Reza un viejo proverbio tibetano que quién ha escuchado alguna vez la voz de las montañas, nunca la podrá olvidar y en mi caso empieza a ser una verdad irrefutable. Cuatro meses después de disputar la Biosfera Trail y habiendo estado completamente parado por espacio de 90 días, toca ponerse un dorsal y volver a competir. Las molestias de mi aquiles derecho no han remitido completamente, pero comienzo a tener la sensación de que nunca van a desaparecer del todo por tratarse de achaques propios de la vejez, o dicho de otra manera, son las goteras ocasionadas por haber practicado deporte más o menos en serio cuando era joven. Este año me hubiera gustado correr la Maratón Reino Astur en Nembra, pero como le comenté al demonión de Nembra, su carrera y yo no nos llevamos bien y siempre hay alguna limitación física que se interpone entre nosotros. Sin correr apenas para no sobrecargar el tendón, pero con muchos kms de bici y horas de natación en el cuerpo, llego a Villalfeide con las pilas cargadas y la ilusión a tope para afrontar una de las 3 carreras que son sagradas en mi calendario anual.
Aparco en la zona habilitada de Villafeide con apenas 20-25 minutos de margen sobre el horario de salida, recojo el dorsal y vuelvo al coche a cambiarme a toda mecha. La previsión meteorológica anuncia temperaturas muy elevadas que alcanzaran los 34-35º en las horas centrales del día y a mi el calor siempre me ha afectado mucho más que a otros corredores. El tiempo apremia y me olvido de beber antes de la salida, ya que por miedo a chamuscarme en el monte y acabar más negro que Iñaki Williams, pierdo el tiempo enbalsamandome con cantidades industriales de protector solar cual momia egipcia, hasta el punto de que mi piel brilla más que la del abanderado de Tonga en la ceremonia de apertura de los Juegos de Río.
Camino de la salida me cruzo con el Toro Cano y Dieguín Alonso y Alfonso me pregunta:
-¿Bisonte, no llevas agua?
-No, no me hace falta.
¡Que cojones! si kilian Jornet va a subir el Everest en otoño, sin oxigeno y en modalidad escalada ligera, ¿no voy a ser yo capaz de acabar esta carrera con lo básico? así que vuelvo al origen de este deporte, al minimalismo en el atletismo de montaña: ni mochila, ni cinturón de hidratación, ni geles, ni pastillas de magnesio, ni siquiera MP3 para los momento complicados, solamente lo elemental: zapatillas de montaña, pantalón de deporte, camiseta de tirantes y con la única ayuda externa de un enantium y una capsula de L-carnitina por si las cosas se tuercen. En realidad, detrás de semejante "temeridad" subyace el hecho de conocer bien la carrera y saber que en las 3 ediciones previas la correcta distribución de los avituallamientos y la calidad de los mismos no me ha hecho necesario el porteo de agua, ni ningún otro suplemento externo. Por desgracia y como podré experimentar más tarde, a veces un exceso de confianza basado en experiencias previas, nos puede jugar una mala pasada.
¡Que cojones! si kilian Jornet va a subir el Everest en otoño, sin oxigeno y en modalidad escalada ligera, ¿no voy a ser yo capaz de acabar esta carrera con lo básico? así que vuelvo al origen de este deporte, al minimalismo en el atletismo de montaña: ni mochila, ni cinturón de hidratación, ni geles, ni pastillas de magnesio, ni siquiera MP3 para los momento complicados, solamente lo elemental: zapatillas de montaña, pantalón de deporte, camiseta de tirantes y con la única ayuda externa de un enantium y una capsula de L-carnitina por si las cosas se tuercen. En realidad, detrás de semejante "temeridad" subyace el hecho de conocer bien la carrera y saber que en las 3 ediciones previas la correcta distribución de los avituallamientos y la calidad de los mismos no me ha hecho necesario el porteo de agua, ni ningún otro suplemento externo. Por desgracia y como podré experimentar más tarde, a veces un exceso de confianza basado en experiencias previas, nos puede jugar una mala pasada.
Minuto de silencio al comienzo de la prueba |
Pronto se forma el pelotón de tractoristas habitual: Paquito Bañeza, Jesus Linares, Carlos Alvarez, Toño Pozo y el que escribe. Un kilómetro sencillo, giramos a la izquierda por la Reguera Oscura y comenzamos una sencilla ascensión por la cara norte del Cueto Salón. Al poco de comenzar a subir me cruzo con Toño Santamaría que se tiene que detener por un esguince y un poco más delante con una corredora de la selección de Castilla y León que también se está retirando. Aunque la subida es sencilla, parece que hoy la prueba ha comenzado pronto a cobrarse su particular peaje en forma de abandonos. Subo en la grata compañía de mi compañero en el Cumbres de León Toño Pozo y para mi sorpresa consigo realizar casi toda la ascensión corriendo, cuando lo normal es verme subir andando. Corono a 1.350 metros de altura (km 4 aprox) con un tiempo de 33':51", desciendo con precaución la escombrera y enfilo el camino de bajada en compañía de Saul Jiménez. Un cómodo descenso por un sinuoso sendero que atraviesa un bosquecillo de robles y hayas y sin darnos cuenta llegamos abajo, cruzamos por el Pontón Cimero y cogemos el camino paralelo a la carretera que nos lleva de vuelta a Villalfeide. Por delante un tramo de 2 kms por terreno llano y en buen estado antes de atravesar el pueblo por primera vez. En este tramo adelanto a unos 15-20 corredores sin ningún esfuerzo. No miro el reloj porque no me preocupa el ritmo, solo se que las sensaciones son muy buenas y que hoy tengo la impresión de estar más fuerte que el vinagre.
Llegando al pueblo me encuentra a Sara y a Cundi Vega ejerciendo labores de fotógrafos. Fruto de la inercia y el postureo de salir corriendo en las fotos, acelero el ritmo y entro en Villafeide a galope tendido, hasta alcanzar el pilón de agua ubicado en la calle principal, donde me detengo y me empapo completamente cabeza y tren superior para refrigerar el sistema. Apenas 150 metros más adelante cruzo la pancarta de meta y alcanzo el primer avituallamiento de la prueba (km 8).
Paso por meta en 55´:07" (casi 9 minutos menos que el año pasado). Salgo del pueblo manteniendo un buen ritmo de carrera por la zona conocida como el Calvillo y enlazo con la segunda ascensión del día por la Vía Bardalla. Unos 30 metros por delante llevo a Ana Isabel Tascon, otra compañera del Cumbres de Léon a la que finalmente consigo alcanzar y en su compañía y la de Carolino Teixeira, realizo toda la ascensión hasta coronar a unos 1300 metros de altitud (km 11) con un tiempo de 1h:24':36", momento que aprovecho para acelerar el ritmo y me voy en solitario para afrontar mi tramo favorito de toda la prueba. Por delante un kilómetro y medio por un estrecho sendero de falso llano descendente que recorre un precioso bosque de carbayos. Salimos del bosque, giramos a la derecha y enlazamos con un rápido descenso que nos llevará de nuevo a la parte alta de Villafeide y que este año me tomo con mucha más calma que en ediciones previas.
Llego abajo y me detengo en el segundo avituallamiento de la jornada. Levo 1h:43':08" de esfuerzo y unos 14 kms recorridos. Me bebo un par de botellines de agua y arranco de nuevo por la pista ascendente que nos llevará hasta los pies del Picu Polvoreda.
Saltando con la agilidad de un corzo pese a tener la corpulencia y el peso de un bisonte de montaña. |
Realizando un esfuerzo titánico por tratar de frenar 95 kgs de carne de Bisonte antes de que se acabe la pista de aterrizaje. |
Finalmente alcanzo el avituallamiento de La Peñica (km 16) en 1:59:00" (14 minutos menos que el año pasado). Hasta aquí he llegado con buen tiempo y muy buenas sensaciones, pero ahora empieza la carrera de montaña de verdad. Lo cierto es que veo muy factible bajar de las 4 horas en meta. Parada larga en boxes mientras aprovecho para comer y beber abundantemente. Estoy bebiendo 2 botellines de agua por avituallamiento, pero el calor aprieta, estoy sudando muchísimo y es preceptivo hidratarse por exceso y no por defecto. Cinco minutos de parada y arranco la dura ascensión al Picu Polvoreda. Por delante casi mil metros verticales hasta tocar cumbre en apenas 3 kms de ascensión y además hay que llegar a la cima con piernas para afrontar con garantías la complicada bajada.
Nada más necesito 200-300 metros para ver que algo no va bien. Me noto sin fuerza en las piernas y excesivamente cansado. Es como si la parada en el avituallamiento hubiese conseguido el efecto contrario al deseado. Continuo ascendiente y al poco rato me cruzo con mis tres amigos del Fondo Europeo para la Conservación del Bisonte Salvaje: Dieguín Alonso, Alfonso Cano, que me espera con un bidón de bebida isotónica preparada, y un poco más adelante con Roberto Dieguez, que asciende conmigo un pequeño tramo para hacerme unas fotos y darme ánimos.
Nada más necesito 200-300 metros para ver que algo no va bien. Me noto sin fuerza en las piernas y excesivamente cansado. Es como si la parada en el avituallamiento hubiese conseguido el efecto contrario al deseado. Continuo ascendiente y al poco rato me cruzo con mis tres amigos del Fondo Europeo para la Conservación del Bisonte Salvaje: Dieguín Alonso, Alfonso Cano, que me espera con un bidón de bebida isotónica preparada, y un poco más adelante con Roberto Dieguez, que asciende conmigo un pequeño tramo para hacerme unas fotos y darme ánimos.
Sigo ascendiendo en solitario y apenas unos 200 metros más adelante y sin previo aviso me da un fuerte calambre en el gemelo izquierdo. Intento estirar pero soy materialmente incapaz. El calambre ha sido de tal magnitud, que me recuerda cuando se te sube un gemelo por la noche en la cama y te deja inmóvil y completamente inútil. Solo puedo tumbarme en el camino con la pata estirada y esperar a que un buen samaritano me eche una mano. Son momentos de zozobra, tengo casi 12 kms por delante y mi condición física es bastante precaria. La negra sombra del abandono, opción que nunca contemplo en una carrera, planea sobre mi con las alas completamente desplegadas. Y es que por lo visto me ha venido a visitar el hombre del mazo, pero el muy cabrón se ha traído a toda su banda de colegas malhechores: el hombre del saco, el muñeco diabólico, el violador del chandal y hasta el lobo de Caperucita, porque menudo mazazo me ha dado y sin previo aviso. Por suerte para mi, el primer corredor que me alcanza se detiene conmigo y me ayuda a estirar el gemelo que está agarrotado y duro como un piedra volcánica. El chico, que por lo que me dicen se llama Pedro González, y al que me hubiera gustado ver en meta para darle las gracias, se ofrece a quedarse conmigo y ayudarme en la ascensión, pero le digo que es mejor que continúe su carrera porque aquí poco más se puede hacer ya. Solo me queda saber si el calambre ha sido consecuencia de un sobreesfuerzo físico o ha sido causado por principios de deshidratación. Si es por lo primero estoy fuera de carrera, si es por lo segundo todavía hay remedio. Aprovecho que me alcanzan Camino Guerra y Juanjo Prieto y arranco de nuevo en su compañía. Camino me ofrece sales minerales, Juanjo bebida isotónica y aprovecho para dar cuenta del botellín de agua que portaba por precaución desde el último avituallamiento. Poco a poco voy notando una considerable mejoría. No estoy para correr, pero caminando soy capaz de avanzar sin mayores contratiempos. Continuo la ascensión en compañia de Camino hasta alcanzar el avituallamiento de altura donde me encuentro a una de mis voluntarias favoritas de la prueba: Amanda. La subida se me está haciendo más larga que los discursos de Fidel Castro y tengo la sensación de ser más pesado que un avión de mármol, pero hay que continuar, así que lentamente voy ascendiendo el tramo final hasta conseguir tocar cumbre a 2.007 metros de altitud con un tiempo de 3h:15':13" segundos. Son casi 17 minutos más que el año pasado y es con mucho la ascensión más lenta en mis 4 participaciones en la prueba, pero al menos seguimos en la brecha.
Me detengo en el vértice geodésico para estirar gemelos y comienzo la bajada con muchísima precaución. Camino se queda atrás y de nuevo me quedo solo en la prueba. Voy con escasa confianza y con mucho miedo a que los problemas musculares se incrementen en esta exigente y técnica bajada. Me adelantan dos corredores que bajan como aviones y a su vez consigo alcanzar a dos corredores que aquejados por fuertes calambres van más lentos que el Windows 95 en una GameBoy. Bajo un sol de justicia, con elevadas temperaturas sigo avanzando con menos ritmo que un disco de los Panchos. Este tramo de la prueba se me hace eterno, supero el control de tiempos del km 22 en 3h:48':48" y finalmente alcanzo el último avituallamiento de la prueba en el km 23 en 3h:57:29". El tramo más complicado ya es historia. Por delante apenas un kilómetro adicional de bajada que no es complicado, más la ascensión y descenso de el último "puerto" de la jornada y que teniendo piernas es muy sencillo. Parada lenta en boxes. Una vez más procuro hidratarme bien y gasto las 2 pastillas de sales que Camino me había dado en cumbre. Me alcanza Juanjo que viene por detrás, sale del avituallamiento unos segundos delante y poco a poco veo como se aleja hasta que lo pierdo completamente de vista. Sigo notándome cansado y no voy nada cómodo pese a ser un tramo donde se puede correr rápido, sin embargo, aunque bajo aun ritmo muy lento y en modalidad cacos (caminar/correr), la prueba se sigue cobrando sus víctimas y consigo alcanzar a un corredor que baja andando. Al intentar adelantarle, me salgo del estrecho sendero y me retuerzo el pie izquierdo. El chico que lo ve inmediatamente me pregunta si me encuentro bien y lo cierto es que en el fragor de la batalla no le doy la menor importancia. Giro el tobillo y veo que en caliente responde bien , así que continuo corriendo. Llego abajo en 4h:05´:57" (km 24), giramos a la izquierda y comienza la última subida por pista ancha y en buen estado. Por delante unos 3,75 kms hasta meta. Unos 50 metros por delante consigo distinguir la camiseta verde de Juanjo y lo tomo como referencia. Poco a poco las sales ingeridas en el último avituallamiento parecen hacer efecto y empiezo a subir más cómodo, hasta que a media subida Juanjo, que me ha visto en una curva de herradura, me espera y subimos juntos. Me ofrece agua pero a estas alturas el cuerpo ya no me pide la ingesta de más líquidos. Coronamos en 4h.19':22" (km 25) y afrontamos los 2,75 km de la bajada final. Para mi sorperesa y paradójicamente, a nivel muscular parece que llego mejor que en ediciones previas, supongo que tampoco me he desgastado con el ritmo tan bajo que he llevado en estos últimos 10 kms, pero aún así voy incomodo y cansado. Como la bajada es muy sencilla, en los tramos donde puedo alargar zancada avanzo a buen ritmo y donde hay falsos llanos me detengo y tengo que caminar. Le digo a Juanjo que si quiere que tire, pero decide esperarme y seguir mi ritmo a pesar de que podría bajar mucho más rápido que yo y le voy frenando.
me ha ayudado mucho durante el tramo final del la prueba.
Entrando en Villafeide con Juanjo Prieto ( a unos 400-500 m de meta) |
Finalmente acabo en el puesto 80 sobre 105 corredores en meta (139 en la salida y 163 inscritos) con un tiempo de 4h:33:07, a casi 2 horas del ganador que fue Pablín Villa con un tiempo de 2h:34:39 y quien en esta zona de León corre igual de cómodo que yo por el pasillo de mi casa,
En meta es tiempo de recuperar sensaciones. Mientras recupero, espero impaciente la llegada de mis amigos tractoristas y bebo como si no hubiera un mañana. Tengo tiempo de departir con mi compañero Javi Pascu que hoy vuelve a competir, con el eterno juvenil Salva Calvo, hoy tercero de la general a sus cincuenta y tantos años, con Gorka Torres que no ha podido acabar y en especial para ponerle cara por fin e intercambiar impresiones con Miguel Rodriguez , alma mater de la vecina Carrera de Montaña Matallana de Torío y al que con total seguridad, salvo causa de fuerza mayor o salvo que me encuentre retenido en las dependencias de la penitenciaría de Mansilla de las Mulas, le rendiré visita en el mes de diciembre.
Al final llega el momento en que esta disciplina supera la parte meramente deportiva para convertirse en algo más, una amena comida en la grata de compañía de mucha gente de este deporte: Javi Pascu, Toño Pozo, David Redondo, Alfonso Cano, el siempre genuino y simpático como pocos Gobitu Bode y con el señor Raul Castán, a quién tuve el gusto de conocer y quién me llamo poderosamente la atención por ser un tio extremadamente sencillo a pesar de tener un palmares envidiable que incluye 5 campeonatos de España y uno de Europa, y que se aleja de los cánones que se ven en otras disciplinas deportivas donde los buenos son más dados al divismo.
Y por esa máxima de la Ley de Murphy que dice que si algo es susceptible de empeorar, empeorará, pues tal parece que me miró un tuerto y encima me guiño el ojo bueno. Al llegar a casa, lo primero que constato es que he bajado 2,1 kgs a lo largo del día (la practica totalidad son líquidos perdidos durante el esfuerzo, lo que explica el principio de dehidratación y la sensación de cansancio) y al descalzarme noto que el pie derecho comienza a inflamarse ostensiblemente. Como en caliente no me había dolido nada, me había olvidado por completo de la "metedura" de pata en el tramo final de descenso del Picu Polvoreda. Tras la pertinente visita al médico, confirmado esguince de tobillo y 2 semanas de descanso obligatorio. Son gajes del oficio, lo malo es que te pase el día antes de marcharte de vacaciones.
Ya en frío es hora de extraer conclusiones como es habitual.
1.- He de reconocer que en caliente se me hizo muy dura la prueba. Probablemente me deshidrate ligeramente tras 2 horas de esfuerzo bajo el sol. Los 12 kms finales se me hicieron larguísimos y alcanzar esa meta más que la satisfacción habitual, se convirtió en una especie de liberación personal. Analizándolo en frío la lectura es diferente y le doy mucho más valor, especialmente teniendo en cuenta las difíciles condiciones meteorológicas en las que se ha desarrollado la prueba y que han ocasionado una tasa de abandono inusualmente elevadas del 24,5% (34 de 139 corredores en la salida) y que han conseguido que muchos corredores quedaran fuera de carrera por lesión o por cierre de control: Paquito Bañeza, Jesús Linares, Toño Santamaría, Toño Pozo, Carlos Alvarez, Saturnino Rodriguez, Alberto Alber o Gorka Torres entre otros, coreedores curtidos en montaña y que acostumbran a llegar a meta, pero que hoy no han tenido su día y no han podido acabar.
2.- Esta carrera es un autentico lujo para León por mil razones: organización, voluntariado, recorrido o paisaje entre otras. Me dolió encontrar menos gente en la salida de la que hubiese esperado ver en una prueba de semejante nivel. Supongo que las fechas veraniegas y el cada vez mayor numero de pruebas en calendario, condicionan sobre manera la presencia de muchos corredores habituales en estas lides. A titulo particular y tras cuatro años consecutivos asintiendo con una devoción propia de la Romería del Rocio, por primera vez desconozco si el año que viene podré acudir. En 2017 me toca una remodelación casi completa de mi calendario y tengo un par de carreras comprometidas desde años atrás en fechas muy próximas y a las que debo rendir visita: Maratón Reino Astur de Nembra y Trail Cueto del Oso. Falta mucho tiempo y todo es posible, aunque el año que viene es complicado, intentaré cuadrar agenda hasta el final e intentaré si fuera posible en última instancia acudir al km vertical. El tiempo dirá, aunque le deseo lo mejor a una prueba sobresaliente a nivel organizativo y que no me cansaré de recomendar.
3.- Hoy he aprendido que todos y cada una de las carreras por montaña son diferentes y que la experiencia acumulada nos puede jugar una mala pasada si nos conduce a afrontar las carreras con un exceso de confianza. A diferencia de otros años, hoy el calor ha sido más intenso y en esta ocasión no ha habido bebida isotónica en los avituallamientos. El agua por si sola no le aporta al cuerpo las sales perdidas por sudoración durante el esfuerzo y no me hubiera costado nada llevar un par de pastillas de magnesio conmigo. Espero que esta enseñanza me sirva para las futuras batallas que están por librar.
3.- Hoy he aprendido que todos y cada una de las carreras por montaña son diferentes y que la experiencia acumulada nos puede jugar una mala pasada si nos conduce a afrontar las carreras con un exceso de confianza. A diferencia de otros años, hoy el calor ha sido más intenso y en esta ocasión no ha habido bebida isotónica en los avituallamientos. El agua por si sola no le aporta al cuerpo las sales perdidas por sudoración durante el esfuerzo y no me hubiera costado nada llevar un par de pastillas de magnesio conmigo. Espero que esta enseñanza me sirva para las futuras batallas que están por librar.
Ahora toca parar por espacio de 2 semanas para recuperar el esguince. No tengo ninguna carrera a la vista hasta la Carrera de Montaña de Matallana de Torío en diciembre, así que no se donde actuaremos en el próximo trimestre, pero me gustaría probar alguna prueba nueva (Peñacorada, Los Calderones, Debra) y quizá alguna por Asturies. Como diría Paco Lobatón ¿Quien sabe donde?
Nos vemos corriendo por montaña chavales
Perfil de la Carrera por Montaña Villafeide-Polvoreda 2016 |