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sábado, 7 de mayo de 2016

Powerade BTT Race León 2016

Si normalmente me pongo nervioso la noche previa a disputar  una carrera de montaña, lo de hoy ya no son nervios, son síntomas de Parkinson incipiente. Para mi una bicicleta es poco menos que una nave espacial y hoy toca debutar en una prueba ciclista de BTT, así que a las 6:45 de la mañana salto de la cama como un resorte.  Esta aventura comenzó hace exactamente un año cuando mis amigos atletas de toda la vida, quienes hace mucho tiempo que se fueron por el reverso tenebroso del ciclismo, vinieron a disputar la primer edición de la Powerade Race León, me comprometí  a que en 365 días días tomaría la salida con ellos y como vengo de una tierra donde  la palabra de un hombre vale más que ningún documento escrito, hoy toca cumplir con lo prometido. Ante la magnitud del reto, 80 kms con subidas y bajadas por pistas forestales y senderos de monte,  una persona normal habría entrenado para estar en forma el día de la prueba, no obstante yo que soy un caso digno de estudio me plantaré en la salida habiendo montado en bicicleta solamente 2 días durante el año 2016, con únicamente 92 kilómetros de entrenamiento acumulado en las piernas y para más señas en llano y por carretera,

Entre que no tengo ropa adecuada para la practica de ciclismo, que nunca he estado más de dos horas seguidas montando en bici y que la predicción del tiempo augura una mañana con condiciones meteorológicas muy adversas, tardo más tiempo en vestirme que cuando salía en nochevieja con 18 años. Mi idea es salir de casa una hora antes, bajar por el carril bici del Torio y ascender por el carril bici del Bernesga para llegar a la salida a tiempo, sin embargo cuando saco la bici del trastero apenas faltan  35 minutos para la salida, por lo que no me queda más remedio que cruzar León de punta a punta atravesando el centro de la ciudad. Un placer recorrer las principales arterias de la ciudad sin cruzarme con vehículos. Llego a la salida con 20 minutos de margen y por una vez habiendo calentado antes de empezar. Tengo tiempo de intercambiar unas palabras con  Lolo Diez y en seguida  trato de encontrar mi lugar en un entorno que me es completamente ajeno. Estoy rodeado de  más de mil participantes, la inmensa mayoría perfectamente equipados con maillots ciclistas, con material especifico de BTT y con bicicletas de última generación que superan en muchos casos ampliamente los 2000 euros de coste y  yo me encuentro entre todos ellos cual Quijote, equipado en versión "mercadillo del rastro" y más perdido que Kunta Kinte en una fiesta de pijamas del Ku kux Klan.
Salida de la Powerade BTT Race León
Para entender lo que digo es necesario describir mi equipación porque estoy para que me dediquen una portada en la revista ciclismo a fondo. En la cabeza casco, en las manos unos guantes de tela de atletismo y encima unos guantes para andar en bici de Lidl con los dedos al aire. En el tren superior llevo 2 camisetas térmicas de manga larga, por encima una chaqueta térmica  y un chubasquero marca blanca de Forum. En el tren inferior  llevo unas mallas Kalenji de atletismo y encima una badana perrera de Decatlón, de esas que en rebajas compras por menos de 10 euros y que ponen "adecuadas para salidas esporádicas en bici de hasta una hora de trayecto" y para rematar en los pies dos pares de calcetines, con bolsas de plástico de Alimerka intercaladas  entre calcetín y calcetín y zapatillas de fútbol sala. ¿Por qué lo de los pies? porqué el segundo día que salí en bici, con lluvia durante 2 horas, bajas temperaturas y viento de cara, se me mojaron los pies y llegué a casa con los dedos encogidos, congelados y entumecidos como si acabará de descender de la cumbre de una montaña de 8000 metros, así que no estoy dispuesto a pasar de nuevo por lo mismo y menos cuando la previsión es que estaré unas 6 horas sobre la bici con aviso de temporal. Si lo anteriormente ya de por si es muy pintoresco, queda rematar con la montura que llevo para la ocasión y que sin lugar a dudas complementa lo  anteriormente descrito y me convierte en una suerte de  ciclista vintage. La inmensa mayoría de competidores llevan bicicletas de gama media o alta de fibra de carbono y aluminio, con cambios, sistemas de frenado y sistemas de amortiguación  de última generación y yo estoy allí con mi vieja bicicleta de hierro que ya tiene dos lustros de vida, bicicleta tan dura y fiable como su dueño y que a juzgar por su elevado peso, tiene pinta de haber sido forjada a martillazos por algún herrero de Manchuria con hierro de Mongolia y utilizando el fuego de algún dragón para forjar su resistente cuadro. Con todo lo anteriormente expuesto no es de extrañar que me sienta más desorientado y fuera de contexto  que el Fary actuando de telonero en un concierto en Iron Maiden. A 5 minutos para la salida y por casualidad localizo a un tractorista de los míos como es Javi Reguera y me pongo detrás suyo para tratar de  tener alguna mínima referencia en carrera.

Atravesando las pancarta de salida de la prueba
Dan la salida y arrancamos esta aventura  los aproximadamente 1500 participantes. Aunque en principio me coloqué atrás del todo, han ido llegando ciclistas a última hora y calculo que detrás mía todavía saldrán entre 150 y 200 ciclistas adicionales.  Los primeros 5 o 6 kilómetros son completamente  llanos y por carretera así que son muy sencillos incluso para mi. Como mi destreza sobre la bici es mínima y desconozco los fundamentos básicos del ciclismo, en vez de ir a rueda voy un par de metros por detrás de Javi para poder reaccionar si hay algún frenazo brusco.

Sin contratiempos llegamos a Carbajal de la Legua, cruzamos el pueblo y tras un primer repecho asfaltado entramos en caminos de tierra para enfilar el primer ascenso fuerte de la jornada. A las primeras de cambio me bajo de la bici y decido subir andando empujando la montura. Como montando en bici soy más malo que el virus del ébola, creo que  a pie me voy a desgastar menos muscularmente, que tendré menos posibilidades de pinchar y que  apenas perderé tiempo respecto a subir montado. Asciendo lo que calculo que será algo más de un  kilómetro y medio  de subida  perdiendo posiciones y cuando faltan apenas unos 100 metros para coronar esta primera subida, me detengo a un lado y me dispongo a encender el MP3. Me quedan unas 5 horas de batalla en solitario y creo que toda ayuda será poca. A estas alturas y dadas las circunstancias, debo de ir el último, o al menos no diviso ningún corredor por detrás. Cuando me dispongo a montar de nuevo en bici, veo acercarse a u corredor afilado y  con aspecto de ciclista de los de verdad. Para mi sorpresa resulta ser uno de mis amigos de Avilés que  debería estar luchando por una posición entre los  150-200 primeros de la general, pero que ha roto cadena 2 veces en apenas 8 kms de prueba y se ha quedado  descolgado. Intercambiamos unas palabras e iniciamos la marcha. Parece que mi compñaero ha cambiado el chip y tendrá  una placida mañana de tractorismo a mi lado. Acabada la subida entramos en una zona llana con senda en buen estado, lo que no impide que a las primeras de cambio y en un tramo carente de la más mínima dificultad técnica, al intentar cambiar de rodada en una zona de la senda, me patine la rueda trasera y me caiga de la bici. Como mi velocidad debe de rondar los 12/13 kms hora y el suelo es de tierra y hierba no me hago ni un rasguño. Que me iba a caer en esta carrera era algo que ya  sabían hasta los indios Yanomani de la Selva Amazónica, asi que pasa por ser normal, no obstante el problema es que al caerme tan pronto, mi confianza disminuye sustancialmente. A partir de  aquí entramos en una zona con subidas y bajadas no muy largas pero constantes y cada vez que aparece una cuesta, independientemente de que sea ascendente o descendente, me desmonto de la burra y subo andando con la bici  al hombro o a rastras.

Tramo sencillo de pista (kilómetro 15 aproximadamente)
 Y así van trascurriendo los kms, el resto de corredores corriendo una prueba de BTT y yo un duatlón de montaña, mientras  mi compañero de expedición Oliver, es incapaz de superar las 120 pulsaciones por minuto dada la escasa exigencia del ritmo y si no se da a la bebida para superar el tedio es solamente porque la prueba no pasa por ningún nucleo urbano con bar donde poder emborracharse. Llega la bajada fuerte que nos devuelve de nuevo al valle por pista de tierra y piedras. Intento bajar montado por vergüenza torera  pero a pesar de ir a  una velocidad inferior a la que se podría alcanzar conduciendo un cortaceped, no pasan ni 150 metros  de descenso cuando me empieza derrapar la rueda trasera, así que clavo los frenos, me paro en seco y subo la bici al hombro para continuar con mi particular duatlón.  Y en esas estoy bajando corriendo cuando me cruzo con un fotógrafo que se encuentra agazapado entre escobas y  que me mira entre sorprendido e incrédulo.
Le digo
- Han pasado ya más de 1300 ciclistas ¿A que no has visto a nadie corriendo con la bici a cuestas?
- No
corriendo  con la bici a cuestas
Una segunda instantánea para mayor gloria del duatleta
Llegamos abajo y entramos en el pueblo de Cuadros y para mi sorpresa aparece una  carretera asfaltada y con  terreno llano, o lo que viene a ser la única superficie sobre la que me siento cómodo. Aquí no hay que tener pericia con la montura, basta con tener motor. Pienso que es muy triste apuntarte a una carreta de BTT y ponerte contento cuando pisas asfalto...pero es lo que hay. La realidad es que Oli y yo nos ponemos las pilas, empezamos a darle candela a los pedales y adelantamos a una barbaridad de corredores, esto es especialmente notable cuando subiendo camino de Valsemana la carretera pica para arriba pero con pendiente no muy pronunciada. Poseídos por los espíritus de Fabian Cancellara y Peter Sagan en versión rustica, superamos con una facilidad pasmosa a un número muy elevado de corredores, hasta que a la salida del pueblo de Valsemana se acaba la carretera y en un pequeño repecho me vuelvo a bajar de la bici mientras  Oli  continua la ascensión a buen ritmo. Apenas unos 100 metros  más adelante me lo encuentro agachado  a un lado del camino tratando de arreglar su maltrecha bicicleta.  Acaba de romper la cadena por tercera vez, no puede tronchar la cadena y ya no  puede quitar más eslabones de la cadena.
-¿Que hacemos? me dice
- Muy sencillo, deben de quedar unos 3,5 o 4 kms hasta el avituallamiento y me parece haber leído que tienen servicio mecánico, así que apretamos muy fuerte un cojón contra el otro y p'alante que aquí no se retira ni Dios.

Mi compañero lleva calas de ciclismo en los pies,  lo que no facilita mucho la labor de caminar empujando la bici, así que  le dejo mi bici y yo cojo la suya, total el duatlón es mi especialidad, y sin tiempo que perder nos ponemos en marcha. Para acabar de darle un poco más de épica al asunto, comienza a nevar y la sensación térmica desciende bruscamente. Ahí estamos nosotros partiendo la pana, mi compañero montando una bici  unas 4 tallas más grande y donde no puede bajar el sillín por lo que debe ir todo el rato de pies al no  llegar a los pedales y yo corriendo como un loco y empujando una bici naranja fluorescente 4 tallas más pequeña. La imagen es tan surrealista que  cualquiera que nos vea  podría pensar que somos el Torete y el Vaquilla, o lo que es lo mismo, dos kinkis que les acaban de robar las bicis a un par de pardillos que se han detenido a mear durante una prueba ciclista.  Lo más sorprendete de todo es que conseguimos mantener un ritmo de carrera constante de entre 9 y 10 kms/hora y apenas nos adelantan competidores. Y finalmente a lo lejos y al final de una larga recta entre pinos,  vemos la pancarta que señala el avituallamiento y como quién ve un oasis en medio del desierto, apretamos los dientes y subimos el ritmo en busca de nuestra salvación ciclista
Entrada al avituallamiento intermedio (km 28,5 de la prueba según mi GPS)
Estamos en el kms 28,5 según mi GPS Garmín y llevamos 2h:27':17" de prueba, lo que da un increible ritmo de apenas 12 km/hora, al alcance de muy pocos deportistas cualificados. En nuestra descarga solo cabe alegar que a estas alturas debo de llevar corridos unos 7'5 u 8 kms.

Oli  asistiendo a la reparación de su bici en boxes.
El Torete y el Vaquilla posando para el anuario de la  Guardia Civil
Mientras a Oli le ponen la cadena nueva aprovechamos para hacernos unas fotos que inmortalicen la "proeza". Oli me comenta que  tiene que llegar pronto a su coche porque uno de sus compañeros con los que vino  tiene que estar de noche en Pamplona y todavía tiene que pasar por Avilés a recoger su propio vehículo, así que  va a acelerar el ritmo para llegar lo antes posible a meta y en principio yo seguiré a mi ritmo tractorista habitual.

Pancho y Javi de Verano Azul posando antes de retomar la marcha
Tras parar  aproximadamente 8-10 minutos en boxes, arrancamos con destino a la prueba corta de 50 kilómetros que por hoy ya está bien de experimentos. Oli va como un tiro con su cadena nueva y yo inexplicablemente decido tratar de cogerle rueda. La carrera transita por un tramo llano de  pista en buen estado que discurre por el medio de un pinar, por la que vamos como cohetes. La lluvia arrecia cada vez  con más fuerza, hay niebla y al salir de la protección de los arboles el viento sopla de cara y con una fuerza bestial, tanta que hay momentos en los que aunque pedalées con todas tus energias, tienes la sensación de no avanzar.  Las rachas se hacen cada vez más fuertes, mi chubasquero se hincha convirtiéndose en una especie de traje de hombre pájaro y debo agarrarme fuertemente al manillar para no salir volando convertido en la reencarnación de Alvaro Bultó. A pesar de todo seguimos adelantando corredores, de nuevo el motor manda sobre la pericia y en este particular parece que vamos sobrados. Todavía nos quedan un par de kilómetros luchando contra el viento y que personalmente se me hacen  eternos mientras  cruzamos el desolado páramo hasta que alcanzamos de nuevo  la protección del pinar de Camposagrado. Menos mal que entre mi bici y yo superamos con holgura los 110 kgs de peso conjunto y que no tengo un cestito delante del manillar con un extraterreste subido, porque por un momento pensé que iba a  salir literalmente volando emulando la mítica escena de la pelicula  ET. En el momento que los arboles nos dan cobijo, nuestros ritmos se disparan hasta alcanzar los aproximadamente  24 kms/hora. Llegamos al segundo avituallamiento en 2h:59':32" (km 36 aprox) y vemos los estragos causados por del frío. En el interior de una furgoneta  de la organización hay corredores refugiados con claros síntomas de hipotermia y los voluntario bajo la carpa improvisada negocian la forma de evacuarlos.


Parada muy rápida y a darle zapatilla en formato clasicomanos de Flandes. Seguimos adelantando competidores con cierta facilidad aunque empiezo a notar muy cargados los músculos del tren superior de  las piernas. Salimos del pinar, giramos a la izquierda y nos adentramos por una senda descendente que finaliza en un pronunciado cortafuegos  de piedra suelta que  en forma de V desciende y asciende un valle angosto. Yo que no tengo ni puñetera idea de ciclismo, como ya ha quedado claramente demostrado a lo largo de esta entrada, le pregunto a mi compañero:
-¿Esto es normal?¿no se habrá pasado un poco el organizador con el trazado?
- Pues no parece muy normal - me contesta Oli
Cuando vamos a enfilar la parte más pronunciada del cortafuegos, nos detenemos para evaluar la situación y echamos la vista atrás.  Mucho más arriba vemos varios grupos de corredores que nos han seguido  y que nos miran expectantes por ver que hacemos. Algunos comienzan a dar la vuelta asumiendo que se han equivocado de trazado.
- ¿Que hacemos Oli?¿Seguimos o damos la vuelta?
- Seguimos  que  somos de Avilés y malo será que no enlacemos con el circuito de la prueba larga más adelante.

Pues nada, como reza el viejo proverbio astur "ante la duda la más tetuda", seguimos adelante y que que Dios reparta suerte. Volvemos al duatlón, bajamos andando la parte pindia y subimos empujando la bici por el tramo de ascensión que está en el lado opuesto del valle. Llegando arriba se me sale la cadena. Creo que a estas alturas mi "burra" empieza a estar a esta el tuétano de esta aventura, si llego a estar solo serían unos 10 minutos de lucha contra la maquina, pero con la ayuda del compañero en poco más de medio minuto todo arreglado. Levantamos la cabeza y unos 100 metros más adelante vemos corredores pasando como aviones. Milagrosamente hemos enlazado con la prueba larga, pero ahora la pregunta es ¿a que altura estamos?. Giramos a la derecha y cogemos un estrecho camino descendente, que sin estar en mal estado, ni ser muy pendiente, si es más técnico que las pistas que transitábamos hasta ahora en la carrera corta. Bajo en completa tensión, trato de pegarme lo más posible al lado derecho  para no molestar a los corredores que pasan, pero lo cierto es que parece que yo voy subido en un cortacesped y ellos en un Formula 1, lo que incrementa mi ansiedad ante la posibilidad de causar un percance. Finalmente acaba la bajada y alcanzamos un   tramo llano, tratamos de que alguien nos diga cuantos kms llevan para saber donde nos encontramos, pero pasan tan rápido a nuestro lado que no tenemos éxito. Atravesamos el pueblo de Lorenzana y a la salida vemos un cartel que marca el  km 70, bueno al menos ya tenemos referencias y sabemos que en teoría estamos a unos 10 kms de meta, lo que significa que  haremos unos 56-57 kms.  Apenas medio kilómetro más adelante mis piernas dicen basta y tengo que detenerme con unos calambres bestiales en ambos cuadriceps. La combinación de diversos factores tales como los kms de carrera  a pie, la tensión de las bajadas, las casi 4 horas que llevo sobre la bici o el frío han acabado pasándome  factura. Me tomo un enantium, estiro lo que buenamente puedo agarrado a un árbol y algo más de cinco minutos más tarde arrancamos de nuevo la marcha a ritmo de paseo cicloturista. Bajo piñones para mover un desarrollo mucho más cómodo y espero a que el enantium haga su trabajo. Vamos tan despacio que parecemos 2 de los protagonistas de Verano Azul, somos como  Pancho y Javi dando un paseo en bici en busca del Barco de Chanquete. Y en esas estamos cuando nos adelanta un corredor de grandes dimensiones al que cariñosamente y como no podía ser de otra forma, denominamos Chanquete. Fijaros como sería de grueso para que yo os diga que era mucho más grande que yo. Dicho corredor se aleja de nosotros con facilidad, pero date tu que unos 4-5 kms más adelante y una vez parece que mis músculos vuelven a recuperar prestaciones, en un tramo recto volvemos a ver al mismo ciclista unos 300 metros por delante y nos sale la vena competitiva que teníamos aletargada.
-¿Y ahora que hacemos Pancho?¿Vamos a por Chanquete?
-Vamos

Quedarán unos 4-5 km a meta, progresivamente subimos el ritmo y con una referencia de fondo vamos recortando distancias hasta alcanzar y sobrepasar a Chanquete justo antes de entrar en Eras de Renueva. Nos queda apenas un kilómetro o kilómetro y medio a meta y ya es por carretera. Un ultimo arreón y conseguimos atravesar la pancarta de meta en 4h:15:53 alcanzando los puestos 318 y 319 sobre 374 corredores en meta de la prueba corta.
Entrando en meta

Hemos tenido problemas mecánicos, caídas, nos hemos perdido y nos hemos encontrado y finalmente hemos hecho nuestra particular Powerade en versión  de 57 kms (ni la prueba corta, ni la prueba larga), con viento, lluvia, nieve y sol hemos llegado a meta y personalmente he conseguido completar mi primera carrera ciclista y con muy buenas sensaciones. Lo más sorprendente es que pese a todas la vicisitudes vividas, hemos sido capaces de adelantar a 39 corredores desde el avituallamiento de Camposagrado (donde ocupábamos las posiciones 357 y 358) a meta.

Para rematar la mañana todavía tengo tiempo de empaparme hasta la médula espinar bajo una fuerte granizada mientras espero pacientemente  a la intemperie para poder lavar mi bici, ya que  si llego a casa con la bici llena de barro,  hoy duermo en el trastero con casi total seguridad.  Finalmente también aprovecho para saludar  a algunos de mis amigos de Avilés, y tras recorrer en bici los 4 o 5 kms que me separan de mi casa, doy por concluida la jornada

No ha estado mal para ser la primera vez.... el año que viene dios dirá si repetimos

Próxima parada del Bisonte World Tour 2016: Biosfera Trail

Perfil de la Powerade BTT Race León en su versión corta (con 596 metros de desnivel acumulado positivo)

4 comentarios:

  1. Espectacular a la par que emotivo y lleno de buen humor. No pierdas tu esencia Señor Ruben. Enhorabuena!

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    1. Muchas gracias Edu,

      El humor es la mejor medicina que conozco para afrontar las carencias físicas y técnicas que tengo a nivel deportivo sin perder las ganas y la ilusión.

      Nos vemos en la montaña compañero.

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  2. Muy bueno. Resulta que debido a mi lesión llevo tiempo pensando en meterme en una carrera de mtb para probar, pero me sentía un poco fuera de lugar con mi bici del siglo pasado y mi ropa de corredor, creo que al final voy a ir, hay que tomarselo con un poco de humor, como haces tú.

    Un saludo.

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    1. Hola Gaizka,

      Lo primero de todo es darte las gracias por pasarte por mi blog y por dejar un comentario.
      El tema de la bici es una experiencia interesante para los que venimos del mundo de la carrera a pie, tenemos base física suficiente para competir sin contratiempos y a nada que tengas una mínima base técnica, cosa de la que yo carezco, no tendrás problema con el manejo de la "máquina". Físicamente la bici es muchísimo menos lesiva que el correr a pie y la recuperación tras carrera es más rápida, así que espero que te animes y sobre todo que te recuperes muy pronto de esa lesión que te impide competir.

      Añado tu blog a mi lista de blogs para poder seguir tus evoluciones.

      Un saludo y nos vemos corriendo.

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