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jueves, 24 de agosto de 2017

Kilómetro vertical Villafeide-Polvoreda 2017

Han pasado ya casi 3 lustros desde que disputé mi primera carrera de montaña y sin embargo hasta ahora nunca me había enfrentado a un kilómetro vertical. Y es que cuando tu  peso corporal ronda los 100 kilogramos, ascender 1000 metros positivos en el menor tiempo posible y de manera agónica,  se presenta como una labor titánica, convirtiendo la misión en  en una especie de versión rustica del Señor de los Anillos  donde alcanzar cumbre se presenta tan complicado como alcanzar las entrañas del mismísimo Mordor, claro que Frodo Bolsón sólo llevaba un pequeño anillo al cuello y a mi me han cargado con  una rueda de molino a la espalda, lo que dificulta seriamente  mi misión.

En cualquier caso la decisión ya está tomada, ha llegado el momento de enfrentarme a mi primer kilómetro vertical  y no se me ocurre mejor lugar  ni me mejor carrera para hacerlo, al fin y al cabo voy a correr en la montaña de 2000 metros que más veces he ascendido en mi vida, y en el seno de una prueba fantástica, de contrastada calidad organizativa y  donde siempre  se trata al corredor con un respeto reverencial.

Llego a la Villalfeide, recojo el dorsal, saludo a los compañeros y rápidamente me desplazo al punto de partida ya que  saldré  apenas 60 segundos  después de la pareja  que abre pista.  A las 17:15  y bajo un sol implacable, se abre el telón y comienza el espectáculo con  Victoria Santamaría y el ilustre Tomás Baños, mi habitual compañero de aventuras. Nervios, un último abrazo con mi  amigo Alfredo Álvarez,  quién hoy será mi pareja de baile,  y a las 15:16 suena el chupinazo y arranca nuestro improvisado encierro alpino.  Y es que Villafeide ha creado una nueva modalidad de encierro, si en el clásico encierro al estilo San Fermín  los mozos  corren despavoridos  delante de los toros por las calles de una población , aquí lo han hecho al revés, han decidido soltar un bisonte salvaje  monte arriba y detrás saldrán como postas los corredores  en intervalos de minuto con el objetivo de dar caza del susodicho animal, o dicho de otra manera en lugar de soltar una liebre para lanzar la prueba como es habitual en atletismo, en Villafeide han ido un paso más allá y han liberado un herbívoro de gran tamaño.
Saliendo en compañía de Alfredo Álvarez (foto Berto La Vid)
Saliendo al galope de toriles. Foto Sául Jiménez)
Primeros 100 metros de la prueba (foto de Berto La Vid)
Con pelaje marrón oscuro, 95,8 kgs de peso y su habitual uniforme de "camuflaje" rojiblanco,  sale al galope el Bisonte del Carvayedo, nuestro animal favorito del universo trail.

Atravesamos el pueblo por la calle principal y enlazamos con la senda de teirra que nos lleva a La Peñica. Salgo rapidísimo lo que me permite alcanzar a Tomás Baños cuando apenas llevamos disputados unos 850 metros.  A partir de aquí comienzo a caminar en los repechos y Tomas que corre a un ritmo constante  me vuelve a adelantar. He pasado el primer kilómetro en 4':37" y ese ritmo es absolutamente insostenible para mi. Unos 500 metros más adelante consigo superarle de nuevo  y ya en solitario aprieto los dientes, y como estaba previsto, trato de avanzar lo más rápido posible en este tramo de aproximación  que nos dejará a los pies del Picu Polvoreda. 
Por el camino que nos lleva a La Peñica con el Picu Polvoreda al fondo (foto de Verónides Moreno)
Finaliza el tramo sencillo de la prueba al paso por el paraje conocido como La Peñica. Llevamos 2'3 kms, estamos en cota 1200 aprox y mi reloj marca  14':55". Ya no hay vuelta atrás, comienza la durísima ascensión al Polvoreda . Si quiero bajar de 60 minutos, que es el exigente objetivo que me he marcado, debo salvar 800 metros positivos y  tocar cumbre en 45 minutos,  misión casi imposible si tenemos en cuenta que  mi mejor registro en este tramo es de 59 minutos.  
Tramo inicial de ascenso al  Polvoreda con   Tomás Baños a rueda (foto Sara Vega)
Después del calentón que me he metido en este tramo inicial, voy con sensación de sed,  lo que siempre es un indicador adelantado de que el proceso de deshidratación corporal ya ha comenzado,  y es que la temperatura es alta y  mi rendimiento siempre desciende alarmantemente con calor. ¡Que panorama más desolador! Soy un proyecto de corredor de montaña al que se le da mal correr con calor en verano y con barro en invierno, lo que vienen a ser condiciones habituales en la montaña, acabamos de descubrir una nueva modalidad de deportista al aire libre: el corredor-bailarina de salón.
En fin, ya en solitario y sin  ninguna referencia, agacho la cabeza y comienzo a ascender mientras disputo mi particular contrarreloj individual.

Por detrás me alcanza una corredora enfundada en una camiseta verde -  la salmantina Verónica Sánchez que a la postre resulto vencedora de la prueba-,  intento seguirla para usarla como liebre  pero apenas aguanto su ritmo  10-15 metros, poco después empiezan a adelantarme más corredores, y veo como uno tras otro se alejan sin poder seguir su marcha.

Vista de la dureza del tramo intermedio de subida al Picu Polvoreda (foto Sara Vega)
Esquiando en estilo alpino (foto Cundi Vega)
El calor aprieta y la sensación de sed se incrementa,  por eso vivo mi llegada al avituallamiento con la alegría de quien acaba de encontrar  un oasis en mitad del desierto. Me tomo un respiro, bebo abundantemente y arranco de nuevo. Llevamos disputados 3'5 kms de prueba, estamos a 1550 metros de altitud aprox y mi garmin indica 37':20".  Las sensaciones han mejorado y más al encontrar el descansillo que se encuentra en la cota 1600-1650, el único tramo de falso llano de toda la dura ascensión. Al paso por la cota 1700 metros comienza el extenuante tramo final de ascensión. Por delante tenemos la  agobiante misión de superar 300 metros positivos en menos apenas 835 metros de distancia. Llevamos disputados 4'35 kms y el reloj marca 50':00". La misión de bajar de la hora se antoja prácticamente imposible pero aquí no se rinde ni Dios. Los corredores que me han adelantado ya están muy lejos y por detrás no se me acerca nadie desde el avituallamiento. Agacho la cabeza y con disciplina espartana arranca tan hercúlea misión. Voy ganando altura y poco a poco  el cansancio va haciendo mella, el bravo Bisonte del Carbayedo lentamente va mutando su fisionomía animal hasta convertirse en poco menos que un tierno peluche,  se le empiezan a ver las costuras y hasta se le cae el relleno por el esfuerzo. Los segundos caen implacablemente y apenas avanzo hasta que al paso por la cota 1875 de altitud el reloj marca los 60 minutos añorados. Todavía quedan 135 metros positivos por delante y hay que mantener la concentración hasta el final. Toca pelear y no bajar los brazos, las piernas duelen, y a estas alturas me siento más pesado que una estatua de mármol pero toca continuar con disciplina espartana.
Últimos 20 metros de la prueba coronando el Picu Polvoreda (foto Javier Nistal)
Un último esfuerzo y por fin logro divisar la cumbre y en ella a  un montón de amigos que me animan y tratan de subirme en volandas. Intento correr esos últimos 30 metros para entrar en meta al trote pero el gemelo izquierdo me lanza dos advertencias de calambre, señal inequívoca de que ya vengo al límite de mis capacidades físicas, así  que tiro de bastones para descargar peso sobre mis maltrecho tren inferior  y alcanzo los 2.007 metros de tan ansiada  cumbre andando.

Al final  invierto un tiempo de 1h:07’:37” en superar los 5,18 km y 964 metros positivos, quedando a  22´:37” del alistano  Santiago Mezquita.
En la cumbre del  Polvoreda (foto Javier Nistal)
10 minutos en cumbre para recuperar el resuello, bajada rápida, ducha de agua caliente y sin apenas margen para disfrutar de la vida social en el tercer tiempo,  toca marchar con la familia. Esta extraña afición mía de correr por el monte, y mi empeño en poder disputar esta carrera a la que tanto cariño le tengo, ya les ha robado un día de vacaciones. Hora y media más tarde, y  llegando a Avilés, me llega un mensaje del maestro Tomás Baños,  indicando que contra toda lógica   él y yo nos hemos encaramado al pódium en la prueba combinada (Trail+Km) en categoría de “viejunos” A. ¡Manda cojones! (con perdon para las damas), 18 años después me subo a un podium y me encuentro a 150 kms de distancia, menos mal que pude enviar por transporte urgente a un "primo" mio que se encontraba en la Reseva Natural de  Riaño para que hiciera los honores de subir al podium en ese segundo cajón.
Podium combinada (Trail+Km Vertical) veterano A: 1.- Jose Manuel Suarez, 2.-Bisonte del Carbayedo, 3.- Tomás Baños

Como siempre llega la hora de extraer conclusiones:

1.- De la organización de la prueba ya no me queda nada por decir que no haya dicho antes, sencillamente es un lujo poder ser parte de una prueba de esta calidad deportiva y humana. Gracias a los fotógrafos por aguantar estoicamente a la solana durante horas y de manera altruista  con el único fin de inmortalizar nuestras pequeñas aventuras, a los muchos amigos que han subido al pico para animarnos durante la prueba, y a los que para mi son los auténticos protagonistas de la prueba: LOS VOLUNTARIOS. Hoy muchos me han reconocido a mi paso- no resulta difícil dado mi uniforme de camuflaje habitual  y mi colosal figura granítica  alejada de los cánones de este deporte-, me han felicitado y me han dado las gracias por mi crónica de su carrera, cuando en realidad soy yo el que les debería de dar las gracias a ellos por tratar a todos los corredores  con tanto cariño año tras año.

2.-A nivel personal me voy muy contento con el debut en esta disciplina y con la seguridad de que volveré a repetir en el futuro. No he conseguido mi objetivo y no hay disculpa posible, la montaña es justa y pone a cada uno en su lugar,  esos casi 68 minutos es lo que realmente valgo, aunque me voy con la sensación de que si las lesiones me respetan y logro controlar el peso, aún tengo un cierto margen de mejora.

3.-Alcanzar un podium ha sido una sorpresa completamente inesperada, no en vano la última vez que me subí a uno fue el 31/12/1998, en aquella ocasión conseguí una de mis típicas hazañas de conquistador de lo absurdo, venciendo tres San Silvestres en categoría absoluta el mismo día y en tres poblaciones diferentes. Después de aquello deje de competir, ya sólo quedan las cenizas (o quizás ni eso)  y ahora mi manera de entender  el  deporte es diferente. Todo podium es por definición  una victoria sobre otros rivales, y más allá de servir para incrementar el ego personal, carece de mayor significado, todos estos años luchando contra el corredor escoba y los controles de paso por alcanzar cada meta en carrera  me ha enseñado que las únicas victorias que realmente merecen la pena son las que se consiguen compitiendo contra uno mismo y las limitaciones propias. Según mis previsiones no volveré a subirme a un pocium hasta el año 2035, así que estadísticamente es más posible que veamos humanos colonizando el planeta Marte, que bisontes subidos en cajones de madera al finalizar una prueba deportiva.

No tengo ninguna carrera planificada hasta diciembre, así que me voy a tomar 2-3 semanas de descanso y ya habrá tiempo de pensar en nuevos retos para septiembre u octubre. 

Próxima parada del Bisonte World Tour 2017: ¿Peñacorada Trail,  Sanabria by Stages, Montaña Palentina?  ¡El tiempo dirá!...aunque escucho a escuchar sugerencias

Nos vemos en la montaña


lunes, 14 de agosto de 2017

Carrera de montaña Villafeide-Polvoreda 2017


En una temporada cargada de lesiones musculares y en la que he tenido que renunciar a casi todas las  carreras planificadas, paradójicamente acabo volviendo al punto de partida, y es que aunque dicen que todos los caminos conducen a Roma, en este pequeño y apartado reino montañoso nuestro, tardía y escasamente romanizado, todos los caminos parecen conducir irremisiblemente a Villalfeide. En ese pequeño pueblo colgado de esa emblemática montaña que es el Picu Polvoreda, y que nada tiene que envidiar a la aldea gala de Astérix, resisten un grupo de cazurros irreductibles que dirigidos por  Javier Perez, y haciendo honor a su nombre (cazurro viene del término árabe "Cad Ur" que significa "el que no cesa"), se dejan la piel para que año tras año salga adelante contra viento y marea una de las mejores carreras por montaña de León, una de esas pruebas donde todos los corredores, desde el primero al último, se sienten protagonistas por lo bien que son tratados.
Con Tomás Baños, Jesús Linares y Estrella Alonso en la salida
A las 8:45 arranca la prueba. Salimos por una pista ligeramente descendente en dirección a la zona conocida como El Calvillo, a 800 metros cruzamos saltando sobre piedras un riachuelo que se convierte en una boca de embudo y provoca un pequeño atasco , subimos un pequeño repecho, enlazamos con un sendero llano entre escobas donde se corre muy deprisa y en el kms 2 comienzo la primera ascensión de la jornada en compañía de Tomás Baños.

El paso por el riachuelo en el km inicial de la prueba
Subimos sin dificultad hasta la cota 1300 metros, giramos a la derecha y cogemos el clásico sendero de todas las ediciones que atraviesa un bosque de robles hasta que al paso por el kilómetro cuatro y medio, en lugar de coger la pista que baja al pueblo como otros años, giramos a la izquierda y comenzamos la primera subida del día. Se trata de una ascensión dura y constante, muy similar al Polvoreda aunque mucho más corta, donde en apenas 1000 metros de distancia se superan 300 metros positivos. Este tramo lo realizo en compañía de nuestra maratoniana leonesa Nary Ly, y par mi representa todo un honor, dado que no todos los días se tiene la posibilidad de compartir kilómetros en competición con toda una deportista olímpica. Alcanzamos la cota de 1600 metros y en lugar de seguir ascendiendo hasta cumbre, superamos el primer control de paso situado en Enrasadas (km 5'5) con un tiempo de 56':03" y comenzamos el descenso. Nada más comenzar a bajar, a mi espalda escucho el rugido de un motor de elevada cilindrada, me giro y resulta ser Tomás Baños que me supera a la velocidad de un avión de reacción. No pasan ni 300 metros y escucho de nuevo rugir otro vehículo a propulsión en esta ocasión es Jesús Linares quien me supera a velocidad de crucero. ¡Por fin se junta de nuevo la comunidad del tractor!...aunque a juzgar por lo visto, estos dos viejos tractores Massey Fergusson van trucados y utilizan motor Ferrari. Me pongo a su rueda y trato de seguirles como buenamente puedo hasta alcanzar el avituallamiento de La Peñica en un tiempo de 1h:11':58" (km 7 aprox.)
Los 3 mosqueteros del tractorismo leonés  en la base del Picu Polvoreda
Parada lenta en boxes para reponer fuerzas y arrancamos la dura ascensión al Picu Polvoreda. Por delante tenemos la complicada misión de superar unos 900 metros positivos en apenas 3 kms de distancia. Serpenteando entre peñas comenzamos a ganar altura.

Vehículos pesados  en el tramo inicial de ascensión al Picu Polvoreda
Jesús se queda un poco rezagado, mientras yo le cojo rueda a Tomás que tiene buenas piernas y ejerce de guía mientras con voz de barítono nos ameniza la ascensión entonando el nuevo himno del tractorismo leones y que dice algo tal que asi: “pa calentar les muyeres ya nun fai falta carbón, se calienten elles soles viendo subir al tractor”. Siempre genio y figura el amigo Tomasín.

Vista del tramo inicial de subida al Picu Polvoreda
A ritmo constante vamos ascendiendo sin contratiempos, e incluso somos capaces de adelantar a algún otro compañero como como Saul Jimenez que suben a un ritmo más lento. Superamos el descansillo situado ligeramente por debajo de la cota 1700 y enfilamos los durísimos 300 metros positivos finales de ascensión. Toca agachar la cabeza y apretar los dientes, si bien se agradecen los ánimos de los voluntarios y sobre todo la presencia de Alfredo Alvarez que nos espera a unos 100 metros de cumbre para hacernos fotos y darnos un último empujón.
Al paso por la cota 1900 metros, muy cerca de la cima del Picu Polvoreda (2007 metros)
Finalmente alcanzo cumbre en un tiempo de 2h:11':12" (km 10). Las vistas desde la cima de esta privilegiada pirámide de piedra caliza son sencillamente espectaculares en el día de hoy, con cielos completamente despejados al sur que permiten divisar un inmenso porcentaje de la provincia de León y una preciosa vista en dirección norte de un denso mar de nubes sobre el emergen multitud de cumbres como si de un improvisado archipiélago de islas volcánicas se tratase. Toco cumbre como manda la tradición y comienza un descenso muy técnico, con mucha piedra suelta y donde se debe de mantener en todo momento la concentración para evitar ningún percance. Muy pronto me adelanta de nuevo Tomás que baja con la agilidad de un corzo. Se nota que tiene en esta montaña su particular centro de alto rendimiento y trasmite una sensación de seguridad que asusta. Me resulta imposible seguir su ritmo de descenso, así que me limito a ver como se aleja irremisiblemente.
Decido bajar con mucha calma y tratando de cuidar las piernas, ya que la experiencia de mis cuatro participaciones previas me dice que siempre llego abajo con calambres, y por eso bajo con mucha precaución, casi con respeto reverencial a esta montaña, pues es fácil por descuido o cansancio acumulado cometer un error y sufrir un percance de consecuencias imprevisibles.

El descenso se hace muy llevadero siguiendo las precisas instrucciones y sintiendo los ánimos del ejercito de voluntarios estratégicamente desplegados a lo largo de toda la bajada. Acabando el tramo técnico de descenso escucho a lo lejos los gritos de ánimo de un voluntario que me indica que apenas me faltan 200 metros para el avituallamiento más cercano donde tienen agua y un poco más abajo comida, le contesto en broma que yo no necesito agua, que lo que realmente necesito es una cerveza fría, y cual no será mi sorpresa cuando llego a su altura y me esta esperando con una cerveza Mahou en la mano. Apenas bebo un par de tragos para no bajar lo que queda de descenso haciendo eses, pero esos dos sorbos son más valiosos para mi que el champán francés más caro del mundo. Esta anécdota describe perfectamente la humanidad que rebosa en todos y cada uno de los voluntarios que nos atienden en esta carrera.

Supero el control de paso de Valmerín con un tiempo de 2h:39':42"(km 12'5 aprox), llegamos a pie de puerto, superamos el último control de tiempo estipulado al paso por La Mata del Espino 2h:55':01" (km 14) y comenzamos la ascensión a la tercera cumbre, a priori la más sencilla de la jornada.

El Bisonte del Carbayedo al paso por La Mata del Espino
Por mi cabeza empieza a circular la descabellada idea de bajar de 4 horas en meta para lo que deberé recorrer los últimos 8 kms en apenas 65 minutos, y eso teniendo en cuenta que tengo que superar todavía 2 cumbres y que mi ritmo tras 3 horas de carrera apenas supera los 4,5 km/h
Ascendiendo a buen ritmo los primeros metros de la tercera cumbre de la jornada
Por pista de tierra voy ganado altura cómodamente. Al llegar al punto más alto en ediciones previas consigo dar alcance a Jesus Fidalgo que hoy no viene con buenas sensaciones, pero este año la prueba esta repleta de agradables sorpresas, y la organización nos desvía por un estrecho y serpenteante sendero que discurre por un espeso bosque de robles y que nos lleva hasta una bonita cumbre coronada por el regio Pendón de Villafeide que se encuentra flanqueado a ambos lados por una gran bandera de León y otra del club de montaña villafeide. Nos encontramos de nuevo a 1300 metros en el Pico del Castro, otro de los nuevos aciertos de la prueba, ocasión que Tomas y yo aprovechamos para  inmortalizar el momento en tan emblemático lugar.

Coronamos en 3h:11':37" (km 16). Me veo con mucha fuerza y buenas piernas, muy alejado de mis habituales problemas musculares, así que moralmente crecido me lanzo por delante de Tomás en la bajada. El sendero es bastante cómodo en su mayor parte, si bien hay un pequeño tramo que atraviesa de nuevo una mata espesa de robles donde hay ramas bajas y pasos estrechos, que teniendo en cuenta mi corpulencia, me obliga a realizar extraños escorzos y giros imposibles, que el Ministerio de Eduación y Ciencia bien me podrían convalidar por un título de grado superior en contorsionismo por  la escuela nacional de tiririteros.

Salimos del bosque, un último tramo de descenso muy rápido y enlazamos con un sendero llano donde se continua corriendo muy deprisa y que nos permite alcanzar el último avituallamiento de la jornada sin contratiempos en 3h:21':52" (km 17 aprox). Última parada rápida en boxes y con celeridad toca enfrentarse a los últimos 4500 metros de la prueba. Cruzamos la carretera y comenzamos la última ascensión de la jornada que coincide con el tramo inicial de las dos ediciones previas pero en sentido inverso. La subida es sencilla, apenas se deben superar unos 200 metros positivos en 1,5 km, por lo que solo es cuestión de llegar con fuerzas y hoy parece que a estas alturas de carrera las conservo casi integras. En solitario voy ganando altura serpenteando por el bosquecillo entre escobas y carbayos centenarios con la compleja misión de bajar de 4 horas en meta. A medida que ascendemos también se incrementa la pendiente, hasta encontrarnos de frente con la escombrera que marca el punto final de la ascensión. Apretamos los dientes y subimos como podemos los apenas 100 metros que nos recuerdan el pasado minero de esta tierra que hoy pisamos.

Finalmente Consigo coronar esta cuarta cumbre con un tiempo de 3h:42':04" (km 18,5). Por delante unos 3,5 kms de terreno muy favorable hasta meta que debo hacer en algo menos de 18 minutos, o lo que es lo mismo, debo correr a un ritmo aproximado de 5 min/km. Por fortuna para mi este tramo discurre por una pista descendente con pendiente no muy pronunciada y con buen firme donde se puede ir deprisa si te acompañan las fuerzas. Me lanzo con ganas y para mi sorpresa las piernas responden como hacia muchos años que no lo hacían. Comienzo a adelantar corredores con una facilidad pasmosa. Poco a poco me voy inflando como un globo aerostático por culpa del efecto Kilian Jornet, y es que al ir en un puesto tan retrasado en carrera, a nada que aceleras un poco tienes la sensación de ser hasta corredor de montaña de los buenos, nada más lejos de la realidad por otro lado. Miro el reloj y descubro con cierto estupor que por momentos estoy corriendo a ritmo de 3:30- 3:20 min/km y con el único contratiempo de que me arden las plantas de los pies, cosa que a estas alturas y tan cerca de meta es un problema menor. Un último tramo de bajada de unos 300 metros más complicado por tener más pendiente y mucha piedra suelta, un pequeño repecho y accedemos al pueblo por la carretera que une Villafeide con Correcillas.

¡Uffff! ¡Qué bonito es correr cuando se tienen piernas, y que pena que no quedan otros 3 kms de carrera para seguir disfrutando! Miro el reloj y veo que todavía me quedan 5 minutos para las 4 horas. ¡Ya lo tengo! No puedo evitar pensar que quizá con un entrenamiento adecuado podría aspirar a posiciones más decorosas en carrera. Cargado de moral entro corriendo como un toro por la calle principal del pueblo, chocando la mano con los niños que me voy encontrando a mi paso, para escribir una última oda al absurdo cuando afronto los 150 últimos metros de carrera esprintando como si me estuviese jugando el campeonato de Europa de carreras por montaña.

Esprintando en meta como si me persiguiese una manad de lobos hambrientos
Finalmente consigo acabar los 22 kilómetros de carrera con 3800 metros de desnivel acumulado (1900 positivos y 1900 negativos) en el puesto 62 (sobre 111 corredores en meta) con un tiempo de 3h: 56':30", a 1h:27':50" de un intratable Pablín Villa que ha conseguido su quinta victoria en una prueba donde corre más fácil que yo por le pasillo de mi casa.
Con mis compañeros del Cumbres de León que han conseguido el primer puesto por equipos

Tiempo de extraer conclusiones:
1.- Lo primero es dar las GRACIAS con mayúsculas a todos y cada uno de los voluntarios, que por cierto son legión en esta carrera, no en vano el ratio corredores-voluntario se aproxima a 1:1, cosa que no he visto en ninguna otra carrera que haya disputado hasta el momento, por su trabajo arduo y desinteresado. Esta carrera siempre ha tenido un nivel organizativo impresionante que nada tiene que envidiar a ninguna otra carrera nacional, pero este año con los cambios efectuados ha conseguido mejorar aún más. Un recorrido espectacular y mucho más montañero que en ediciones previas, duchas de agua caliente en meta, un nuevo menú que ha resultado ser todo un acierto, y todo esto endulzado con el buen hacer y el cariño de todo un pueblo que se vuelca con la prueba y hace que todos  los corredores se sientan como en su propia casa.
2.- La parte negativa para mi es pensar que una carrera con este altísimo nivel no agote dorsales y eso me entristece profundamente. Sabemos que la fecha es mala, que hay muchas carreras donde elegir y mucha gente de vacaciones, no obstante soy incapaz de explicarme porque está carrera que se disputa a unos 30 kms de León capital, que tiene un precio muy ajustado y que cuenta con todos los alicientes del mundo, no acaba de ser correspondida por los corredores. Aquí es donde entono el mea culpa, en un mundo dominado por el marketing quizás los que conocemos la carrera no hemos sabido vender la excelencia de la misma, quizás no hemos sido capaces de convencer a otros corredores de lo grande que es esta carrera para hacerla crecer en participación año tras año, y quizá un día esta gente se canse de luchar contra molinos de viento, de pelear contra las trabas de las administraciones y el poco apoyo que muchas veces reciben, y decidan dejar de organizar la prueba, cosa que ojalá no suceda nunca porque estoy seguro que si sucediese lo acabariamos lamentando.
3.- A nivel personal he completado mi mejor carrera en Villafeide y me voy muy contento con las sensaciones experimentadas. Las 4 ediciones previas entré en meta reptando como una culebra de río y hoy he acabado deprisa y muy entero. Si consigo entrenar con algo de criterio y controlar el peso, quizá en otoño pueda dar un pequeño salto de calidad, aunque esto sólo el tiempo lo dirá.

Próxima parada del Bisonte World Tour 2017: kilómetro vertical de Villalfeide. Tras muchos años corriendo por montaña, creo que ha llegado la hora de debutar en esta disciplina y no se me ocurre un lugar mejor