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jueves, 16 de agosto de 2018

Reino Astur Nembra 2018

Muchos corredores sueñan con correr  Zegama-Aizkorri, Transvulcania o UTMB, yo que soy más raro que un perro verde siempre he querido correr en Nembra... y por fin llegó el día que tanto tiempo llevaba esperando. Siete años han pasado ya desde que me inscribí por primera vez en esta prueba, siete ediciones de una prueba que por culpa de mi lamentable estado físico de abuelo octogenario y mis habituales problemas musculares nunca había podido disputar, pero parece que llego el momento. Comparto expedición con mi compañero y amigo Alfonso Cano, que sale de trabajar y sin apenas descansar se enfunda un dorsal para competir, locuras que solo entendemos los que corremos por montaña. En nuestra linea argumental y ejerciendo de Pajares y Esteso en versión cazurra, nos perdemos durante el viaje, tenemos que aparcar 2 pueblos más arriba del lugar de salida, nos entretenemos cambiándonos y llegamos a la pancarta de  salida 30 segundos antes de que arranque la prueba, lo que nos coloca en compañía del corredor escoba, y a mi me da igual porque es mi puesto habitual, pero Cano tiene que correr como si le hubiesen prendido un cohete en el culo durante el primer kilómetro para tratar de recuperar posiciones.

Unos 800 metros llanos  por las calles de Nembra, salimos del pueblo y  comenzamos a ascender por un sendero que serpentea por un tupido bosque de árboles de hoja caduca. La primera sensación es que hay barro, mucho barro, y a mi el barro se me da muy mal porque soy grande, pesado, torpe, carente e la mínima destreza   y sobre este elemento estoy más perdido que un pingüino en un bosque de eucaliptos. Luchando sin descanso con el barro, sin lugar a dudas el  gran protagonista de la jornada, vamos ascendiendo casi sin descanso hasta que abandonamos la protección del bosque, un tramo por camino rural en buen estado, giramos a la izquierda y nos desvían por un ladera muy pindia cubierta de felechos.

Ascendiendo el Picu La Chomba
Levanto la vista y ante mi se dibuja una serpiente multicolor de corredores que avanzan lentamente sobre este precioso lienzo verde vegetal . Todo sería muy bonito si no fuera porque la subida es muy dura y notas como vas quemando energías en cada paso que das. Finalmente  alcanzamos la cumbre del Picu la Chomba a 938 metros de altitud  (km 4- 1h:01':40"), allí donde una Cruz de la Victoria me recuerda que estoy corriendo en casa, y hacia 3 años que no lo hacía.

Vista de la cumbre del Picu la Chomba

Cano pasando por la cumbre del Picu La Chomba
Desde este punto las vistas son sencillamente sublimes. En el fondo del valle descansan los pueblos de la parroquia de Nembra, al lado opuesto del valle una verde cresta que  simula ser la espalda de un dragón dormido, y al fondo una sucesión interminable de montañas que nos recuerdan lo afortunados que somos de vivir en este apartado rincón del mundo, pero debemos continuar avanzando. Un  tramo de cresteo que sin ser muy técnico obliga a mantener la concentración para no sufrir un percance por lo resbaladizo del terreno nos lleva hasta el primer avituallamiento.

Juanín Fernández Llames y su equipo en el tramo de cresteo camino del primer avituallamiento

 Parada rápida y continuamos ascendiendo por un tramo más sencillo. Poco a poco vamos ganamos altura hasta alcanzar el segundo avituallamiento, y enfilamos el tramo de subida final, momento en el que consigo dar alcance a Juan Fernández Llames, un corredor invidente que me deja ciertamente impresionado. Yo que tengo todos los sentidos disponibles, que dispongo de todo el material necesario para competir en la disciplina, y que acumulo un montón de carreras de montaña a mis espaldas, llevo kilómetros pasándolas  canutas  para poder avanzar sin caerme una y otra vez...y a mi lado tengo un corredor con una limitación sensorial reseñable que avanza con tesón y dándonos a todos una lección de coraje y  superación. A partir de este momento no tengo valor para buscar más disculpas. 

Continuo en solitario el tramo final de ascensión entre escobas y piornos, recordando algunos pasajes de canciones  con las que he crecido, canciones  como "Los Fugaos" de Nuberu, o "L'ayerán que perdió la guerra" de Llan de Cubel, sones populares que tienen estas montañas por decorado, y que nos hablan de una época pasada donde hombres y mujeres valientes, lucharon por defender unas ideas, unos derechos y una libertad de la que hoy gozamos y que no siempre sabemos apreciar en su justa medida.
Llegando a la cima del Picu Pedro Garcia
Finalmente alcanzo la cima del Picu Pedro Garcia a 1.542 metros de altitud (km 10'5 - 2h:30':29") Estoy en la techo de la prueba, y mientras en mi MP3 suena el "Lucha de Gigantes" de Antonio Vega,  me detengo unos instantes  para disfrutar de las imponentes vistas que nos regala esta cumbre. En ese momento otro participante pasa a mi lado y me comenta que si me ha visto algún miembro de la organización estoy automáticamente descalificado porque está prohibido por normativa utilizar auriculares durante la carrera, y además lo recalcaron minutos antes de salir. Reconozco que he metido la pezuña hasta el fondo, primero por no haber leído el reglamento, y segundo por haber llegado tan justo a la salida como par no escuchar las recomendaciones de la organización. Como quiera que sea que el desconocimiento de la ley no te exime de su cumplimiento, asumo mi responsabilidad, guardo el dispositivo electrónico en la mochila y plenamente consciente de que si alguien lo menciona seré justamente descalificado por primera vez en mi vida, me lanzo ladera abajo tratando de disfrutar de la prueba que es a  lo que hemos venido.

Tramo final de ascensión al Picu Pedro Grcia
El tramo inicial de bajada es muy sencillo, discurre por monte bajo sin excesiva pendiente y con terreno en buen estado, enlazamos con una pista forestal, pasamos el tercer avituallamiento de la prueba en el Quéndanu (km 13,5), cruzamos una pradería pindia donde se puede correr muy rápido y de nuevo nos internamos en el bosque por una estrecho sendero donde te entierras en barro por encima de los tobillos, y como ya he mencionado previamente a mi el barro me mata porque soy un completo inútil sobre esta superficie. Tengo la sensación de haber abandona los bosques de Nembra para internarme en las selvas de Borneo, pero afortunadamente par mi  aquí no hay depredadores porque sino a la velocidad ridícula a la que me desplazo  sería una presa fácil. Cada paso es un drama porque patino más que Javier Fernández en la final olímpica de patinaje sobre hielo, con la salvedad de  que mi estilo es mucho menos depurado que el suyo. 

Descendiendo desde el Picu Pedro Garcia
Con más miedo que vergüenza voy descendiendo a una espectacular velocidad  que oscila entre los 15 y los 20 min/kms, viendo como me superan corredores sin que les pueda seguir su ritmo, hasta que finalmente llegamos de nuevo al valle, cruzamos al lado contrario corriendo unos 600 metros por carretera y comenzamos una sencilla ascensión por la lado opuesto.
Otro participante peleando por mantenerse en pie durante la bajada
Vengo muscularmnete bien y con ganas de correr así que aquí acelero y avanzo a muy buen ritmo "desdoblandome" de algunos corredores que me habían adelantado durante mi lamentable descenso. Aproximadamente ya solo 3 kms por terreno sencillo me separan de meta,  y tras un último repecho enlazamos la bajada final por un prau pindiu. Un montón de sentimientos se concentran en esos escasos 100 metros que me separan de esa linea de meta. Muchos años esperando cruzar esa pancarta, y es que llegados a este punto no importa ni el el tiempo empleado, ni el puesto conseguido, lo único que te llena de satisfacción es haber conseguido completar por fin una carrera que llevabas muchos años esperando... y entro en meta corriendo  para poder abrazarme con mi tocayu el Demonión de Nembra, el alma mater de este precioso proyecto que es Reinoastur Nembra.

El Bisonte del Carbayedo cruzando la linea de meta.
Finalmente conseguí completar los 22,4 kms de la prueba, con 3018 metros de desnivel acumulado (1509 metros positivos y 1509 metros negativos), en el puesto 101 (sobre 124 corredores en meta) con un tiempo de 4h:25':26", a 1h:56':12" de Oscar Buján Rodriguez que fue el vencedor de la prueba, y a 90 minutos de mi compañero de expedición  Alfonso Cano, al que sólo una desgraciada caída en el tramo final le privó de meterse en el TOP10 de la prueba.

Mereció la pena la espera para poder disputar esta carrera. Solo me queda darle las gracias a la organización por dejarnos disfrutar de una prueba tan fantástica como esta. Espero que no tengan que pasar otras diez ediciones para que pueda volver a correr por los montes de Nembra, que aún  sigo teniendo clavada la espina de no haber podido disputar nunca la prueba larga.

 Y ahora me tomaré una larga  temporada descanso para recuperar completamente de los problemas de gemelo, sin objetivos a la vista hasta el mes de diciembre.

Nos vemos corriendo por montaña

martes, 3 de julio de 2018

Transfronteriza 2018

Un entretenido viaje en autobús nos lleva hasta el pintoresco pueblo donde tendrá lugar  la salida de la prueba.  Estas tierras fueron en su día parte del Reino de León, y en algún momento de la historia, como consecuencia de los intereses personales de los nobles que regían los destinos de las humildes gentes que habitaban estas olvidadas tierras, el pueblo, quedo dividido entre dos países, pasando a denominarse Rio de Onor la parte portuguesa y Rihonor la parte española, sin embargo sus escasos habitantes siempre han coexistido en perfecta armonía, para ellos siempre se ha tratado de un único pueblo, que en  Rihonorés (dialecto propio que se encuentra casi extinto y que deriva  del asturleonés) siempre ha sido conocido como Ruidenore, siendo la parte española conocida como Povo de Cima (Pueblo de Arriba) y la portuguesa como Povo d'Abaixo (Pueblo de Abajo).

Momentos previos a la salida con mi compañero de aventuras Joaquín Cañizares (Foto: Trailcyl)
En la linea de salida la temperatura es fresca y como ya vamos cambiados para correr, mientras acaban de montar el arco de salida, muchos corredores buscamos refugio en el interior del bar cercano. Unas fotos de rigor, y tras las pertinentes palabras por parte de las autoridades, se da la salida y arranca nuestra particular batalla deportiva por hacerse con el trono deportivo de esta gran balsa de piedra que es la Península Ibérica,  en un ambiente festivo.
Salimos en dirección norte corriendo por la empedrada calle que discurre por el Povo d'Abaixo,   a los 400 metros un cartel nos indica que acabamos de cruzar la raya, y apenas cien metros más adelante cruzamos el río homónimo que da nombre al pueblo.
Puente sobre el que se cruza el Rio Honor (foto: Lonifasiko)
Salimos del Povo de Cima por un camino llano de tierra. al paso por el kilómetro dos el camino gira a la izquierda y comenzamos la primera ascensión del día. El tramo inicial es sencillo pero  incrementa su dificultad a medida que ascendemos por  un amplio y empinada cortafuego diseñado con escuadra y cartabón y que nos hace ganar altura hasta coronar un fuerte repecho, momento que aprovecho para tomarme un  respiro apoyado en un vértice geodésico portugués -mucho más cuidado que los españoles-  y disfrutar las fantásticas vistas que nos regala la cima de  la muy noble y leal Vila de Bragança. Un pequeño tobogán, un último tramo muy pendiente de subida y por el mismo cortafuegos alcanzamos la primera cumbre del día (km 5- 46':22").

Apenas 500 metros más adelante, ya en territorio descendente, encontramos parada y fonda en el primer avituallamiento de la jornada. Un rápido tramo de bajada y ya  en terreno llano  a correr por pistas entre pinares mientras seguimos avanzando por la raya, esa delgada y  artificial linea sobre un mapa que los intereses de reyes y nobles han creado  durante siglos, agrupando administrativamente todos los  pueblos indígenas  que habitan Iberia desde tiempos  inmemoriales en  dos estados, dos países hermanos que durante demasiado tiempo han vivido de espaldas.

Mientras todos los participantes corren lo más rápido que pueden, yo falto de confianza desde mi último fiasco en Biosfera Trail, sigo inmerso mi particular  marcha senderista, descolgado del resto de corredores, hundido en la penúltima plaza de la clasificación y  avanzando más despacio que un muñeco de playmobil. Cuando ya llevamos disputados aproximadamente el 25% de la prueba llega la hora de tomar una decisión importante, puedo  seguir reptando por la Sierra de la Culebra  como una serpiente de gran tamaño los 25 kms restantes hasta meta, o puedo ponerme  las pilas, arriesgar y correr  a riesgo de que las piernas no aguanten. Si corres a nivel individual puedes hacer lo que quieras, pero cuando corres una prueba por  equipos, y más cuando representas los colores de un país, aún tratándose de una competición amateur, debes dejarte el alma por respeto al resto de compañeros de equipo y por respeto a todas las personas que sienten la bandera que estas representando, así que la elección es sencilla. Una rápida cuenta mental me dice que si en la salida había 66 inscritos, y si quiero sumar y no restar para mi selección, debo quedar de la mitad para delante, lo que implica que debo superar al menos a 33 rivales, y en este momento únicamente llevo 2 por detrás y los que me preceden empiezan a estar muy lejos.  Sin tiempo que perder  arranco, poco a poco recupero distancia y empiezo a adelantar a los primeros corredores. Muchos de ellos leoneses como yo. Una rápida y empinada bajada por cortafuegos y en el fondo del valle encontramos el segundo avituallamiento de la jornada (km 11- 1h:20':56"). 
Uno de los 6 pasos por el  del Río Manzanas (Foto: Tortugas Trail)
Abandonamos definitivamente la raya para adentrarnos en territorio español mientras disputamos el tramo más bonito de toda la prueba. Por un sendero que serpentea entre bosque de ribera vamos remontando el curso alto del Río Manzanas, un precioso riachuelo de montaña cuyas aguas cristalinas  cruzamos hasta en 6 ocasiones. Entre helechos y praderías, protegidos por arboledas avanzamos hasta cruzar por el interior del río bajo un viejo puente de piedra, giramos a la derecha y por sendero comenzamos la segunda ascensión de la jornada. En este instante llevo  a 14 corredores por detrás y por delante  no veo a ningún corredor en lo que me alcanza la vista, pero aún  queda mucha carrera.

Atravesamos el pequeño  pueblo de Santa Cruz de los Cuerragos donde se encuentra el tercer avituallamiento (km 14'5-1h:52':53") y continuamos ascendiendo hasta que al llegar al km 15 coronamos un pequeño repecho y pasamos por al lado de un viejo castro celta, se trata de los restos de un antiguo asentamiento zoela. Los zoelas eran la tribu más meridional de los antiguos astures, un pueblo prerromano que lleva más de dos mil años   habitando una franja de tierra que va desde el Mar Cantábrico hasta el Río Duero, en tierras de las actuales Asturias, León, Zamora y Tras Os Montes, así que  por estas tierras sigo corriendo en casa, tanto en el lado portugués como en el español. Alcanzo a Paquito y a Arcadio, el bañezano y el benaventino son dos viejos conocidos  con los que he compartido muchas carreras, lo que me aporta ánimos renovados

Segunda ascensión de la jornada en Santa Cruz de los Cuerragos (foto: Tortugas Trail)

Un tramo llano de descenso por  cortafuegos donde  literalmente vuelo devorando kilómetros a ritmos de 4:00-3/50 min/km, una velocidad inusual para mi, que no obstante me permite recuperar posiciones con facilidad e iniciamos el tramo final de ascensión. Una rápida parada en el cuarto avituallamiento de la jornada (km 19- 2h:29':00"),  casi 3 kilómetros adicionales de ascensión y al paso por el km 21,5 tocamos el techo de la prueba a 1195 metros de altitud. 

A partir de aquí 7 kilómetros de rápido y continuo descenso. A la salida del quinto avituallamiento  transitamos  500 metros campo a través por el interior de un pinar,  momento en el que supero al corredor número 33, se trata de un compañero portugués que va corriendo en compaña de su perro.  Quedan unos 7-8 km a meta pero contra todo pronostico he conseguido mi objetivo de dejar de ser una rémora y sumar para mi equipo. Con la moral por las nubes vuelvo a encadenar otros 3 kms a ritmo próximos a 4 min/km, y aunque no veo a nadie por delante continuo inmerso en mi particular contrarreloj individual. La pesada y lenta  boa constrictor de los primeros kilómetros parece haber mutado por arte de magia en una suerte de Cuelebre -serpiente alada de la mitología asturiana similar a un dragón-. ¡Que bonito es correr por montaña cuando se tienen piernas! Hoy estoy disfrutando un montón. 

En el kms 30 llegamos al fondo del valle y comenzamos la última ascensión de la jornada. Una breve parada en el último avituallamiento del día y a subir. De fuerzas voy sorprendentemente bien, pero empiezan los primeros amagos de calambre en gemelos/soleos. ¡Vamos Bisonte, cada segundo que ganes es un segundo de margen para los compañeros que vienen por detrás!. Corono en el km 31 al paso por una vivienda engalanada con multitud de banderas españolas y afronto el kilómetro final ya en por las afueras de Figueruelas de Arriba. Un tramo de sendero entre huertas y vides a las afueras del pueblo y 200 metros finales de subida hasta alcanzar esa meta a la que llego literalmente fundido, con la satisfacción de haberlo dado todo (y la sensación de que si hubiese corrido de forma  diferente mis piernas hoy quizá hubiesen tenido 15-20 minutos menos).

Finalmente conseguí completar los 32 kms de la prueba con 2800 metros de desnivel acumulado (1500 positivos y 1300 negativos) con un tiempo de 3h:45':41" , a 1h:.01':21" del ganador que fue Jose Juan Clemente del Río y alcanzando una digna posición 26 (sobre 60 corredores ne meta).
Entrando en meta (foto: Trailcyl)
Para cerrar la jornada una revitalizante ducha de agua caliente en el camping de la población y un sabroso arroz a la zamorana por gentileza de la organización, que estaba tan bueno que a punto estuvimos de raptar al cocinero y llevárnoslo con nosotros de vuelta para León. Al final los corredores españoles se llevaron por segundo año consecutivo la victoria en esta fiesta de hermanamiento entre españoles  y portugueses donde el deporte solo es una disculpa. Solo cabe felicitarles por su victoria y retarles para el año próximo. 

No quiero finalizar mi crónica sin dedicarle unas palabras de agradecimiento a la organización.  Es un formato diferente de carrera, con el aliciente de competir por equipos defendiendo los colores de tu país lo que siempre genera un ambiente especial, poniendo en valor  un entorno privilegiado e injustamente olvidado de Zamora y Tras Os Montes, con un recorrido rápido y divertido, y con un esmerado trato al corredor que cuida hasta el último detalle (duchas de agua caliente, buena comida postcarrera ,  bolsa del corredor repleta de productos locales, etc) y sobre todo ese trato acogedor  recibido que hace que el corredor se sienta como en casa desde el primer hasta el último momento, ese toque mágico que solo se consigue en aquellos proyectos que se hacen con cariño por parte de personas, como nuestro admirado Lobo de Aliste, que se dejan la piel de manera desinteresada y dedican muchas horas y esfuerzos a sacacar adelante carreras tan bonitas como este y que ponen pueblos en los mapas. Muchas gracias por todo, espero poder volver en el futuro y traer conmigo muchos más corredores leoneses para que puedan disfrutar de esta fantástica experiencia

Próxima parad del Bisonte World Tour 2018: La Batallona de Somiedu

Perfil de la Transfronteriza 2018

viernes, 25 de mayo de 2018

Biosfera Trail 2018

Un año más vuelvo a Ciñera para enfrentarme a  una de las pruebas más bonitas y más duras del calendario de montaña leonés, una carrera que desde su nacimiento siempre se ha caracterizado por poner en valor esta entrañable comarca minera leonesa, por dar un exquisito trato al corredor, y por innovar año tras año creando nuevas modalidades y distancias adaptadas a las diferentes tipologías  de corredores de montaña. Personalmente, y aunque he renunciado por precaución a participar en la maratón, creo llegar en muy buenas condiciones físicas para hacer una buena carrera.

 A las 8 de la mañana dan la salida de la  maratón y a las 9 salimos los de la prueba de 26 kms. Una vuelta al pueblo inicial, un tramo llano por el sendero que une los pueblos de Ciñera y La Vid donde es posible correr muy rápido,  y tras pasar por un túnel bajo la nacional que une León y Asturias (km 2,5 - 12´:30”), comenzamos la ascensión a Peña Colorada. Es la primera montaña que asciendo en toda la temporada y se me agarra a las piernas  como una losa. Paso de correr muy cómodo y bastante rápido en el tramo inicial, a sentirme pesado y rígido como el ancla de un petrolero, y eso que he bajado unos 8 kgs de peso desde la temporada pasada, no obstante pienso que es sólo parte del proceso de adaptación a la montaña y que poco a poco iré sintiéndome mejor.  Subimos sin descanso hasta alcanzar la cresta del monte, una pequeña bajada de apenas unos 150 metros, y afrontamos entre peñas el tramo final hasta coronar Peña Colorada (km 4,75 - 48’50”).

Comenzamos un descenso muy rápido, primero por prados, luego por senda y finalmente por un tramo más técnico. Los tramos corribles bajo relativamente bien, sin embargo en los tramos que presentan una  mínima dificultad técnica voy con mucho miedo. En diciembre me caí en un descenso disputando  la Carrera de Matallana de Torío y parece que el miedo a caer de nuevo ha anidado con fuerza en mi mente, lo que hace que baje con una torpeza y lentitud infinita, y como consecuencia poco a poco me van adelantando corredores que me pasan como tiros, mientras yo desciendo a velocidad de marmota.  Llegamos abajo, un tramo llano de unos 600 metros por pista y alcanzamos el primer avituallamiento de la jornada (km 8,4 – 1h:20’:43”).  El tiempo de paso es muy bueno, pero las sensaciones no acaban de ser positivas. Bajar con tanta inseguridad me genera mucha tensión y el desgaste muscular es mayor de lo normal, por lo que me siento muy agarrotado de piernas, y lo peor es que la bajada de este primer pico es la más sencilla de toda la jornada.

Enciendo mi MP3, pienso que iré cogiendo más soltura y confianza en las bajadas a medida que avance la prueba, y con ánimos renovados afronto la ascensión al Cueto San Mateo. Un primer tramo ascendente por sendero entre bosques, un tramo llano de un kilómetro por pistas, antes  de enfrentarme al tramo final más pendiente y complicado que entre peñas nos lleva hasta cumbre. Sin contratiempo alcanzo la cumbre del Cueto San Mateo que se presenta semioculta entre la niebla y las nubes bajas. Me encuentro en el techo de la carrera (km 12,7 – 2h:10´:18”), y antes de iniciar el descenso decido tomarme un descanso de unos 3 de minutos guardando los bastones, ingiriendo una pastilla de magnesio para evitar los calambres, y contemplando las preciosas vistas que siempre nos regala esta cumbre, incluso en días grises en los que existe visibilidad reducida.
Tramo intermedio de bajada del Cuetu San Mateo - Fuente: Leonoticias
La bajada del Cueto siempre es complicada, tiene algunos tramos muy técnicos de destrepe, con y sin cuerdas fijas de apoyo, e incluso en días como hoy donde el sendero está en buen estado por no encontrarse la piedra húmeda, debe tomarse con mucha precaución para minimizar el riesgo de caída. Un tramo inicial entre peñas, un breve tramo intermedio menos pendiente y más  corrible, el tramo final de bajada más técnico y Llegamos abajo, un corto y exigente repecho, el paso a través de la emblemática galería minera y alcanzamos el segundo avituallamiento (km 15,9 – 2h:48´:50”).


Subida al Picu Cuchillar

Comenzamos la tercera ascensión de la jornada, la más corta y sencilla de toda la prueba, sin embargo al poco de comenzar a subir comienzo a sufrir fuertes calambres en los cuádriceps y eso que todavía voy por el km 16. Suelo sufrir problemas de calambres habitualmente, pero esta vez han aparecido demasiado pronto en el tiempo y demasiado lejos de meta, lo que representa un contratiempo muy serio. Comienzo a maldecir en arameo, hebreo, latín e incluso en élfico, pero no queda otra que seguir avanzando. Como quiera que sea que la subida es sencilla, con bajar el ritmo y acortar la zancada voy librando hasta llegar arriba. 


Coronamos el Cuchillar (km 17,2 – 3h:07´:04”), cruzamos la escombrera, y por un estrecho sendero entre escobas iniciamos el rápido descenso. Aquí me debo detener en varias ocasiones y ponerme a estirar. Empiezo a tener menos futuro que la amistad entre Valentino Rossi y Marc Márquez, afortunadamente la bajada está en buen estado y no resbala tanto como en ediciones previas, lo que me facilita el trabajo.
Llegamos abajo, enlazamos con un nuevo tramo llano por pista donde voy tan ofuscado que a  punto estoy de saltarme el tercer avituallamiento de la jornada (km 18,6 – 3h:21´:24”). Nos  adentramos en el Faedo y afrontamos la dura ascensión por el interior del bosque de hayas centenarias que dan nombre a este emblemático bosque. Cada poco debo detenerme  a estirar, aun así voy ganando altura, supero la escombrera que se encuentra a media ascensión,  un  último tramo  de ascensión entre peñas antes de afrontar los últimos metros hasta cumbre que se deben hacer literalmente escalando.


Tramo final de "escalada" al Picu Los Casetones

Toco la cumbre de Los Casetones (km 20,2 – 3h:54´:36”), un breve cresteo, y en completa soledad inicio  un descenso que combina tramos técnicos con tramos de cómodos senderos por praderías donde es posible correr muy rápido. Yo continúo mi particular calvario personal, incapaz de correr, hasta el punto de que me tengo que detener de nuevo al cruzar un río, y aprovecho para meter a remojo mis maltrechos cuádriceps. A estas alturas ya no existen soluciones mágicas, pero las frías aguas de este arroyo supongo que ayudan a soldar temporalmente las múltiples microroturas a nivel fibrilar y mitigan por un corto espacio de tiempo mis molestias musculares.
Entramos de nuevo en el Faedo, y para mi sorpresa este año no atravesamos la senda de tarima que serpentea  por el  interior de este centenario bosque, sino que avanzamos por un estrecho sendero que discurre por la ladera opuesta del estrecho valle.
Alfredo Álvarez y Pablo Ródriguez entrando en el Faedo de Ciñera
Y toca afrontar la quinta y última ascensión de la jornada. Afortunadamente en esta ocasión llevo suficiente margen como para no tener que preocuparme por el cierre de control, pero voy tan tocado en lo físico, y tan quemado a nivel psicológico, que tengo la sensación de estar escalando un ochomil.  Primer tramo de subida por piedra suelta, un ligero descansillo a media subida donde está ubicado el último avituallamiento de la jornada y finalmente un último tramo de nuevo entre peñas que nos conduce a la cumbre de La Sardonal (km 23,3 - 4h:56´:48”).
Cresteo final por la cumbre de La Sardonal con los pueblos de Ciñera y La Vid al fondo del valle
Por delante queda un cresteo técnico y la bajada final camino de meta. Y aquí es donde la frustración alcanza niveles extremos, veo impotente como uno detrás de otro me van superando infinidad de corredores de la prueba corta, corredores de la prueba  larga (46 kms), una familia completa de orugas procesionarias,3 tortugas laud, una excursión de afectados por silicosis con la bombona de oxígeno a la espalda, La Santa Hermandad del Cristo de los 7 clavos posesionando con los pasos de Semana Santa al hombro, e incluso la Banda de Gaitas ciudad de Oviedo al completo tocando la danza del Oso mientras desfilan vestidos con el traje regional. Y es que  el cresteo se me hace más largo que  una carrera de caballitos de mar en el hipódromo de la Zarzuela , pero acaba y comienza el descenso final, y es todavía más duro porque aquí los cuádriceps sí que van ya al límite.

Mientras desciendo caminando observado impotente con me siguen adelantando corredores, hasta que me sobrepasa el mismísimo espíritu del malogrado Sthepen Hawkins en su silla de ruedas, y con su característica voz electrónica me dice: “He dedicado toda mi vida a estudiar los agujeros negros a nivel teórico, y resulta que tenía uno real delante de mis narices, Bisonte ¿Dónde has estado toda mi vida? eres un auténtico agujero negro, eres capaz de hacer desaparecer cantidades ingentes de energía y materia cuando corres por montaña. ¡Anda artista, agarrate a la silla que te llevo hasta meta!”.
A ver si acaba pronto esta odisea que nada tiene de épica y mucho de absurda. Llego a las primeras casas de Ciñera, aproximadamente unos 700-800 metros llanos me separan de meta. Sigo andando sin la menor intención de correr, sin embargo la agradable conversación con otro corredor que me alcanza me aporta ánimos renovados, y más por orgullo que por fuerzas, completo corriendo los últimos 400 metros para entrar en meta con la sensación de estar más devaluado como corredor que un título universitario de la Universidad pública Rey Juan Carlos.

Por primera vez en muchos años no miro el reloj en meta.  El tiempo límite no es un problema y doy por sentado que habré tardado unas 6 horas. Al día siguiente, ya en frío,  compruebo que en completar los 26 kilómetros con 4.400 metros de desnivel acumulado (2200 positivos y 2200 negativos) he tardado 5h:35’:45”  a 2h:27´:33” del ganador que fue Guillermo Sánchez Ledo, ocupando el puesto 56 sobre 100 corredores en meta.

¡Qué gran paradoja! Acabo de acabar mi quinta Biosfera Trail, una carrera que me encanta y donde siempre me han tratado muy, muy bien, acabo de conseguir probablemente el mejor tiempo de mis 5 participaciones, y me voy con una sensación de desilusión, decepción personal y fracaso deportivo tremenda.  Lo cierto es que la montaña siempre imparte justicia, aquí no hay arbitrajes polémicos, ni decisiones extrañas, sencillamente la montaña te pone en el lugar que te corresponde. Yo había llegado extremadamente confiado, ya tan crecido que pensaba que  iba a ser capaz de mear medio litro de colonia de marca por cada litro de agua que fuese capaz de ingerir en cada avituallamiento, y aun siendo capaz de llegar  a meta, hoy la Biosfera me ha derrotado. ¿Cuánto vale esta meta? NADA. El sufrimiento siempre debe ser un personaje secundario en cualquier prueba de resistencia, pero si se convierte en protagonista principal de la obra, el deporte popular pierde todo su sentido. Tiempo habrá de analizar lo sucedido, de modificar entrenamientos, y espero que de volver con renovadas fuerzas.

Próxima parada del Bisonte World Tour 2018: TRANSFRONTERIZA


Perfil de la Biosfera Trail 2018

lunes, 5 de marzo de 2018

La Paramada 2018


Amanece en La Geria con una temperatura que roza los 0ºC y  cielos despejados. Algo más de 800 corredores esperamos apelotonados en la línea de salida a que abran las puertas de nuestro particular encierro. Emoción, nervios y muchas dudas se concentran en ese reducido espacio físico. Es curioso cuando menos que precisamente el año en que tengo como objetivo carreras ultras con importantes desniveles acumulados, decida comenzar la  temporada alejado de la montaña y corriendo por las llanas tierras del páramo castellano, pero como postulaba el ilustre Albert Einstein:  “no es posible esperar resultados diferentes, si siempre se hace lo mismo”, así que este año tocaba cambiar de raíz y este es lugar elegido para comenzar temporada, abandonado la protección de las montañas del Reino de Léon, para cruzar la frontera y adentrarme en territorio del vecino Reino de Castilla.

Finaliza la cuenta atrás, y como si del chupinazo de los San Fermines se tratase, los corredores salen en estampida como era previsible en una prueba de estas características. Una vuelta inicial por las calles del pueblo para estirar el grupo, aproximadamente a los 600 metros pasamos de nuevo bajo el arco de meta, 600 metros llanos por carretera y comenzamos la primera ascensión de la jornada.  La práctica totalidad de los corredores que me preceden suben corriendo, y de repente  aparece uno de León que dice ser corredor de montaña y en la primera “cuestina” que encuentra deja de correr y se  pone a caminar. Esto no hace más que confirmar mi teoría de que tengo menos porvenir corriendo por montaña que Aramis Fuster trabajando como modelo de lencería femenina.  Apenas  500 metros más adelante los destinos de los corredores de la prueba corta y larga se separan, los atletas de la  prueba corta giran a la izquierda, mientras que los  disputamos la prueba de 20 kilómetros  giramos a la derecha. Entramos en un estrecho sendero que serpentea por medio del pinar en un constante subir y bajar con escasa pendiente, hasta que sin darte cuenta alcanzas el primer avituallamiento de la jornada (km 5).  Miro mi reloj y marca 25’:58”. Al correr en fila de a uno, sin darte cuenta tiendes a correr a ritmos elevados para tratar de pasar inadvertido entre tanta gacela. 


Salimos del avituallamiento y me veo corriendo rodeado de corredores con camiseta morada del Trail Sport Toro. Paradójico cuando menos, no obstante no parece mala ubicación para un bisonte correr insertado en una manada de “toros”. Enlazamos una rápida bajada por amplia pista de unos 500-600 metros, giro brusco a la izquierda de unos 135 grados y comenzamos a subir por un sendero en el lado opuesto de este pequeño valle, otro giro  a la  derecha y de nuevo a volar por senderos serpenteantes entre pinares hasta que te encuentras con el primer “muro”, una subida corta pero muy explosiva, que al ser sobre terreno de arena suelta te obliga a tirar de brazos para ganar tracción, coronas este fuerte repecho y alcanzas el segundo avituallamiento (km  10,2).


 Necesito perder unos segundos mientras recupero el resuello por esfuerzo acumulado en esta última cuesta, un rápido vistazo al reloj (54’:45”) y  de nuevo a correr. Se me está pasando la prueba volando y eso es señal inequívoca de que estoy disfrutando por los Montes Torozos.  600 metros de rápido descenso por una amplia pista camino de Simancas, llegamos de nuevo a los pies de la colina, un nuevo giro para enlazar una vez más con el estrecho sendero que se adentra en el pinar. Acabamos de superar el ecuador teórico de la prueba y es momento de calibrar la situación. Estoy corriendo mucho más rápido de lo habitual y no estoy seguro de que pueda aguantar este ritmo hasta meta, pero de lograrlo me plantaría en meta en 1h:50’, cuando en la  mejor de mis previsiones me iba a costar bajar de las 2 horas, sin embargo las sensaciones son muy buenas y parece que las piernas responden. Seguimos serpenteando, una veces subiendo, otras bajando, la mayor parte por falsos llanos a medida que giramos en la ladera del otero, podemos divisar en la distancia las edificaciones de Valladolid, la proximidad con una ciudad de tamaño grande explica en parte la gran afluencia de corredores a la prueba, aunque como voy poco a poco comprobando hay muchas más razones que explican el éxito de la prueba. Continuamos el de devenir hasta encontrar el tercer avituallamiento (km 15) tiempo 1h:20:24. Parada muy breve porque la temperatura es fresca, la sudoración escasa y consecuentemente la perdida de líquidos limitada. De nuevo arrancamos andando cuesta arriba por una amplia pista. Soy el único corredor de montaña que solo rinde en llano y es incapaz de correr cuesta arriba, menuda carta de presentación para un “montañero”,  un fenómeno paranormal tan extraño solo sería equiparable a ver a Sergio Ramos respondiendo con acierto las preguntas de Jordi Hurtado en “Saber y ganar”. A pesar de lo expuesto, el ritmo de ascenso y la longitud de la zancada me permiten adelantar algunos corredores,  y uno de ellos sorprendido al ser adelantado por un corredor de gran tamaño con camiseta de Wally me dice  “te tiene  que costar mucho mover tanto peso” .. y eso que ahora me coge en los “huesos” , si me ve hace mes y medio con 7 kgs más  llegaría a pensar que estaba siendo adelantado por un luchador de sumo.  700 metros de cómodo ascenso, coronamos  y siguiendo la misma pista nos enfrentamos a 2 km completamente llanos en la cota máxima de la prueba ( 845 metros de altitud), 2 kms  que se recorren por pistas completamente rectas, monótonas e infinitas para quien vaya con malas piernas, terriblemente gratificantes para alguien que venga con buenas piernas pues se puede correr muy rápido. Al final de la pista km 17,5 (1:30:54) se encuentra el último avituallamiento de la jornada, de nuevo nos adentramos por sinuosos senderos en el interior del pinar, las piernas ya empiezan a notar el castigo y está vez las subidas y bajadas o son más pronunciadas o al menos se hacen mucho más duras  lo que contribuye a romper el ritmo. 

Yo empiezo a notar que se me acaba el combustible pero la meta no puede estar lejos y los últimos kms se hacen más con el corazón que con las piernas.  Paso el km 19, última bajada y a meta….pero para mi sorpresa ¡no!, otro requiebro y de nuevo a subir, ¡venga bisonte, que ya está ya si que es la última. Bajada pronunciada,  paso por el km 20 en 1h:48…y ni rastro de meta,  y al paso por el km 20,5 otro giro brusco y de frente y a traición nos encontramos con otra  imponente cuesta de unos 200-300 metros. A estas alturas ya se encienden todos los pilotos de alarma en el cuadro de mandos ¡May Day, May day!¡Boing 747 llamando a torre, el depósito de queroseno está completamente vacío, o me buscáis pista para aterrizar urgentemente o el gran pájaro de hierro se estrella! Subo fundido y con paso de procesión de semana santa, viendo con cierta impotencia como me adelantan 4 o 5 corredores, coronamos y nueva bajada pronunciada, que esta vez si es la última. Por delante algo má de un kilómetro para volar, aunque voy con los primeros amagos de calambres en gemelo.



A 500- 600 metros de meta la organización todavía nos tiene preparada una última sorpresa al más puro estilo Spartan Race  y  nos hace  cruzar por debajo de un puente que sólo tiene 1,70 metros de altura, lo que dada mi atípica morfología de corredor,  y que  las piernas ya no están para muchos alardes, me deja plegado como un acordeón.  

Un último esfuerzo por las calles de La Gería  para cruzar la pancarta de meta esprintando con  un tiempo de  1h:58:18 (puesto 51 sobre 294 corredores en meta), a 26’:07” de un intratable Santiago Mezquita, que una vez más, y ya van tres en cuatro ediciones, ha vuelta a vencer en  la Paramada  con un fantástico tiempo de 1h:32’:11”.


A pesar de que los dos últimos kms se me han hecho eternos, me voy muy contento de tierras vallisoletanas. El tiempo empleado en completar esos 22 kms con sus 1010 metros de desnivel acumulado, y el puesto final superan con creces las expectativas de partida. En cuanto a la carrera, he de decir que me ha sorprendido muy gratamente. Es una prueba que reúne un  recorrido entretenido, una buena organización en todos los aspectos, un gran ambiente de carrera, una excelente bolsa del corredor y un ágape en la carpa de meta que ya si por si sólo bien vale una inscripción. Sin tener ningún aspecto especial, si es una prueba que engancha al corredor, además de ser por sus características técnicas una carrera ideal para aquellos que quieran dar el salto del asfalto al trail. Sinceramente me voy con la sensación de que me volveréis a ver corriendo La Paramada en futuras ediciones.


Nos vemos corriendo por montaña.