Quiero comenzar esta crónica
felicitando a a la organización de la prueba. Si por término general el nivel
organizativo de las pruebas que se disputan en León es alto, lo de esta prueba
es sencillamente espectacular. Muchos "organizadores" deberían
pasarse por Villalfeide para ver como gente con muchas ganas
y que saben detrás de lo que andan, desde un pueblo pequeño y
con recursos limitados, son capaces de organizar una carrera de
montaña que es una autentico lujo, hasta tal punto que en solo tres ediciones
ya ha pasado a formar parte de la copa de Castilla y León de
carreras por montaña. Si difícil es destacar a nadie dentro de la organización,
hoy me gustaría acordarme de esos grandes olvidados que son los
voluntarios que se han pasado más 4 horas con una temperatura superior a
30º C en la ladera pelada de una montaña, y sin un solo árbol donde
cobijarse, balizando y ayudando a los corredores. Es más, alguno hasta se
permitió el lujo de portear 2 y hasta 3 garrafas de 5 litros de agua hasta el
avituallamiento de altura de la prueba (a unos 1500 metros de
altura). Por mi parte muchas gracias por esa labor oscura y poco agradecida que
consigue hacernos mucho más llevadera la labor de correr por montaña a los corredores..
Y entramos en los preámbulos de la prueba.
En una temporada muy extraña en todos los aspectos, en la que solo he podido disputar
3 pruebas en 7 meses, esta carrera era una buena disculpa para encontrar la
motivación necesaria para volver a entrenar. Desde Abril no me había
vuelto a poner un dorsal, y hasta principios de Julio y sin mediar
ningún tipo de lesión ni siguiera había vuelto a entrenar, pero con 113 km
entrenados en las piernas en los últimos 40 días me planté en la salida. No
es un volumen de entrenamiento excesivo, pero con menos kilómetros me
había metido a torear en plazas más difíciles en anteriores ocasiones, así que
a priori no era aventurado pensar que serían suficientes para acabar la
prueba sin grandes contratiempos.
Salida de la prueba con Pablo Villa, Manuel Merillas, Anibal Miguel, Roberto Dieguez y Raquel Maestre |
En la salida muchos galgos lo que
propicia que la carrera salga lanzada desde el primer momento. Arrancó de
mitad para atrás a un ritmo vivo, pasando el primer kilómetro en
4:35, y aunque voy cómodo ese ritmo es demasiado alto para mi, por lo que
disminuyo automáticamente la marcha hasta acoplarme a un grupo donde van
los corredores de Los Ponjales.
La primera subida es muy sencilla y
consigo coronar en 26:55' (prácticamente el mismo tiempo que el año anterior),
y entramos en el sendero que atraviesa el bosque de robles y es como un deja-vú
de la edición anterior. Podría correr mucho más rápido pero voy muy
retrasado y por delante llevo un grupo de corredores que no puedo superar
porque el sendero es muy estrecho y salirse de él para adelantar seria un
riesgo innecesario para mi y para aquellos corredores que me preceden. Al
paso que marca el pelotón avanzo por el camino hasta llegar a la primera bajada. La pista es
amplia y el firme es bueno, por lo que me dejo caer y bajo bastante rápido hasta
llegar de nuevo al la parte alta del pueblo deVillalfeide, giramos a la izquierda y comenzamos el
tramo que nos llevará a la base del Polvoreda.
Otro detalle de la organización es que cuando estamos llegando a la base del coloso de caliza que es el Polvoreda, se empieza a escuchar una gaita de fondo, y hay que ver lo bien que suena una gaita en montaña. Finalmente llego al Avituallamiento de La Peñica en 1h:1':44" y me tomo un merecido respiro.
Primera subida del día, pasando por el kilómetro 2 aprox. |
Otro detalle de la organización es que cuando estamos llegando a la base del coloso de caliza que es el Polvoreda, se empieza a escuchar una gaita de fondo, y hay que ver lo bien que suena una gaita en montaña. Finalmente llego al Avituallamiento de La Peñica en 1h:1':44" y me tomo un merecido respiro.
Primer kilómetro de subida al Pico Polvoreda |
Y llegados a este punto, se acabó el
"calentamiento" y empieza la carrera de verdad porque al menos en mi
caso, la carrera de montaña Villafeide-Polvoreda podría resumirse como una carrera de montaña
de 21 km que comienza en el km 9 al pasar por el avituallamiento de la
Peñica. Voy 3 minutos peor de tiempo que el año anterior pero tengo la
sensación de no ir muy castigado físicamente. Comienzo la subida y voy cruzándome con
gente conocida Carlos de Fisiorama, Jesús Amigo, continuo asciendo hasta superar
el avituallamiento de altura, paso por el kilómetro 10 y supero el primer kilómetro de ascensión que es francamente duro. Entro en el falso llano y me pongo a correr
para tratar de soltar un poco las piernas que vienen algo agarrotadas,
pero para mi sorpresa me se me sube el gemelo de la pierna derecha.... ¡¡uff!!!
muy mal asunto. Era altamente previsible que esto me sucediera,
pero ni en mis previsiones más negativas podía esperar que me sucediera ni tan pronto, ni
tan lejos de la meta. Y automáticamente la cabeza empieza a buscar disculpas
para justificar lo sucedido: que si esta semana no entrené ni un solo día, que
si la noche anterior apenas pude dormir unas 3 horas, que si llevo un
verano con más horas de piscina que las chicas del waterpolo....que si la
abuela fuma, que si el perro no ladra y así hasta el infinito. Todo son
bobadas y no dejan de ser justificaciones peregrinas. Lo único cierto es que la
montaña suele ser justa, si entrenas y le dedicas horas llegas en
condiciones y eres capaz de correr y por el contrario si no llegas en
condiciones, te saca las carencias y te pone en tu sitio a las primeras de
cambio. Si acaso, es cierto que el fuerte calor reinante provoca
una sudoración superior a lo normal y acelera el proceso de
deshidratación, pero esto es León y estamos a mediados de agosto ¿que
esperaba correr a 10º?. Punto final, se acabaron las lamentaciones y
toca sacar la calculadora. Probablemente para mi se acabó la
carrera y comienza la marcha senderista. Llevo una hora y media de carrera,
me faltan 500 metros de ascensión hasta la cima y unos 10,5 km a meta. Lo
fundamental ahora es cuidar con mimo las piernas y minimizar esfuerzos en
los tramos pendientes (si acaso correr en llano). Me tomo el único gel que
llevaba y que estaba reservado para más tarde y tengo la suerte de
cruzarme con un montañero mientras estoy parado y estirando, que
amablemente me ofrece agua de su botella. Sin otro particular
arranco de nuevo la ascensión, poco a poco y subiendo en amplios zig-zag
para no forzar gemelos y tratando de disminuir la pendiente voy superando los
hitos, 1600m, 1700m, 1800m, 1900m, hasta ver cumbre.
Llegando al puesto de Tomás de Correcallejeros, a 2000 m de altitud y unos 200 m de cumbre. |
A unos 200 metros de la cima me encuentro a Tomas de Correcallejeros. Entre las fotos, la pancarta y los
ánimos a uno se le olvidan las penurias.
A nivel competitivo el control de paso esta situado a unos
escasos 10- 20 metros de cumbre (tiempo de paso 2h:04':01"), pero técnicamente eso no es hacer cumbre y como a mi nivel poco importe perder uno o dos minutos a mayores, continuo ascendiendo para quedarme con la satisfación de haber tocado el vértice geodésico.
Y comienzo el descenso con suma precaución, aún así cuando apenas llevo unos 300-400 metros de bajada se me enciende el piloto rojo en el cuadro de mandos y los cuadriceps empiezan a chirriar. Me agarro a una peña y me paro a estirar. En ese momento me pasa Yeti que baja como de costumbre dando saltos como un rebeco. Ni se me pasa por al cabeza intentar seguirle y eso que es una referencia muy buena en este tipo de bajadas (en realidad es una buena referencia siempre). Detrás de él baja Iñigo de Los Ponjales, con quien voy mucho más cómodo y con quien realizo la mayor parte del descenso. Con mucha calma y forzando la menos posible voy bajando el tramo más técnico del Polvoreda. Me cruzo con el maestro Angel de la Mata que este año en vez de correr esta echando una mano como voluntario y acabamos la parte complicada del descenso.
Paso por el último avituallamiento del día y entramos en la parte más llevadera de la bajada. Aquí si consigo correr durante algunos tramos, si bien corro de una manera extraña y poco ortodoxa, procurando no impulsar demasiado de gemelo y sin apenas levantar las piernas para no forzar los cuadriceps, y llegando abajo giramos de nuevo a la izquierda y comenzamos la última subida del día. Una subida claramente para correr si se llega con fuerzas, pero evidentemente no es mi caso. Con calma y andando para arriba hasta coronar a 1300 metros de altitud en 3h:02':21" y ya solo me queda la bajada final. Tengo que descender unos 250 metros nada más y siendo mi especialidad la bajada debería estar contento, pero conociendo los antecedentes, cambiaría mi reino por un tramo llano para no castigar más las piernas, pero evidentemente las cosas son como son. Como no llevo nadie ni por detrás ni por delante a la vista, me toca correr sin referencias. Y de nuevo un deja-vú de la pasada edición. A media bajada me tengo que detener para estirar por última vez al pasar a la altura de "Moja", que aparenta estar físicamente todavía mucho peor que yo.
Pisando cumbre a 2.007 metros de altitud y posando orgulloso con la bandera de León |
Y comienzo el descenso con suma precaución, aún así cuando apenas llevo unos 300-400 metros de bajada se me enciende el piloto rojo en el cuadro de mandos y los cuadriceps empiezan a chirriar. Me agarro a una peña y me paro a estirar. En ese momento me pasa Yeti que baja como de costumbre dando saltos como un rebeco. Ni se me pasa por al cabeza intentar seguirle y eso que es una referencia muy buena en este tipo de bajadas (en realidad es una buena referencia siempre). Detrás de él baja Iñigo de Los Ponjales, con quien voy mucho más cómodo y con quien realizo la mayor parte del descenso. Con mucha calma y forzando la menos posible voy bajando el tramo más técnico del Polvoreda. Me cruzo con el maestro Angel de la Mata que este año en vez de correr esta echando una mano como voluntario y acabamos la parte complicada del descenso.
Con Iñigo de Los Ponjales en la bajada, al pasar por el puesto de Ángel de La Mata |
Paso por el último avituallamiento del día y entramos en la parte más llevadera de la bajada. Aquí si consigo correr durante algunos tramos, si bien corro de una manera extraña y poco ortodoxa, procurando no impulsar demasiado de gemelo y sin apenas levantar las piernas para no forzar los cuadriceps, y llegando abajo giramos de nuevo a la izquierda y comenzamos la última subida del día. Una subida claramente para correr si se llega con fuerzas, pero evidentemente no es mi caso. Con calma y andando para arriba hasta coronar a 1300 metros de altitud en 3h:02':21" y ya solo me queda la bajada final. Tengo que descender unos 250 metros nada más y siendo mi especialidad la bajada debería estar contento, pero conociendo los antecedentes, cambiaría mi reino por un tramo llano para no castigar más las piernas, pero evidentemente las cosas son como son. Como no llevo nadie ni por detrás ni por delante a la vista, me toca correr sin referencias. Y de nuevo un deja-vú de la pasada edición. A media bajada me tengo que detener para estirar por última vez al pasar a la altura de "Moja", que aparenta estar físicamente todavía mucho peor que yo.
Ya solo queda un último esfuerzo y a meta,
en el tramo final entre el fotógrafo con el cencerro y los ánimos de Cañi, uno es
capaz de correr aunque no se sepa muy bien como y finalmente entras en el
pueblo y te da un subidón de moral digno de estudio, y para variar y a pesar de ir
completamente en solitario, entro en meta esprintando como si viniese escapando de un oso o me estuviese persiguiendo una jauría de lobos hambrientos.
Al final un tiempo de 3h:16,19 para completar 21 km de distancia aprox. con un desnivel acumulado de 2.654 metros (1.327 positivos y 1.327 negativos), puesto 94 de la general (sobre 162 corredores en la salida
y 150 en meta) y a 1h:34'18" minutos del ganador Pablo Villa Gonzalez con un tiempo de 1h:52': 01".
Y llega la hora de reflexionar y de extraer conclusiones. Estoy satisfecho con el resultado, aún habiendo necesitado 20 minutos más que el año anterior para completar la prueba. No obstante a día de hoy este es mi nivel y lo máximo a lo que puedo aspirar es a finalizar carreras. Eso no quita que siempre me quede la duda de cuanto podría mejorar entrenando un poco más y si no sufriera tantos problemas de calambres. Sin embargo, tratando de ser reflexivos no puedo más que valorar que las piernas para un corredor son el equivalente a los
neumáticos de un coche de formula 1, la diferencia primordial es que en
atletismo no puedes entrar a boxes para cambiar de piernas a mitad de carrera,
por lo que hay que tratar de cuidarlas lo máximo posible y especialmente en una disciplina tan exigente como las
carreras por montaña. . En mi caso tengo la sensación de correr siempre con
"ruedas blandas", motivado por un entrenamiento escaso y mal
planificado, o quizás por una morfología y un peso no adecuados para esta disciplina, lo cierto es que actualmente este es mi verdadero talón de Aquiles. La parte positiva es que a base de ir
acumulando experiencia en base a luchar siempre contra el mismo problema, me estoy
convirtiendo en un experto en gestionar esfuerzos y en "conservar" muscularmente las piernas y
hasta ahora, incluso salvando situaciones extremas como en el Alto Sil de esta edición, siempre he sido capaz de llegar a meta.
¿Y ahora que? Esta prueba me ha
servido para descartar por razones obvias, la disputa de la Transvaldeonica y la prueba corta del Desafío Somiedo, así que
previsiblemente la próxima carrera será la legua y media nocturna de Benavides,
y luego ya iremos viendo sobre la marcha.
Pues esto es todo amigos, en 365 días
estamos compitiendo de nuevo en Villalfeide, porque esta carrera se ha convertido por mérito propio en
una fecha fija en mi calendario.
Nos vemos corriendo,
Ruben, al final me dejas sorprendido, menudo carrerón que te has hecho, vuelves a estar como lo que eres un grande de la montaña y un referente para mi, sigue asi y espero que podamos coincidir en alguna carrera que por unas u otras causas no se ha podido dar, mis felicitaciones.
ResponderEliminarHola Piter,
EliminarSe me hizo un poco larga la prueba pero cualquier esfuerzo es bienvenido porque esta carrera merece mucho la pena.
De este año no pasa y seguro que en alguna prueba coincidimos fijo.
Un saludo.
Y aún tocado alcanzas la mitad de la clasificación, carrerón el tuyo!!
ResponderEliminarPor lo que cuentas, la organización de diez, algo a tener muy en cuenta hoy en día.
Un abrazo.
Hola Korrecaminos,
EliminarLa organización es fantástica y el entorno natural donde se desarrolla la prueba es muy bonito ¿que más se puede pedir?.
Respecto al otro aspecto que comentas, y aunque me miras con buenos ojos, llegué de la mitad para atrás en la clasificación, pero llevaba un par de pruebas entrando el las últimas posiciones, así que hemos conseguido dar un paso adelante.
Un saludo,
Felicidades veo que sigues en forma,espero ponerme al dia, despues del viaje estoy un poco descolocado.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Joan,
EliminarEspero volver a leer pronto nuevas crónicas tuyas dando pedales por los pirineos y sus estribaciones.
Un saludo
Hola Abuelo Runner,
ResponderEliminarCoincido plenamente contigo en que la variable más importante es el entrenamiento. Si no entrenas ya sabes que la montaña te pondrá en tu sitio. No obstante el peso es fundamental. Intenta correr con una mochila con 3 kg de peso a la espalda y te darás cuenta de como disminuye tu rendimiento inmediatamente, pues ahora ponte en la tesitura de que mi peso base son 96-97 kg, es decir arrastro 15 o 16 kg más que tú. Para arriba es un lastre importante, pero es especialmente negativo en las bajadas con pendiente, donde el peso se multiplica por 2 o por 3 producto de la gravedad y te machaca literalmente los cuadriceps.
Sabiendo donde radica el problema, ya tenemos mucho avanzado para poder encontrar la solución.
Un saludo,
Ruben: Fue una autentica gozada, pasar alli 3 horas y media para veros a todos. Foto chula con Iñigo, parece que veníais de fiesta, se os nota poco el "mega esfuerzo", porque tenéis muy buen aspecto. Un abrazo. A de la Mata.
ResponderEliminarÁngel, el placer fue nuestro al cruzarnos contigo en plena bajada.
EliminarIñigo es un muy buen corredor de carretera que en montaña va con precaución y en mi caso las limitaciones siempre son musculares, pero de motor voy relativamente cómodo y probablemente por eso nos veías con tan buen aspecto.
Ahora correré unas cuentas pruebas seguidas en carrera, así que espero coincidir contigo de corto y corriendo en alguna.
Un saludo,