Amanece en La Geria con una temperatura que
roza los 0ºC y cielos despejados. Algo
más de 800 corredores esperamos apelotonados en la línea de salida a que abran
las puertas de nuestro particular encierro. Emoción, nervios y muchas dudas se
concentran en ese reducido espacio físico. Es curioso cuando menos que
precisamente el año en que tengo como objetivo carreras ultras con importantes
desniveles acumulados, decida comenzar la
temporada alejado de la montaña y corriendo por las llanas tierras del
páramo castellano, pero como postulaba el ilustre Albert Einstein: “no es posible esperar resultados diferentes,
si siempre se hace lo mismo”, así que este año tocaba cambiar de raíz y este es
lugar elegido para comenzar temporada, abandonado la protección de las montañas
del Reino de Léon, para cruzar la frontera y adentrarme en territorio del
vecino Reino de Castilla.
Finaliza la cuenta atrás, y como si del
chupinazo de los San Fermines se tratase, los corredores salen en estampida
como era previsible en una prueba de estas características. Una vuelta inicial
por las calles del pueblo para estirar el grupo, aproximadamente a los 600
metros pasamos de nuevo bajo el arco de meta, 600 metros llanos por carretera y
comenzamos la primera ascensión de la jornada. La práctica totalidad de los corredores que me
preceden suben corriendo, y de repente aparece uno de León que dice ser corredor de
montaña y en la primera “cuestina” que encuentra deja de correr y se pone a caminar. Esto no hace más que confirmar
mi teoría de que tengo menos porvenir corriendo por montaña que Aramis Fuster
trabajando como modelo de lencería femenina. Apenas
500 metros más adelante los destinos de los corredores de la prueba
corta y larga se separan, los atletas de la
prueba corta giran a la izquierda, mientras que los disputamos la prueba de 20 kilómetros giramos a la derecha. Entramos en un estrecho
sendero que serpentea por medio del pinar en un constante subir y bajar con
escasa pendiente, hasta que sin darte cuenta alcanzas el primer avituallamiento
de la jornada (km 5). Miro mi reloj y marca
25’:58”. Al correr en fila de a uno, sin darte cuenta tiendes a correr a ritmos
elevados para tratar de pasar inadvertido entre tanta gacela.
Salimos del avituallamiento y me veo
corriendo rodeado de corredores con camiseta morada del Trail Sport Toro. Paradójico
cuando menos, no obstante no parece mala ubicación para un bisonte correr insertado
en una manada de “toros”. Enlazamos una rápida bajada por amplia pista de unos
500-600 metros, giro brusco a la izquierda de unos 135 grados y comenzamos a
subir por un sendero en el lado opuesto de este pequeño valle, otro giro a la derecha y de nuevo a volar por senderos
serpenteantes entre pinares hasta que te encuentras con el primer “muro”, una
subida corta pero muy explosiva, que al ser sobre terreno de arena suelta te
obliga a tirar de brazos para ganar tracción, coronas este fuerte repecho y
alcanzas el segundo avituallamiento (km
10,2).
Necesito perder unos segundos mientras recupero el resuello por esfuerzo
acumulado en esta última cuesta, un rápido vistazo al reloj (54’:45”) y de nuevo a correr. Se me está pasando la
prueba volando y eso es señal inequívoca de que estoy disfrutando por los
Montes Torozos. 600 metros de rápido
descenso por una amplia pista camino de Simancas, llegamos de nuevo a los pies
de la colina, un nuevo giro para enlazar una vez más con el estrecho sendero que
se adentra en el pinar. Acabamos de superar el ecuador teórico de la prueba y
es momento de calibrar la situación. Estoy corriendo mucho más rápido de lo
habitual y no estoy seguro de que pueda aguantar este ritmo hasta meta, pero de
lograrlo me plantaría en meta en 1h:50’, cuando en la mejor de mis previsiones me iba a costar
bajar de las 2 horas, sin embargo las sensaciones son muy buenas y parece que
las piernas responden. Seguimos serpenteando, una veces subiendo, otras
bajando, la mayor parte por falsos llanos a medida que giramos en la ladera del
otero, podemos divisar en la distancia las edificaciones de Valladolid, la
proximidad con una ciudad de tamaño grande explica en parte la gran afluencia
de corredores a la prueba, aunque como voy poco a poco comprobando hay muchas
más razones que explican el éxito de la prueba. Continuamos el de devenir hasta
encontrar el tercer avituallamiento (km 15) tiempo 1h:20:24. Parada muy breve
porque la temperatura es fresca, la sudoración escasa y consecuentemente la
perdida de líquidos limitada. De nuevo arrancamos andando cuesta arriba por una
amplia pista. Soy el único corredor de montaña que solo rinde en llano y es
incapaz de correr cuesta arriba, menuda carta de presentación para un
“montañero”, un fenómeno paranormal tan
extraño solo sería equiparable a ver a Sergio Ramos respondiendo con acierto las
preguntas de Jordi Hurtado en “Saber y ganar”. A pesar de lo expuesto, el ritmo
de ascenso y la longitud de la zancada me permiten adelantar algunos
corredores, y uno de ellos sorprendido
al ser adelantado por un corredor de gran tamaño con camiseta de Wally me dice “te tiene que costar mucho mover tanto peso” .. y eso
que ahora me coge en los “huesos” , si me ve hace mes y medio con 7 kgs más llegaría a pensar que estaba siendo adelantado
por un luchador de sumo. 700 metros de
cómodo ascenso, coronamos y siguiendo la
misma pista nos enfrentamos a 2 km completamente llanos en la cota máxima de la
prueba ( 845 metros de altitud), 2 kms
que se recorren por pistas completamente rectas, monótonas e infinitas
para quien vaya con malas piernas, terriblemente gratificantes para alguien que
venga con buenas piernas pues se puede correr muy rápido. Al final de la pista
km 17,5 (1:30:54) se encuentra el último avituallamiento de la jornada, de
nuevo nos adentramos por sinuosos senderos en el interior del pinar, las
piernas ya empiezan a notar el castigo y está vez las subidas y bajadas o son
más pronunciadas o al menos se hacen mucho más duras lo que contribuye a romper el ritmo.
Yo
empiezo a notar que se me acaba el combustible pero la meta no puede estar
lejos y los últimos kms se hacen más con el corazón que con las piernas. Paso el km 19, última bajada y a meta….pero
para mi sorpresa ¡no!, otro requiebro y de nuevo a subir, ¡venga bisonte, que
ya está ya si que es la última. Bajada pronunciada, paso por el km 20 en 1h:48…y ni rastro de
meta, y al paso por el km 20,5 otro giro
brusco y de frente y a traición nos encontramos con otra imponente cuesta de unos 200-300 metros. A
estas alturas ya se encienden todos los pilotos de alarma en el cuadro de
mandos ¡May Day, May day!¡Boing 747 llamando a torre, el depósito de queroseno está
completamente vacío, o me buscáis pista para aterrizar urgentemente o el gran
pájaro de hierro se estrella! Subo fundido y con paso de procesión de semana
santa, viendo con cierta impotencia como me adelantan 4 o 5 corredores,
coronamos y nueva bajada pronunciada, que esta vez si es la última. Por delante
algo má de un kilómetro para volar, aunque voy con los primeros amagos de
calambres en gemelo.
A 500- 600 metros de meta la organización
todavía nos tiene preparada una última sorpresa al más puro estilo Spartan Race y nos
hace cruzar por debajo de un puente que sólo
tiene 1,70 metros de altura, lo que dada mi atípica morfología de corredor, y que las piernas ya no están para muchos alardes, me
deja plegado como un acordeón.
Un último
esfuerzo por las calles de La Gería para cruzar la pancarta de meta esprintando
con un tiempo de 1h:58:18 (puesto 51 sobre 294 corredores en meta), a 26’:07” de un
intratable Santiago Mezquita, que una vez más, y ya van tres en cuatro
ediciones, ha vuelta a vencer en la
Paramada con un fantástico tiempo de 1h:32’:11”.
A pesar de que
los dos últimos kms se me han hecho eternos, me voy muy contento de tierras
vallisoletanas. El tiempo empleado en completar esos 22 kms con sus 1010 metros
de desnivel acumulado, y el puesto final superan con creces las expectativas de
partida. En cuanto a la carrera, he de decir que me ha sorprendido muy
gratamente. Es una prueba que reúne un recorrido entretenido, una buena organización
en todos los aspectos, un gran ambiente de carrera, una excelente bolsa del
corredor y un ágape en la carpa de meta que ya si por si sólo bien vale una
inscripción. Sin tener ningún aspecto especial, si es una prueba que engancha
al corredor, además de ser por sus características técnicas una carrera ideal
para aquellos que quieran dar el salto del asfalto al trail. Sinceramente me
voy con la sensación de que me volveréis a ver corriendo La Paramada en futuras
ediciones.
Nos vemos
corriendo por montaña.
Aunque me haya perdido con tanto giro y tobogán , he leído tu cuaderno de ruta con mucho interés .
ResponderEliminarQue eres atleta no hay duda , y que debiste causar impresión en la Meseta Castellana seguro es .
Estaría bien saber las opiniones de tus compañeros , los impresionados por ver aparecer a un bisonte corriendo por las planicies y andando por las cuestas ... según lo que he entendido , salvo que mi cabezón atasque en el pasadizo final , es una carrera ideal para mí , y encima , en seco
Paquillo, antes que nada quiero primero pedirte disculpas por haber tardado tanto en contestar, pero llevo casi 2 meses desconectado del mundo virtual y el blog no es una excepción.
EliminarTe recomiendo encarecidamente esta prueba, por precio, por organización y por recorrido. Es una media maratón por monte con un desnivel reducido, muy rápida y muy divertida, con comida final en una carpa carpa y muy buen ambiente de carrera. Yo creo que volveré a tierras vallisoletanas en futuras ediciones, y espero verte por allí.
Un saludo