo que significa que he bajado a la deprimente velocidad de 13,5 min/km, o lo que es lo mismo he marcado un nuevo hito tardando el mismo tiempo en bajar que en subir.
Apenas un kilómetro de falso llano descendente por carretera hasta alcanzar el avituallamiento de
Palazuelo de La valcueva donde sigo completamente agarrotado . Y en este punto (km 24- tiempo 4h:35':27"), me gasto todos los comodines que me quedan en la baraja: enantium, pastilla de magnesio e ingesta de bebida isotónica en abundancia, algo que había olvidado a lo largo de la mañana por las bajas temperaturas.
El tiempo no es un problema, pero el deterioro muscular es manifiesto y los casi 5 kms que quedan a meta se me van a hacer más largos que noventa minutos en el Santiago Bernabeu. El tramo de ascensión inicial al
Alto de la Cruz es tendido y muy sencillo, aún así en seguida empiezan los calambres en el basto interno de ambas piernas. Por experiencia sé que es imposible intentar estirar este grupo muscular completo a estas alturas porque los calambres aparecen en otros grupos musculares reflejos. Solo queda bajar ritmo e intentar subir con calma esperando que el enantium haga su trabajo y me ayude a relajar muscularmente.
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Así de bonita se veía la subida al Alto de la Cruz |
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Tramo intermedio de ascensión al Alto de la Cruz |
En compañía de
Paquito consigo coronar (km 25,2- tiempo 4h:58':34"). Una breve parada con los voluntarios, una pequeña pero técnica bajada y enfrentamos la última subida, pues para sorpresa de quien no conozca el recorrido, se trata de una doble cumbre.
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Posando con los voluntarios en el Altoide la Cruz |
Corono el último repecho a 3 kms de meta, cuelgo los bastones en la espalda para bajar con ambas manos libres y afronto el tramo final . Por delante casi un kilómetro inicial por cortafuegos con poco desnivel y donde se podría correr muy rápido si se tuviesen piernas, pero sigo con amago de calambres en el soleo-gemelo que me lleva dando guerra toda la temporada, y a 2 kms de meta te desvías de nuevo y comienzas la bajada por un sendero técnico que zigzaguea por el bosque. Lo afronto con temor dados los antecedentes, sin embargo y para mi sorpresa, esta bajada la hago con mucha soltura y corriendo integramente. Han pasado tres cuartos de horas desde el avituallamiento y parece que el magnesio y el enantium han hecho su trabajo, y ya sea por un efecto químico real, por efecto placebo, o una combinación de ambos efectos, lo cierto es que por arte de magia han desparecido los calambres, y lo más importante de todo es que he recuperado la confianza bajando. Y entramos en un campo interesante que no todos los deportistas trabajan: la psicología. La cabeza es un 50% de los resultados en deporte, cuando la mente funciona, el cuerpo saca fuerzas de la más absoluta nada. Continuo el descenso, salgo del bosque y afronto el último kilómetro de bajada corriendo a ritmos muy elevados, para entrar en el pueblo y acabar la carrera, y por ende la temporada, esprintando como es habitual.
Cruzo la meta en el puesto 151 con un tiempo de
5h:22:05" a poco más de un suspiro (apena s 2h:05':36" de nada) del ganador
Guzman Gonzalez Mantecón, joven atleta leonés que viene pisando muy fuerte y que pronto nos dará muchas alegrías en esta deporte donde apunta maneras de corredor de grandísimo nivel.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, y al aparecer bisontes que hablan y esas cosas, nuestro cuento cobra categoría de fabula, y como tal debe de tener una moraleja que la ilustre, así que hoy en vez de conclusiones, incluiremos moraleja:
1.- Acaba una temporada muy extraña, con pocas luces y muchas sombras, tantas y tan oscuras que daría para escribir una trilogía que dejaría al mismísimo Grey convertido en cuento infantil. Sólo he podido disputar 6 carreras por culpa de los persistentes problemas musculares. Habrá tiempo de analizar todo con calma, asumir los errores de planificación y plantear cambios. Lo que queda claro es que o cambio mi manera de afrontar está disciplina o me quedan pocos años corriendo por montaña.
2.- No soy objetivo porque estoy muy vinculado a la prueba, pero fuera de los percances personales y más allá de los problemas que me han llevado a pasarlo muy mal en algún tramo de la prueba, ha sido uno de los días que más he disfrutado en mi vida corriendo por el monte. La nieve es un elemento mágico para cualquier corredor de montaña y hoy hemos tenido nieve en más de un 90% de la carrera. En muchos momentos de la prueba he tenido la sensación de estar reviviendo mi participación en la que siempre ha sido mi carrera favorita -
Carrera por montaña Alto Sil-, con la particularidad de que Matallana es una carrera con una fuerte personalidad propia -el cruce temprano del río Torio, La Via Bardaya, el Calero y por encima de todos la cumbre de Coto Salón hacen que esta prueba sea de esas que merece la pena correr. Yo seguiré colaborando con la prueba en todo aquello que me pidan y me resulte posible, y si los viejos dioses astures me son propicios, espero poder seguir viniendo una y otra vez por muchos más años para seguir viendo crecer este fantástico proyecto deportivo del que a día de hoy resulta difícil vislumbrar cual es su techo. Por todo ello quiere dar las gracias públicamente a
Miguel, Camino y Joaquin, las 3 personas que han dado vida a esta criatura por todo lo que han conseguido hacer, y por mostrarnos que sigue habiendo otra manera de entender el deporte, que es posible generar un proyecto de altísima calidad y sin coste para el corredor (la palabra GRATIS en el mundo de lo políticamente correcto puede generar suspicacias en ciertos estamentos de nuestra disciplina), porque lo importante es reducir al máximo lo gastos superfluos o prescindibles, y centrar todos los esfuerzos y conocimientos en maximizar los escasos recursos disponibles para atender al verdadero protagonista de esta fiesta que no es otro que el CORREDOR, de manera que todos los participantes, desde el primero al último, se sientan igual de importantes, porque lo realmente lo son. Cuando dentro de algunos años, espero que muchos, deje de correr, todo lo que quedará de mi paso por este deporte serán un montón de batallitas contadas con mayor o menor tino en este blog, y a un montón de recuerdos grabados a fuego en la mente, y esta carrera tendrá un hueco especial entre ellos.
La temporada 2017 ya es historia, ahora toca descansar y con calma pensar en el año que pronto comenzará. Mientras nos quede ilusión y motivación, la montaña siempre seguirá esperándonos y guiando nuestros anhelos y sueños de superación.
MUCHAS GRACIAS a todos los que habéis compartido kilómetros, esfuerzos y momentos esta temporada. No se todavía ni donde, ni cuando...pero nos volveremos a ver en la alguna carrera en 2018
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Perfil de la prueba |