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jueves, 16 de agosto de 2018

Reino Astur Nembra 2018

Muchos corredores sueñan con correr  Zegama-Aizkorri, Transvulcania o UTMB, yo que soy más raro que un perro verde siempre he querido correr en Nembra... y por fin llegó el día que tanto tiempo llevaba esperando. Siete años han pasado ya desde que me inscribí por primera vez en esta prueba, siete ediciones de una prueba que por culpa de mi lamentable estado físico de abuelo octogenario y mis habituales problemas musculares nunca había podido disputar, pero parece que llego el momento. Comparto expedición con mi compañero y amigo Alfonso Cano, que sale de trabajar y sin apenas descansar se enfunda un dorsal para competir, locuras que solo entendemos los que corremos por montaña. En nuestra linea argumental y ejerciendo de Pajares y Esteso en versión cazurra, nos perdemos durante el viaje, tenemos que aparcar 2 pueblos más arriba del lugar de salida, nos entretenemos cambiándonos y llegamos a la pancarta de  salida 30 segundos antes de que arranque la prueba, lo que nos coloca en compañía del corredor escoba, y a mi me da igual porque es mi puesto habitual, pero Cano tiene que correr como si le hubiesen prendido un cohete en el culo durante el primer kilómetro para tratar de recuperar posiciones.

Unos 800 metros llanos  por las calles de Nembra, salimos del pueblo y  comenzamos a ascender por un sendero que serpentea por un tupido bosque de árboles de hoja caduca. La primera sensación es que hay barro, mucho barro, y a mi el barro se me da muy mal porque soy grande, pesado, torpe, carente e la mínima destreza   y sobre este elemento estoy más perdido que un pingüino en un bosque de eucaliptos. Luchando sin descanso con el barro, sin lugar a dudas el  gran protagonista de la jornada, vamos ascendiendo casi sin descanso hasta que abandonamos la protección del bosque, un tramo por camino rural en buen estado, giramos a la izquierda y nos desvían por un ladera muy pindia cubierta de felechos.

Ascendiendo el Picu La Chomba
Levanto la vista y ante mi se dibuja una serpiente multicolor de corredores que avanzan lentamente sobre este precioso lienzo verde vegetal . Todo sería muy bonito si no fuera porque la subida es muy dura y notas como vas quemando energías en cada paso que das. Finalmente  alcanzamos la cumbre del Picu la Chomba a 938 metros de altitud  (km 4- 1h:01':40"), allí donde una Cruz de la Victoria me recuerda que estoy corriendo en casa, y hacia 3 años que no lo hacía.

Vista de la cumbre del Picu la Chomba

Cano pasando por la cumbre del Picu La Chomba
Desde este punto las vistas son sencillamente sublimes. En el fondo del valle descansan los pueblos de la parroquia de Nembra, al lado opuesto del valle una verde cresta que  simula ser la espalda de un dragón dormido, y al fondo una sucesión interminable de montañas que nos recuerdan lo afortunados que somos de vivir en este apartado rincón del mundo, pero debemos continuar avanzando. Un  tramo de cresteo que sin ser muy técnico obliga a mantener la concentración para no sufrir un percance por lo resbaladizo del terreno nos lleva hasta el primer avituallamiento.

Juanín Fernández Llames y su equipo en el tramo de cresteo camino del primer avituallamiento

 Parada rápida y continuamos ascendiendo por un tramo más sencillo. Poco a poco vamos ganamos altura hasta alcanzar el segundo avituallamiento, y enfilamos el tramo de subida final, momento en el que consigo dar alcance a Juan Fernández Llames, un corredor invidente que me deja ciertamente impresionado. Yo que tengo todos los sentidos disponibles, que dispongo de todo el material necesario para competir en la disciplina, y que acumulo un montón de carreras de montaña a mis espaldas, llevo kilómetros pasándolas  canutas  para poder avanzar sin caerme una y otra vez...y a mi lado tengo un corredor con una limitación sensorial reseñable que avanza con tesón y dándonos a todos una lección de coraje y  superación. A partir de este momento no tengo valor para buscar más disculpas. 

Continuo en solitario el tramo final de ascensión entre escobas y piornos, recordando algunos pasajes de canciones  con las que he crecido, canciones  como "Los Fugaos" de Nuberu, o "L'ayerán que perdió la guerra" de Llan de Cubel, sones populares que tienen estas montañas por decorado, y que nos hablan de una época pasada donde hombres y mujeres valientes, lucharon por defender unas ideas, unos derechos y una libertad de la que hoy gozamos y que no siempre sabemos apreciar en su justa medida.
Llegando a la cima del Picu Pedro Garcia
Finalmente alcanzo la cima del Picu Pedro Garcia a 1.542 metros de altitud (km 10'5 - 2h:30':29") Estoy en la techo de la prueba, y mientras en mi MP3 suena el "Lucha de Gigantes" de Antonio Vega,  me detengo unos instantes  para disfrutar de las imponentes vistas que nos regala esta cumbre. En ese momento otro participante pasa a mi lado y me comenta que si me ha visto algún miembro de la organización estoy automáticamente descalificado porque está prohibido por normativa utilizar auriculares durante la carrera, y además lo recalcaron minutos antes de salir. Reconozco que he metido la pezuña hasta el fondo, primero por no haber leído el reglamento, y segundo por haber llegado tan justo a la salida como par no escuchar las recomendaciones de la organización. Como quiera que sea que el desconocimiento de la ley no te exime de su cumplimiento, asumo mi responsabilidad, guardo el dispositivo electrónico en la mochila y plenamente consciente de que si alguien lo menciona seré justamente descalificado por primera vez en mi vida, me lanzo ladera abajo tratando de disfrutar de la prueba que es a  lo que hemos venido.

Tramo final de ascensión al Picu Pedro Grcia
El tramo inicial de bajada es muy sencillo, discurre por monte bajo sin excesiva pendiente y con terreno en buen estado, enlazamos con una pista forestal, pasamos el tercer avituallamiento de la prueba en el Quéndanu (km 13,5), cruzamos una pradería pindia donde se puede correr muy rápido y de nuevo nos internamos en el bosque por una estrecho sendero donde te entierras en barro por encima de los tobillos, y como ya he mencionado previamente a mi el barro me mata porque soy un completo inútil sobre esta superficie. Tengo la sensación de haber abandona los bosques de Nembra para internarme en las selvas de Borneo, pero afortunadamente par mi  aquí no hay depredadores porque sino a la velocidad ridícula a la que me desplazo  sería una presa fácil. Cada paso es un drama porque patino más que Javier Fernández en la final olímpica de patinaje sobre hielo, con la salvedad de  que mi estilo es mucho menos depurado que el suyo. 

Descendiendo desde el Picu Pedro Garcia
Con más miedo que vergüenza voy descendiendo a una espectacular velocidad  que oscila entre los 15 y los 20 min/kms, viendo como me superan corredores sin que les pueda seguir su ritmo, hasta que finalmente llegamos de nuevo al valle, cruzamos al lado contrario corriendo unos 600 metros por carretera y comenzamos una sencilla ascensión por la lado opuesto.
Otro participante peleando por mantenerse en pie durante la bajada
Vengo muscularmnete bien y con ganas de correr así que aquí acelero y avanzo a muy buen ritmo "desdoblandome" de algunos corredores que me habían adelantado durante mi lamentable descenso. Aproximadamente ya solo 3 kms por terreno sencillo me separan de meta,  y tras un último repecho enlazamos la bajada final por un prau pindiu. Un montón de sentimientos se concentran en esos escasos 100 metros que me separan de esa linea de meta. Muchos años esperando cruzar esa pancarta, y es que llegados a este punto no importa ni el el tiempo empleado, ni el puesto conseguido, lo único que te llena de satisfacción es haber conseguido completar por fin una carrera que llevabas muchos años esperando... y entro en meta corriendo  para poder abrazarme con mi tocayu el Demonión de Nembra, el alma mater de este precioso proyecto que es Reinoastur Nembra.

El Bisonte del Carbayedo cruzando la linea de meta.
Finalmente conseguí completar los 22,4 kms de la prueba, con 3018 metros de desnivel acumulado (1509 metros positivos y 1509 metros negativos), en el puesto 101 (sobre 124 corredores en meta) con un tiempo de 4h:25':26", a 1h:56':12" de Oscar Buján Rodriguez que fue el vencedor de la prueba, y a 90 minutos de mi compañero de expedición  Alfonso Cano, al que sólo una desgraciada caída en el tramo final le privó de meterse en el TOP10 de la prueba.

Mereció la pena la espera para poder disputar esta carrera. Solo me queda darle las gracias a la organización por dejarnos disfrutar de una prueba tan fantástica como esta. Espero que no tengan que pasar otras diez ediciones para que pueda volver a correr por los montes de Nembra, que aún  sigo teniendo clavada la espina de no haber podido disputar nunca la prueba larga.

 Y ahora me tomaré una larga  temporada descanso para recuperar completamente de los problemas de gemelo, sin objetivos a la vista hasta el mes de diciembre.

Nos vemos corriendo por montaña

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